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Natasha Stott-Despoja AM, Embajadora de Australia para las Mujeres y Niñas

Este es un año hito para el Día Internacional de la Mujer y un año especial para el Movimiento Internacional de la Mujer.

Veinte años atrás, 17.000 participantes y 30.000 activistas se reunieron en Beijing para la inauguración de la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer, un número sin precedentes.

Los participantes tenían un propósito muy claro: igualdad de género y fortalecimiento del rol de la mujer en todo el mundo.

En esa oportunidad se emitió la Declaración de Beijing y se desarrolló la Plataforma de Acción, los cuales se adoptaron por unanimidad en 189 países. Fue un hito en materia de cooperación internacional para asegurar los compromisos sobre el lenguaje y la intención sobre los derechos de la mujer.

No hemos visto, desde entonces, una declaración tan categórica de apoyo para mujeres.

Desde que se realizó la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer hemos progresado. Sin embargo, no hemos alcanzado lo que se anhelaba en el año 1995, veinte años atrás.

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A nivel global, más de una de cada tres mujeres ha sido golpeada, forzada sexualmente o abusada de alguna otra forma.

Durante los últimos veinte años, hemos visto que el porcentaje de mujeres en los parlamentos alrededor del mundo, subió de un 11.3% a un 22% al día de hoy. Hoy solo uno de cada cinco parlamentarios es una mujer, lo cual simplemente no es suficiente.

Asimismo, las mujeres reciben en promedio un sueldo entre un 10% y un 30% menor al de los hombres. En Australia, la brecha de sueldos ha alcanzado su punto más alto desde los compromisos adoptados en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer.

Estas estadísticas son crudas, pero también existen muchas historias inspiradoras para
el cambio y el progreso. Historias en las cuales Australia es protagonista.

Durante la Presidencia de Australia en el G20, los Líderes del G20 se comprometieron a tomar medidas para reducir la brecha de participación laboral entre hombres y mujeres en las economías del G20, creando un potencial para llevar a 100 millones de mujeres a formar parte de la fuerza laboral global en los próximos diez años.

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Como Embajadora australiana para las Mujeres y Niñas, he viajado a 17 países a lo largo de la región del Indo-Pacifico y sus alrededores, para entregar un mensaje simple e indiscutible: la prosperidad global y la igualdad de género están conectadas indisolublemente.

Me he reunido con mujeres que han sobrevivido a la esclavitud y al abuso extremo en dicha región. Más recientemente, en Camboya, conocí a mujeres jóvenes en la organización Hagar Internacional, quienes con el apoyo australiano, están construyendo una nueva vida.

En India, he trabajado con mujeres jóvenes con el objetivo de estimular sus aspiraciones de liderazgo.

El mes pasado, en Birmania, estuve conversando con mujeres negociadoras que están contribuyendo al proceso de paz de Birmania acerca del compromiso de Australia en el marco de la Agenda de la Mujer, la Paz y la Seguridad en dicho país.

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La región del Pacífico constituye una prioridad especial para Australia, debido a que valoramos la cercana colaboración de nuestro gobierno y la sociedad civil para enfrentar los altos niveles de violencia contra la mujer y en construir esfuerzos regionales para la promoción del liderazgo y el empoderamiento económico de la mujer.

En noviembre pasado, viajé a Fiji y celebré ahí el día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, junto a vendedoras del mercado Lautoka, quienes, con el apoyo de Australia y de ONU Mujer, pueden ahora participar sin riesgos en las actividades económicas de su comunidad.

Todos nosotros: mujeres, hombre, niñas y niños, tenemos un rol que jugar en este trabajo.

Este año, más que nunca, reconocemos la perseverancia de todos aquellos que están trabajando por la igualdad de género. Puede resultar desalentador mirar veinte años hacia atrás y recordar que, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, estamos lejos de estar donde necesitamos estar.

Como una comunidad global, debemos mantener nuestro compromiso para completar lo que comenzamos en Beijing en 1995.