La popularidad de la Montaña de Colores ha dinamizado el interés por la zona, pero un nuevo desafío permanece agazapado y espera el mejor momento para intervenir.

Hasta 1.000 turistas diarios llegan a la remota Montaña de Colores desde Cusco tras visitar la ciudadela inca de Machu Picchu. Desde 2013, una empresa de turismo comunitario empezó a popularizar el sitio para evitar que la minería se instale en la montaña.

En efecto, un informe de la agencia AP advierte que la popularidad de la Montaña de Colores ha dinamizado el interés por la zona, pero un nuevo desafío permanece agazapado y espera el mejor momento para intervenir: la minería.

“La minería de clase mundial que remueve montañas de tierra a 100 kilómetros de distancia en dos minas gigantes de cobre y ha dejado decenas de heridos en protestas contra otros pueblos pastores, así como un juicio a la multinacional Glencore ante la Alta Corte de Londres por la muerte de tres hombres de montaña”, señala.

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Refiere que una zona de 400 hectáreas, incluida la montaña, está solicitada en concesión por la minera canadiense Camino Minerals para un futuro proyecto llamado Red Beds. “The Associated Press solicitó comentarios a la compañía basada en Vancouver para saber cómo afrontaría una eventual extracción minera en una zona popular para el turismo, pero al momento no ha obtenido respuesta”, indica la nota periodística.

Agrega que también, recientemente, zonas cercanas a la Montaña de Colores que incluyen algunos de los glaciares menos contaminados del mundo y una laguna clave para la alimentación de la hidroeléctrica que brinda energía al sureste han sido solicitadas como concesiones en busca de cobre, plata y oro. “La problemática no es local, sino que ejemplifica lo que ocurre en todo Perú, el segundo productor mundial de cobre, donde 18% del territorio está concesionado”, explica AP.

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Y aunque el turismo favorece la economía del país, la presencia masiva de turistas y de casi medio millar de caballos a diario en una zona donde hace cinco años apenas caminaban algunas decenas por mes, preocupa a los conservacionistas, agrega.

“Desde el punto de vista ecológico están matando la gallina de los huevos de oro”, dice Dina Farfán, bióloga peruana que recorre la zona hace 15 años estudiando al gato andino, uno de los cinco felinos más amenazados del mundo. Según relata, el camino de cuatro kilómetros por donde turistas y caballos suben a la Montaña de Colores se ha ido erosionando en apenas 18 meses. “Así va a morir en algún momento”, comenta.

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Para acceder a la Montaña de Colores los visitantes pagan 3,1 dólares que cobra la comunidad pastora de Pampachiri, quien alega que la zona les pertenece. Al año recibe en promedio unos 400.000 dólares, pero no tributa al municipio.

Gabino Huamán, uno de los líderes de Pampachiri, reconoce que aún no están preparados para atender adecuadamente al turista. “No sabemos ni una palabra en inglés y tampoco primeros auxilios”.

Pese a esas dificultades, medio millar de pastores en los últimos dos años han regresado a ejercer el antiguo oficio de sus antepasados, con la diferencia de que ahora transportan seres humanos en caballos. Los turistas, por lo general, son de Estados Unidos y Alemania.

Fuente: Portal Turismo