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Por Carlos Ganoza y Andrea Stiglich

Las siguientes cuatro observaciones son útiles para entender por qué la crisis de deuda griega no es en esencia un problema económico, sino de instituciones políticas, y por qué hay una lección importante para el Perú.

  1. Desde su independencia en el siglo 19 hasta el 2008, el Estado griego estuvo en default o reestructurando su deuda el 50% del tiempo. Esto es más que todos los países de América Latina, salvo Ecuador y Honduras. Ha tenido cinco episodios de default en ese período.
  2. Desde fines de los noventa hasta el 2014, el Estado griego sistemáticamente gastó más de lo que recaudó. En varios años hubo correcciones posteriores a los números del déficit fiscal, especialmente después de cambios de gobierno. En el 2009 hubo correcciones muy significativas a los déficit del 2006 y 2007. En todos los casos, las correcciones sinceraban déficit mayores.
  3. Grecia consistentemente ha tenido calificaciones bajas en los índices de corrupción de Transparencia Internacional y del Banco Mundial, con niveles más parecidos a los de los países latinoamericanos que los europeos. El Estado griego ha estado envuelto en numerosos escándalos de corrupción política a lo largo de los años. Los políticos en Grecia tienen uno de los niveles de inmunidad más altos de Europa, más parecidos a los de América Latina que a los de los países del norte europeo.
  4. La política en Grecia en los últimos treinta años fue dominada por un sistema bipartidista (ND y Pasok), en el que cada partido usaba los recursos públicos para tejer redes clientelistas muy fuertes que le aseguren apoyo político (vía empleos públicos, generosos regímenes pensionarios, contrataciones públicas, etc.). Por ejemplo, sólo en los meses previos a las elecciones del 2009 se crearon 27,000 puestos nuevos de trabajo en el sector público (el equivalente a crecer en 25% toda la fuerza policial peruana para un país con un tercio de la población).

¿Alguien cree que los políticos griegos estaban en capacidad de administrar con prudencia y responsabilidad un bien público tan importante como la moneda nacional? Si en lugar del euro Grecia hubiese tenido su propia moneda habría sufrido inmediatamente las consecuencias de su irresponsabilidad fiscal y del mal manejo de los fondos públicos: financiamiento cada vez más caro, devaluación, inflación. Pero gracias al euro pudo financiar su déficit a tasas parecidas a las que se financia Alemania, sin devaluación y sin inflación.

Grecia delegó el manejo de la moneda a una institución internacional confiable (el Banco Central Europeo), en la que sus políticos no tienen influencia. Sin embargo eso no corrigió el problema de fondo; sólo lo ocultó.

Cuando Grecia se unió a la eurozona se pensó que el beneficio de formar parte del bloque comercial y financiero sería tan fuerte que el país crecería rápido y su PBI per cápita no tardaría en nivelarse con el de los países más avanzados. Se asumió implícitamente que el crecimiento económico arreglaría la política. Pero ocurrió lo contrario. Ser miembro de la eurozona permitió a los políticos griegos ser aun más irresponsables, porque al no tener una moneda propia no sufrían las consecuencias inmediatas de sus malos manejos. Así, los problemas se acumularon hasta que explotaron. En lugar de invertir con prudencia el dinero que recibían de la Unión Europea, los políticos griegos lo dilapidaron.

La economía no arregla la política. Es al revés. Si no se arregla, el sistema político para generar incentivos al buen gobierno, la economía tarde o temprano sufrirá. Ésta es una lección importante de Grecia para el Perú.

Semana Económica