En el punto culminante de las negociaciones con Anglo American, el presidente regional de Moquegua, Martín Vizcarra Cornejo, recibió más de una llamada telefónica del ex premier Óscar Valdés y del ex ministro de Energía y Minas Jorge Merino.

El exhorto era que acepte lo ofrecido por la minera como aporte de responsabilidad social a este departamento, donde se explotarán 220 mil toneladas de cobre anuales y por 32 años. Pero la última semana de junio y la primera de julio, el diálogo llegó a un punto crítico: Moquegua no aceptaba lo planteado por la compañía.

En la Comisión de Responsabilidad Social, uno de los tres grupos de trabajo del proceso de conversaciones, la minera lanzó una primera cifra: S/. 300 millones. Ni un sol más ni uno menos. Entonces comenzó el tira y afloje.

El 27 de junio, en el local del Gobierno Regional, autoridades y representantes de la sociedad civil debían responder si aceptaban el ofrecimiento. En el inicio de la cita, estos pidieron un cuarto intermedio a Francisco Raunelli, representante de Anglo American en esta comisión.

Uno de los integrantes planteó un monto alto, dos mil millones de soles, para luego irlo reduciendo en forma gradual.

Vizcarra tenía una manera distinta de negociar. Propuso que se fije una sola cifra y olvidarse de los regateos, entonces acordaron 850 millones de soles. Le informaron a Raunelli y este no disimuló la sorpresa.

Trató de convencerlos para que reduzcan la propuesta, y fue inútil; pero prometió hacer la consulta a la empresa, cuya sede principal está en Londres, Inglaterra.

En la siguiente reunión, el 2 de julio, Raunelli trajo una oferta mejor: S/. 608 millones, un punto medio entre las dos partes. Pero Vizcarra no cree en los puntos medios, sino en el justo medio. Y eso representaban los S/. 850 millones.

En ese intervalo, los entonces premier Óscar Valdés y el ministro de Energía, Jorge Merino, pedían aceptar la propuesta. Era natural que el gobierno quería presentar este logro como una victoria, ante los conflictos que estallaron en Espinar y Cajamarca.

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En forma muy diplomática, el jefe de la región pedía calma. Tenía la convicción de que las negociaciones con tiempo llegarían a buen puerto. “No hay que desesperarse, tenemos tiempo”, eran sus frases habituales.

NERVIOS DE ACERO

Vizcarra cree haber heredado el buen tino y paciencia de su padre, César, un constituyente que representó a Moquegua en la Asamblea Constituyente de 1978.

La mañana que nos recibió en su casa, el presidente recuerda una llamada de atención de su padre. A don César no le gustó el maltrato que infligió su hijo –cuando era gerente del Proyecto Especial Pasto Grande– a un moqueguano que le pedía trabajo.

Sus nervios también se han templado en situaciones límite, pues escapó de la muerte en la década de los ochenta. El joven ingeniero graduado en la UNI trabajaba como jefe en la construcción de un puente en La Unión, alejada provincia de Arequipa. Los terroristas preguntaron por el encargado, él mintió y les dijo que estaba de viaje. Inmediatamente pidió su cambio. Meses después, otra columna terrorista mató a quien lo reemplazó.

En 16 meses de diálogo, hubo muchas razones y posiciones radicales de algunos integrantes como para perder los papeles. Él mantuvo la cordura, e instaló la mesa de diálogo tres meses después de jurar como presidente regional.

En Moquegua ya crecía un clima de convulsión social contra el proyecto Quellaveco. Los ánimos se calentaron cuando en la gestión del anterior presidente, Jaime Rodríguez, se entregó la reserva hídrica del proyecto de riego Pasto Grande a favor de la mina. Para apagar el incendio, se anuló el permiso.

El proceso de diálogo arrancó de cero con 30 actores. Había integrantes del Gobierno Regional, municipios, dirigentes de agricultores, empresarios, etc. Desertaron Juan Rodríguez, dirigente de la Junta de Usuarios, y Alex Sosa, directivo del Frente de Defensa de Moquegua.

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Rodríguez denunció falta de transparencia. Acusó a algunos miembros de tener vínculo comercial con la empresa. Citó a Fredy Zeballos, gerente de Pasto Grande, quien vendió un predio por US$ 218 mil a la minera. El gobierno reconoció la validez de la mesa un año después e incorporó a representantes de Energía y Minas, PCM, Agricultura, Ambiente, etc. como facilitadores.

OBJECIONES

El proyecto acusó varias objeciones al Estudio de Impacto Ambiental aprobado por el Ministerio de Energía y Minas. Para sus operaciones, la mina demandará 700 litros por segundo de agua. Extraerán el recurso de los ríos de la cuenca del Tambo y lo llevarán por una tubería hasta el tajo.

En una cuenca con estrés hídrico permanente y que abastece además de Moquegua al valle arequipeño de Tambo, la solución serán embalses que almacenen agua durante la temporada de lluvias. En cartera, hay dos represas. De igual forma, para evitar la contaminación, el río será desviado del cauce natural por un tubo. Tras un recorrido de 10 kilómetros volverá a su curso natural.

En la mesa de diálogo quedaron satisfechos con las soluciones. Faltaba definir el aporte de responsabilidad social.

La última sesión del 10 de julio fue intensa, pues nadie cedía. Al final, Raunelli aceptó el pedido, y dijo que el financiamiento de las represas estaría fuera de los S/. 850 millones. Entonces todo sumaba S/. 1.000 millones. El acuerdo fue llevado al pleno de la mesa de diálogo, previsto al día siguiente en el auditorio de Educentro. Cuando escucharon la cifra los presentes festejaron con aplausos. Estaba aprobado.

La noticia causó revuelo. Era la fórmula para obtener la licencia social sin que la sangre llegase al río. De los 246 conflictos sociales reportados por la Defensoría, el 60% son por reclamos medioambientales.

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Pero en esta ciudad sureña, a 1.144 kilómetros de Lima, no todos están contentos. Robinson Pacheco, representante de un sector de agricultores y de la Comisión de Responsabilidad Social, no celebra el gesto de la empresa. Más bien critica la manera cómo calcularon la entrega del dinero: en dos partes. El primero, un monto fijo (350 millones en el proceso de construcción de la planta. La segunda parte (unos 650 millones) se hará basándose en las regalías mineras. Este impuesto se calcula en función de las ventas.

Además de Pacheco, en esquinas y plazas los moqueguanos se preguntan si lo anunciado es así de bueno, si no los engañarán, si no habrá contaminación; y temen que los integrantes de la mesa de diálogo hayan sido favorecidos por la minera y que su trabajo no ha sido realmente desinteresado. Una sensación de desconfianza que reina en el país con la minería.

El Proyecto Quellaveco

El Proyecto Quellaveco es una mina a tajo abierto que tendrá una vida útil de 32 años. Anglo American estima realizar una inversión de US$3.000 millones en su ejecución. Su construcción tomará cuatro años y abarcará una extensa área a una altitud de más de 4.500 metros sobre el nivel del mar.

Se edificará la infraestructura necesaria para captar el agua del río Titire y un embalse en el río Vizcachas de 60 millones de metros cúbicos.

De allí partirá una tubería de 90 kilómetros de longitud que iniciará su recorrido hasta la zona de la mina.

En compensación se comprometió construir una represa de 2,5 millones de metros cúbicos (MMC) en la misma cuenca. El yacimiento está en la cuenca del río Asana, la empresa desviará el cauce por un túnel de más de 10 km para su explotación. Para la etapa de operaciones utilizará 700 lt/seg. de agua.

Fuente: La República