Fawwaz Habbal

Fawwaz Habbal

ProActivo

En el marco de la Cumbre Internacional de Ingeniería organizada por la UTEC, Fawwaz Habbal, decano de la Facultad de Ingeniería de Harvard, brindó a ProActivo un significativo espacio para conversar sobre la brecha existente entre la educación superior peruana y la norteamericana. El reconocido PhD en Física Experimental dejó muchas lecciones útiles para esta coyuntura de grandes cambios. Sin duda, muchos tips que la SUNEDU tendría que aprender.

“En Harvad la autonomía de la enseñanza es un pilar. Los catedráticos normalmente dicen ‘yo decido enseñar este curso en Ingeniería Mecánica porque nadie lo está enseñando y es muy importante.’ En general, no les podemos decir qué enseñar”.

Doctor Habbal, vivimos un proceso de cambios en la educación universitaria y su experiencia puede clarificar el panorama sobre qué hacer en la materia. ¿Cómo funciona el sistema educativo en Harvard?

La decisión para hallar a las personas indicadas que forman parte de Harvard es la clave, sobre todo considerando que tenemos que darles mucha libertad que sea plena, no podemos decirles qué hacer y no los podemos encajonar.

Nuestro modelo educativo, implica una unidad interdisciplinaria con prioridad absoluta en la investigación e innovación.

¿Cómo se manifiesta en la práctica esa premisa?

Por ejemplo, en la facultad de Ingeniería no hay departamentos o divisiones. No hay departamento de mecánica, ni de electrónica ni de geología. Es decir, hay un solo grupo de trabajo en el que se comparten y potencializan los conocimientos.

Yo provengo del campo de la Física Aplicada, y no enseño esa materia. Enseño ingeniería eléctrica, ingeniería mecánica y diseño. Se trata de materias que están muy por fuera de mi área de investigación, pero las imparto. Lo mismo pasa con mis colegas.

¿Eso implica un alto grado de interdisciplinariedad educativa?

Ocurre así: Digamos que usted está en Ingeniería Ambiental y con otra persona en Ingeniería Eléctrica, conversan y descubren algo interesante en el campo de la Robótica, así que trabajan juntos en Robótica.

En cuanto a dinero, damos algo de dinero, de tal manera que la investigación es muy flexible. Entre el alumnado tenemos a los mejores. Eso es lo que hace al programa muy interesante y emocionante.

La autonomía de la enseñanza es un pilar. Los catedráticos normalmente dicen yo decido enseñar este curso en Ingeniería Mecánica porque nadie lo está enseñando y es muy importante. En general, no les podemos decir qué enseñar.

¿El sistema pedagógico en Harvard tiene como esencia la motivación propia?

Tú decides lo que realmente es importante. Por supuesto que hablamos los unos con los otros y hay cursos que sí son requeridos y que tenemos que enseñarlos. No podemos prescindir de ellos, pero en general la gente se inspira en la posibilidad de ayudar y de hacer cosas revolucionarias para la ciencia.

Los desafíos siempre están vinculados a la naturaleza humana. A nadie le gusta el cambio. Si (como periodista) haces ciertas cosas todo el tiempo, lo disfrutas y luego te digo: en lugar de usar tu cámara te pido que por favor uses otra. No te va a gustar porque ya está acostumbrado a su propia cámara.

La libertad de cátedra implica un esfuerzo del docente para trabajar en equipo y persistir en la actualización. ¿Es así?

El asunto siempre será complejo.

Como en todo el mundo, los profesores se acostumbran a cierta forma de hacer las cosas. Les gusta enseñar, hablar y realizar las investigaciones de determinada manera. Sin embargo, las cosas cambian. Por ejemplo, puede ser muy importante que la enseñanza la realicen dos profesores y no uno.

En mi caso, enseño un curso que lo comparto con otro profesor y enseñamos conjuntamente. No es que yo diga aquí está la profesora y que ella dicte una conferencia y yo la otra. Entre los dos decidimos cuáles son los materiales que utilizaremos. Esto es fundamental porque distintas personas vienen con distintas ideas. El otro factor es exigir que el grado académico de los maestros sea superior al de otras universidades. Es nuestra diferenciación.

