innovacion

Por Guillermo Quiroga Persivale

Innovación y riesgo no son sinónimos por muy poco. El tema del riesgo en la innovación es una constante estructural. Cuando pensamos en innovación rápidamente se asocian en nuestra mente las ideas de riesgo, cambio, fracaso, miedo y, en menor medida, éxito, por el sesgo humano a centrarnos más en lo negativo que en lo positivo. Es más común ver el vaso medio vacío que medio lleno.

Este preámbulo introduce el tema que quiero compartir en este post. Lo primero a decir es que el riesgo en la innovación no es algo sencillo. Al contrario es sumamente complejo, y además no es un concepto unívoco. Podemos hablar de diversos tipos de riesgo: de producto, porque falla el concepto o el invento; de mercado, por cuanto el usuario no lo adopta; de tecnología, al no entregar lo prometido; y finalmente, el riesgo financiero en el cual la inversión no se justifica económicamente a la luz de los resultados obtenidos.

Sobre este tema ya hay bastante trabajado y escrito. Metodologías, consultores y modelos nos ayudan a minimizar los riesgos. Buenas prácticas nos llevan a tener una aproximación más certera y, sobre todo, a no cometer errores de principiante. Por ello, en este blog -que es de innovación estratégica- me gustaría dar al tema una mirada distinta para que te añada valor. Para ello acudo a la genial idea de Malcolm Gladwell, quien distingue dos tipos de riesgos en la innovación. Al primero de ellos, lo llama el riesgo operativo, el que agrupa a todos los riesgos que hemos estado comentando. El segundo tipo de riesgo lo denomina riesgo social, y hace referencia a temas más profundos del ser humano. Un innovador asume el riesgo social si es capaz de hacer cosas que los demás no aprobarán en primera instancia.

En el riesgo social, el innovador debe pagar el precio de ir contra lo establecido. Hacer cosas que otros criticarán y desafiar las reglas comunes por sacar adelante su idea. Ojalá fuese sólo esto. Deberá, además, poner en entredicho y en boca de todos su nombre, su prestigio, su futuro personal y el de su familia, y en caso de fracasar, pasar a la historia como un perdedor.

Asumir este desafío no es sencillo. La sociedad suele castigar duramente a aquellos que tienden a salirse del molde porque la saca de su zona de confort y la cuestiona. Siguiendo la línea de pensamiento de Gladwell, asumir el riesgo social lleva a tratar nuevas ideas, poner nuestra reputación en la línea, desafiar la sabiduría convencional e incomodar a los que nos rodean. ¿Qué innovador quisiera que la idea a la que le ha dedicado con pasión gran parte de su vida, su trabajo y su tranquilidad económica salga en las primeras líneas de búsqueda de Google con el título “Los 20 inventos más inútiles”, y que además lo hayan visto más de siete millones de personas?

En el mundo corporativo no es más sencillo. Se suele decir que la motivación para innovar la pierden los empleados cuando tienen dos hijos en colegio y una hipoteca que pagar. Es poco común que alguien ponga en riesgo una buena carrera si la cultura corporativa no tolera el fracaso en temas de innovación. Por las mismas razones, los ejecutivos corporativos tampoco quieren ver unidos sus nombres y decisiones a la lista de las peores decisiones empresariales.

Sin embargo, a pesar del alto precio a pagar, hay innovadores y emprendedores que vencen el riesgo social. Podemos citar muchos ejemplos de la historia, de la medicina y también en los negocios. Pero me interesa ahora destacar cuatro casos peruanos de innovación y emprendimiento que son ejemplo de cómo venciendo el riesgo social se ha innovado.

El primero de ellos es Carlos Rodríguez-Pastor con su apuesta decidida a un modelo muy novedoso de banca retail a mediados de los noventa. Puso ‘tiendas bancarias’ en supermercados. La banca siempre ha sido muy tradicional y muy poco propensa al cambio. Un atributo perceptual muy valorado por los clientes es la solidez e, históricamente, este atributo se reflejaba en el lujoso diseño de las oficinas y sucursales. No obstante, se la jugó por el nuevo formato denominado Money Markets, y a a partir de ahí las tiendas bancarias en los supermercados han sido un exitoso pilar de su estrategia. Hoy la evolución de esa idea son las actuales tiendas Interbank Explora. En el siguiente video puedes apreciar al concepto y la innovación que plantean.

El segundo caso es el de Vania Masías, cuya historia está perfectamente contada en este precioso video.

Lo había logrado todo y su carrera profesional estaba en pleno despegue. Pero ante la oportunidad de hacer algo diferente por otros, no tuvo miedo al riesgo social, o que le digan loca por desperdiciar las excelentes oportunidades que tenía en el extranjero. A pesar de todo, fundó la asociación Ángeles D1 para promover la transformación social y la promoción cultural mediante la educación artística y humana de líderes jóvenes de zonas vulnerables, para generar un cambio de actitud en las personas a través del arte y construir un país con más oportunidades para todos.

El tercer caso es Gastón Acurio. Él empezó a estudiar gastronomía mientras seguía la carrera de derecho en Madrid. Estudió dos años a escondidas de su padre, entonces importante político peruano, quien esperaba que su hijo regrese a seguir sus pasos. Pasado ese tiempo, Acurio llamó a su padre para confesarse e informarle que se iba a París a estudiar cocina en Le Cordon Bleu. Más allá de las expectativas frustradas de su padre, en ese momento la gastronomía no guardaba una posición valorada ni de futuro en la sociedad peruana como lo es hoy en día, y Acurio relata que su madre temía que su hijo terminara como ‘un camarero’.

Finalmente, tenemos el caso de Kola Real y la familia Añaños. No tuvieron miedo a empezar un modelo de negocio en contra de todas las reglas, convenciones y recomendaciones de los expertos del sector gaseosas. Tomaron el riesgo social de hacer las cosas a su manera enfocados en el consumidor y hacerle accesible el producto.

Gracias a estos innovadores -y seguramente a otros muchos más que serán motivo de destacar en otro post- hoy el Perú no es el mismo. Interbank cambió la banca personas en el Perú. Actualmente la banca personas local es más conveniente en horarios y servicios que la banca personas de muchos países desarrollados. Nuestra gastronomía ha generado un impacto económico, cultural y social sin precedentes. Contamos con muchos líderes juveniles que están ayudando a otros a tener una oportunidad importante en la vida. Tenemos una multinacional peruana que ha democratizado el consumo de bebidas en nuestro país y el mundo.

El riesgo social no va a desaparecer. Sin embargo, si queremos innovar debemos asumirlo para vencerlo. Para hacer cosas diferentes con impacto, lo primero es pensar diferente y, en paralelo, no congelarnos ante el riesgo social si la oportunidad lo amerita. Disfruta el video de Apple Think Different, que es el manifiesto de los que vencieron el riesgo social de la innovación y cambiaron el mundo.

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