“Me vuelvo loco si me quedo sin hacer nada”

(Foto: Perú21)

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EL EMPRESARIO AUGUSTO BAERTL DESTACA LAS ENSEÑANZAS QUE HEREDÓ DE SU PADRE.

Cada vez que puede, el empresario minero Augusto Baertl disfruta al máximo de sus viajes a Europa o al Asia.

Si bien podría hacer periplos de placer interminables, el despacho que tiene en su casa clama por su presencia, tanto como él por llegar a revisar los documentos que dejó pendientes.

“Ahora estoy promoviendo proyectos mineros de exploración, además estoy en directorios de Toromocho y Chinalco”, cuenta. Es más, cuando llegamos a su casa nos pidió que esperáramos un poco.

Don Augusto estaba concentrado y mirando fijamente la pantalla de su computadora. Daba la impresión de que había olvidado nuestra presencia. Se le veía corrigiendo hábilmente textos. Cuando concluyó tomó el teléfono y dio algunas indicaciones a su interlocutor de cómo debía complementar el documento.

“Estoy listo”, nos dijo. Esa rutina no le aburre y menos ahora que es el primer peruano miembro del Directorio del PDAC, institución que agrupa a las mineras exploradoras, reconocida a nivel mundial por su importancia en el sector.

“Me vuelvo loco si me quedo sin hacer nada, solo rascándome la barriga, escuchando música o leyendo comics. Soy un hombre de trabajo”, dice Baertl, de 71 años de edad.

Pese a ser un hombre de ciencia, un ingeniero de minas de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), don Augusto subraya: “Seguiré trabajando hasta que Dios me dé salud”.

En el ‘refugio’ que don Augusto tiene en casa, de unos cinco metros cuadrados, sobresale una vitrina con muestras de todo tipo de minerales, además de un cuadro que lo llena de orgullo.

“Mira usted el encabezado de ese cuadro del fondo (se le ve de pie y de fondo tiene un paisaje peruano), ¿qué dice?”. Entonces le respondo, “Un líder, un amigo”. Así es, asiente.

“Yo no me creo especialista en nada, sino en haber sabido manejar un equipo humano, por eso me regalaron ese cuadro fue en el 2003”, cuenta con orgullo.

Don Augusto en sus años mozos tuvo un mentor, alguien que le enseñó los secretos de cómo manejar un equipo humano. “Mi viejo (Ernesto Baertl Schutz) me ayudó mucho con sus consejos, fue toda una leyenda para mí, un hombre maravilloso, mi hermano mayor (Ernesto) también fue mi maestro”, remarca con orgullo y cierta nostalgia. Don Augusto es el menor de ocho hermanos y desde los 10 años de edad acompañaba a su papá, que por ese entonces tenía 70 años, por los diferentes valles del Perú a ver proyectos mineros.

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