Mike Carrizales y amigos

Mike Carrizales y amigos

ProActivo

Rendir homenaje en vida a las personas, en mérito a su desarrollo profesional y aporte a la colectividad, es una virtud de las sociedades que avanzan culturalmente. El Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) ha dado de manera proactiva un gran paso: Este año ha instituido el reconocimiento Medalla Instituto de Ingenieros de Minas del Perú en tres categorías: Medalla, Plata y Oro. El primero en la lista y con Medalla de Oro, es el ingeniero Miguel Carrizales Arbe.

¿Quién es Miguel Carrizales Arbe? Para la mayoría de los profesionales del sector minero es reconocido como el presidente del IIMP en la gestión 2010-2012 y que en la gestión anterior fue vicepresidente. Los más allegados saben que él impulsó la remodelación de la sede institucional con  bellos y cómodos salones para acoger a sus miembros y a la colectividad, entre otras obras.

Sin embargo, lo que el Consejo Directivo del IIMP ha puesto en relieve, va más allá de sus servicios a la institución, alcanza el aporte que ha hecho durante su vida a la minería nacional.

Antonio Samaniego, presidente del IIMP, al conversar con ProActivo detalló que por unanimidad, el Consejo Directivo estuvo de acuerdo con la nominación del destacado profesional que de manera constante aportó a la minería en servicio del país. Ama a la minería y a la patria, precisó.

Por su parte, Jorge Huamán, directivo del IIMP, consideró que quizá se trate del único minero que se ha desempeñado tanto en el ámbito público como privado en altos niveles, por su alto grado de conocimiento técnico. “Es todo terreno”, destacó.

La vida del vital y venerable hombre

“A las personas con 65 años de edad se les denomina adultos mayores, a partir de los 75, veteranos, y desde los 85, son considerados venerables. Acabo de cumplir 87 años y por eso me hice meritorio a este reconocimiento”, fue como se presentó con sencillez, ante el lleno del auditorio que acudió a la ceremonia. De por medio entre los asistentes solo el deseo de oírlo, felicitarlo y abrazarlo.

La ceremonia se hizo en Lima porque su salud ahora le impide la altura, incluso la de Arequipa que no se asemeja a la que vivió durante su dinámica vida profesional: entre los 3,500 y 4,800 metros de altura.

Cuánto determina la educación escolar

Aprovechó la formación escolar del emblemático Colegio Guadalupe cuando estudiaban en la mañana y en la tarde; y medio día los sábados. En ambientes con modernos laboratorios y profesores que en su mayoría eran destacados catedráticos.

En esas aulas fue cautivado por el estudio de la Tierra, los cristales y minerales, así como por la filosofía, la de Kant y el sentido del deber. Estudió Geología en San Marcos.

De niño vivió la época de un país que trabajaba por su reconstrucción frente a la devastadora Guerra con Chile. La intelectualidad de la época llegó a un consenso que ahora pareciera haberse olvidado: la educación escolar y superior, es la forma de vencer cualquier crisis.

De geólogo a minero

Quiso ejercer la geología pero el destino lo puso en minería y brilló como tal. Se convirtió en un experto en la extracción minera y su beca de posgrado en Montana School of Mines y en Colorado School of Mines, en los Estados Unidos, complementaron su práctica.

Trabajó para la Cerro de Pasco Copper Corporation cuando era la empresa líder mundial y en ella solo ejercían los cargos de mando aquellos profesionales de sólida preparación académica y con experiencia comprobada. En su mayoría eran extranjeros.

Miguel Carrizales, aprovechó el inglés básico aprendido en el Guadalupe para comunicarse; y para sacar el mineral, de manera certera y segura, aplicó el conocimiento de San Marcos. Agregado a su calidad humana y valores -fruto del hogar y de los lugares donde estudió- tomó al destino de la manera más entusiasta y responsable. Cualidades por las que tuvo las puertas abiertas por donde andaba.

