(Foto: Rigoberto Aliaga/La República)

(Foto: Rigoberto Aliaga/La República)

El economista acaba de ser incluido en la lista de los 25 mentes más brillantes del planeta. Afirma que muchos de ellos creen que las reformas de los noventa las hizo Montesinos. Las pequeñas compañías le dicen a las grandes: ódiame, pero no me seas indiferente.

Hernando de Soto acaba de ser incluido en la lista de las 25 mentes más brillantes del planeta. Se trata de una suerte de ranking del conocimiento a cargo de la revista Handelsblatt. Salió en el puesto doce y es el único Latinoamericano.

La distinción fue dada a conocer en el especial “Los pensadores más grandes”, de la mencionada revista.

Por estos días, el economista está en Lima. Desde su despacho recuerda la conversación que la semana pasada tuvo con un colega. Hablaban sobre el papel de los empresarios, apunta mientras gesticula, mueve las manos y observa la mesa de su enorme estudio.

“Hay quienes dicen que el problema con las grandes empresas peruanas y la razón por las que los pequeños no las quieren; no es porque creen que han conspirado contra ellos”.

¿Entonces por qué no las quieren?
La respuesta que me dio mi amigo fue con un vals. Él sostiene que las pequeñas empresas les dicen a las grandes: ódiame, pero no me seas indiferentes. El problema con la gran clase empresarial peruana es su gran indiferencia frente al resto del país y el país lo siente. Cuando este país se radicaliza, se radicaliza fuerte.

¿Qué hacer?
Las organizaciones gremiales de los empresarios no son movimientos de integración. Pero el gran culpable acá es el Estado que no está a la medida de la etapa histórica en que está el Perú.

¿Esa es la percepción que tiene de los empresarios?
Hay todo tipo de empresarios. Les falta reconocer cuánta infraestructura legal fue cambiada para que pudieran avanzar. El problema es su gran indiferencia. Ellos tienen la idea de que Montesinos hizo todo esto.

Realmente creen en que Montesino hizo reformas…
Sí, claro. Los empresarios tienen organizaciones esencialmente gremiales, que defienden intereses y eso es como está formado el Perú. Soy de los que cree que los empresarios deben hacer empresas. Creo que la responsabilidad social es una tarea del Estado. Lo que quiero de un empresario es que haga buena empresa porque de esa forma van a hacer un país exitoso. Hay un especie de ‘no muevan el barco’.

¿Se resisten al cambio?
Hay una resistencia. A todos los empresarios les da miedo, pero son muy distintos a los extranjeros. Lo empresarios que vienen de afuera más bien lo hacen porque les entusiasma el cambio. Estoy hablando como gremio, pero no como personas.

Los empresarios afirman que no les gusta la política…
Pero todos están metidos en política. Hace muchos años, cuando tenía el dinero que ya no tengo, hicimos unas estadísticas sobre cuántos empresarios viven en Lima y cuántos en provincia. El 90% de ellos está en Lima, pese a que su compañía está en el interior del país.

¿Qué lectura le da a esto?
Esto quiere decir que es más interesante para ellos estar al lado de donde se dictan a las normas en lugar de estar al costado de su fábrica. Eso es pésimo para el país. El Estado bota 100 normas al día. No culpo al empresariado de eso, sino que es una víctima del sistema.

¿Por qué no ha tenido una vida políticamente más activa en el Perú?
Me han dicho varias veces que sea el ministro de Economía.
¿Y por qué no acepta?. Alguien podría decir, de forma muy mezquina, este Hernando de Soto es un gran pensador, pero no un administrador.

Lo que he querido es evitar el uniforme. La primera gran regularización del Perú, entre 1989 y 1990. Yo estuve en ese equipo. Allí empezó la reforma para lograr la formalidad. Había que desarmar ciertos esquemas, pero desarmarlos con la voluntad de los pueblos. Hicimos cerca de mil normas. Y sabe ¿cuál fue la última? La Constitución de 1993.

¿Pero le insisto, por qué no asumió un cargo?
A mí me ofrecieron ser primer ministro. En el caso de Fujimori, recuerdo haber dicho: Usted quiere ser presidente y primer ministro, no me va dejar hacer las cosas. Le dije que yo prefería hacer las reformas. En todos los países del mundo hay un Rasputín, yo quiero ser Rasputín, quiero estar allí y tener el mismo poder. Lo que hijo Fujimori fue darme el título de representante oficial del Presidente y Zar Antidrogas.

¿Por qué se pelea con Fujimori?
Se forman los sistemas de defensa contra Sendero, que se les llamó ronderos. La idea era que el mundo entendiera de que no eran paramilitares. Así en 6 meses se ganó una guerra interna. Muchos de nuestros aliados eran campesinos y cocaleros. Estos últimos acusan a Montesinos de mandar a matar a sus dirigentes. Cuando eso courre lo reto al Presidente que se denuncié ante el Fiscal.

¿Eso no ocurrió?
No ocurrió, y ellos eran nuestros aliados. Me voy en enero de 1992.

¿Y cuándo se reenganchan?
Luego del autogolpe que yo condeno, me llama, los americanos también, pues había que convencerlo de que no podía hacer un golpe, pese a que tenía un sólido respaldo del empresariado, siempre tan corajudo, y de un alto porcentaje de la población. Así se arma la conferencia de las Bahamas para que Perú se comprometa a los cambios, entre ellos la Constitución de 1993. Todo sin ser un político profesional.

¿Ya lo llamo algún candidato?
Algunos.

Va a contestar al llamado…
Conversaré con todos. No me voy a sumar a ningún equipo.

¿Se atrevería a adivinar, quién será el próximo presidente del Perú?
No, soy muy malo para eso. La prueba es que nunca he votado por un ganador. Siempre voto por el honrado y sale el otro.

¿Usted en 1990 votó por Fujimori?
Sabe que nunca he contestado esa pregunta.

Hoy es un buen momento para hacerlo…
No se la voy a contestar, porque podría dar a entender que tengo una inclinación en especial y no la tengo.

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