Siguiendo esa línea, ¿qué hacemos para plasmar con éxito las soluciones que propone la universidad a la sociedad?

No podemos pensar de manera encajonada. Esa era la forma antigua de pensar. Tenemos que pensar en torno a los problemas.

Si el problema lo colocamos aquí. Tal vez haya un componente ingenieril, pero si lo ves simplemente desde una perspectiva ingenieril no vas a resolver el problema.

Imaginemos que quieres construir un reloj mejor. ¿Es un problema para ingenieros? Es más que eso porque el reloj cuando esté en tu poder, tal vez quieras que sea más ligero, tal vez quieras poder verlo en lugares oscuros, o que sea utilizado para invidentes, o por personas sordas. Entonces tienes que entender el entorno muy bien. No puedes hacerlo aisladamente.

¿Puede la universidad generar soluciones para la vida cotidiana?

No lo dudes. El problema es evaluar las zonas urbanas –aquellas con alta densidad poblacional- muy complejas porque la gente vive incluso hacinada, con pobreza, con problemas tal vez de salud, enfrentando temas como la carencia de escuelas y abundancia de basura.

En mi área, por ejemplo, el problema principal es la nieve. Cuando tenemos nieve ¿a dónde la llevamos?, ¿Cómo disponemos de ella? No nos la podemos llevar y no podemos dejarla a un costado porque al día siguiente hay más nieve y más nieve. Se acumula cada vez más y ya no podemos caminar. Fue así que en Ingeniería decidimos trabajar conjuntamente con la escuela de Arquitectura. Fue la primera vez, en Harvard, que se combinaron dos escuelas. Tardé dos años para convencer a la facultad, a la administración.

Para convencerlos tenemos que definir los cursos, así que los diseñamos, elegimos personas que van a dictarlos, que los enseñen. ¿Y adivinen qué? El desafío es ¿cómo vendemos la nueva idea a las personas? Cómo hacemos para que la gente diga sí. Esto tarda su tiempo.

Sin duda, ese espíritu globalizador es parte de la esencia del americano de a pie, ¿qué otros elementos hacen que Estados Unidos sea un país desarrollado?

En mi presentación de esta mañana en la UTEC, señalé que hay algunas cosas en los Estados Unidos que otros países no tienen, tanto buenas como malas.

Si hago algo y tú eres mi hermano, a ti no te importa qué estoy haciendo, te preocupa que me esté yendo bien. Si trabajo haciendo mesas o llevando agua, a ti no te importa. No hay una fuerte presión de parte de la sociedad hacia las personas, eres libre para hacer lo que quieras. Mañana yo podría dejar Harvard y dedicarme a otra cosa y a nadie le importaría, mi familia no me dirá: ¡porqué dejaste Harvard! Incluso hace un tiempo dejé Polaroid (era Vicepresidente Ejecutivo de esa corporación) y pasé de un cargo en el que tenía a 1,500 personas trabajando para mí, a trabajar con apenas dos personas para mí. Todo por una satisfacción personal aportando a la academia. Y no pasó nada Es bueno que la sociedad no tema al fracaso

En Estados Unidos, la gente siempre está dispuesta a olvidar, seguir adelante y pasar la página. Nadie mira demasiado hacia atrás.

Eso no es lo usual, la mayoría de los seres humanos están pegados a las experiencias. Si ganas siempre piensan en cómo ganaste, si fracasas piensan en cómo fracasaste. Allí si fracasa o ganas, en ese sentido no es importante. Claro que la cantidad de recursos que tenemos en los Estados Unidos es realmente increíble.

No obstante, ese individualismo debe tener aspectos negativos

Un punto negativo o desventaja es que si me enfermo también a nadie le importa, el tejido de la sociedad no es muy fuerte. Es bueno y malo. Es bueno para los negocios, pero no del todo en la vida personal. Y tenemos bastante de eso en los Estados Unidos, pues hay muchos recursos: si pongo un anuncio para que se unan a mí en una empresa, puedo hallar a veinte personas en dos días. Las cosas ocurren rápidamente. Pero no solo se trata de dinero, son las mentes de las personas. Eso ocurre actualmente en la sociedad norteamericana.