Recuerda con cariño los huaynos cerreños, los viajes por distintas partes del mundo, los que visitó siendo gerente de Ventas  en Perú, de la grande Atlas Copco. Se convirtió en un capacitador “top”, de la maquinaria de dicha firma para minería subterránea, por diversos países. Por ello recorrió Europa muchas veces, al punto de tratar con el mismo dueño de Atlas Copco AB, Peter Wallenberg.

La producción minera es el objetivo: Es un técnico

Sus jefes, desde que empezó a trabajar en la minería -a los 21 años- son una lista de destacados ingenieros reconocidos  por las mejores universidades en el mundo, tanto por sus estudios, como por las nuevas aplicaciones técnicas en el ejercicio de la ingeniería de minas.  A la “Cerro”, llegaban los mejores ingenieros.

Ese conocimiento ganado en las minas de Morococha (principalmente), Casapalca, Cerro de Pasco y San Cristóbal, que tenían distintos métodos de explotación, le dieron la solvencia técnica para ser llamado a ocupar la Vicepresidencia de Minero Perú. Allí aplicó lo último en tecnología para maquinaria y minería. Fue así como logró poner en valor, la que pronto será la mina más grande del país y quizá del mundo: Cerro Verde.

En Cerro Verde puso en valor la rica zona de Santa Rosa, luego que estuviera dormida, como una simple reserva por la empresa Anaconda. Le pidieron producción minera y eso fue lo que hizo con geólogos peruanos.

En cuanto al aprovechamiento del mineral, recurrió a un equipo de destacados metalurgistas todos connacionales, que también tenían la formación técnica de la  norteamericana “Cerro”. Con un pequeño equipo de profesionales logró la hazaña de instalar la primera planta en Perú de Extracción por solventes orgánicos y electrodeposición, que fue la segunda en el mundo, además de construir la refinería de cobre en Ilo. Asimismo continuó con la perforación diamantina en Quellaveco y se hizo el estudio geofísico de inducción polarizada que determinó la ubicación del manto de Tintaya. Durante su gestión, también se inició la construcción de la planta de tostación de Lurgi de Alemania para la refinería del zinc en Cajamarquilla – Lima.

Un valioso eslabón

“Fui el eslabón entre la minería tradicional y la moderna, que empezaba a mecanizar el trabajo en el interior de la mina (…). La Cerro fue la verdadera universidad para mí”, refirió al auditorio.

Poco tiempo fue docente, pero esa noche dejó  algunas lecciones: “Valoré la puntualidad en el trabajo y el  ordenamiento al detalle para el día a día, que consistía en saber qué ocurrió en la guardia de noche y viceversa, para seguir con la jornada, dando las directivas a los trabajadores, a los capataces, a los sobrestantes y a los jefes. Algo muy diferente al planeamiento que es de mediano y largo plazo.

“Asimismo, aprendí sobre la seguridad, la lucha contra el desperdicio y el respeto a los superiores y a los trabajadores. Porque una vez que ingresas al socavón, todos tienen un solo propósito y una responsabilidad: producir, cuidarse y cuidar a los demás. Los superiores no solo daban órdenes, también daban el ejemplo”, refirió.

“Aprendimos que solo los jefes hacían las tareas de rescate. Eran ellos quienes ingresaban, no así los capataces ni los sobrestantes, menos los trabajadores, eran cuadrillas especializadas (…), con un bono de 50 dólares por mes”, agregó.

“Adquirí y practiqué el conocimiento que impartían mis superiores, quizá por ello fui acertado como jefe, algo que siempre me reconocieron y por ello era promovido constantemente. En las minas de vetas apliqué mis conocimientos de geología estructural y tuve éxito siguiendo splits y ramales tensionales para ponerlos en producción”.

Aquella noche fue el inicio de una loable tarea que el IIMP realizará cuando se den las personalidades meritorias.