La Asociación Sodexo en Moquegua recibió el premio al primer lugar en cuanto a la responsabilidad social en el marco del evento Expomina.

Alfredo García Pye
GERENTE GENERAL DE SODEXO PERÚ

Un indicador fundamental para medir la buena gestión en una empresa y al que muchos gerentes generales no ponen la debida atención, es el índice de rotación de personal (el porcentaje de trabajadores que abandona una empresa cada año).

¿Por qué podríamos querer monitorear el índice de rotación de personal? Es que un bajo índice de rotación denota compromiso y retención de talentos. Refleja que su personal está más comprometido, que contribuye más, y pone en práctica todo su conocimiento y experiencia en favor de su empleador, ayudando a crear una empresa más eficiente.

Por otro lado, un alto índice de rotación puede ser síntoma de que las cosas no se están haciendo de la mejor manera. Indica potencial pérdida de talentos, ineficiencias y falta de compromiso en el equipo humano. Evidentemente en un entorno tan competitivo, donde todos buscamos incrementar nuestras eficiencias, quienes desprecien o no consideren revisar este indicador, están perdiendo competitividad versus los demás. Esto tiene aún mayor importancia en una empresa de servicios, donde los recursos humanos son el principal activo.

Es claro, pues, que la estrategia para contrarrestar la alta rotación no puede dejarse solo en manos del gerente de Recursos Humanos. Por su importancia debe involucrar a toda la Alta Dirección de una corporación, de manera que identificando las causas, generemos un plan de retención atractivo y válido, y cuya ejecución fluya en todas las áreas sin resistencias.

Hace siete años, por ejemplo, nuestra empresa presentaba un índice de rotación altísimo. Analizando la data encontramos un detalle crucial: las tasas de abandono de la empresa eran más altas entre trabajadores que no habían recibido capacitación alguna (100%), en comparación con quienes habían recibido algún tipo de capacitación durante el último año (22%). La conclusión era clara: la capacitación, en nuestro caso, genera un elemento motivador y eleva el nivel de compromiso con la empresa. La decisión era una sola: había que invertir en capacitación. Lamentablemente, hoy las empresas no reparan aún en el gran poder que tiene la capacitación, algo que sin duda cuesta menos que contratar nueva gente y produce muchísimo más.

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