Pucallpa: ¿la palma aceitera agudiza o contiene el cambio climático?

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En entrevista concedida a Rumbos, Diego García Soria, especialista del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP Ucayali), reflexiona sobre la conveniencia o no de cultivar palma africana en la Amazonía.

La demanda por el aceite de la palma africana se incrementa en el Perú. Lo bueno, nuevos empleos e inversión para el desarrollo agroindustrial en el país. Lo malo, se deforestan miles de hectáreas para su cultivo. Lo feo, más de 150 000 hectáreas de bosques primarios de la Amazonía peruana estarían en peligro ante este crecimiento.

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Rumbos viajó a Pucallpa (Ucayali) y conversó con Diego García Soria, especialista en Secuestro de Carbono del Instituto de Investigaciones de la Amazonía Peruana (IIAP), sobre la polémica planteada en referencia a la palma africana y su relación con el tema ambiental y climatológico.

El Perú cuenta con 74 millones de hectáreas de bosques, lo que representa el 70 por ciento de su territorio. Foto: Ángel Chávez

Actualmente, existen 60 000 hectáreas de palma aceitera en la selva, además de un proyecto agroindustrial en trámite que ocuparía 113 000 hectáreas, según una publicación de Oxfam Internacional en la que se concluye que, a corto plazo, dicha cifra se triplicará en Loreto, Ucayali y San Martín.

Al respecto, el experto señaló que, por temas de productividad, conviene sembrar la palma en bosques secundarios y primarios. Si lo hacen en tierras degradadas el rendimiento es menor, por lo que tendrían que ocupar más hectáreas de bosque.

La tierra después de cualquier cultivo, empobrece. Pero existen mecanismos para recuperarla. Un mecanismo natural es dejarla descansar de 10 a 15 años. Así el suelo tiene mejor contenido de nutrientes”, explica.

La palma y el cambio climático

Pero no todo estaría perdido. Y es que la planta africana también serviría como secuestrador de carbono. “En el IIAP se está viendo el tema de la palma aceitera a nivel de la acumulación de carbono”. Los estudios demuestran que una héctarea trabajada durante 25 años, captura 50 toneladas de carbono, la cuarta parte de lo que captura un bosque.

Diego García Soria, especialista en Secuestro de Carbono de la IIAP Ucayali, explica los avances de sus estudios. Foto: Ángel Chávez

De acuerdo con los resultados preliminares de la investigación realizada en 2012 por el IIAP Ucayali y la Universidad Nacional Intercultural de la Amazonía (UNIA), un bosque de una hectárea puede almacenar hasta 200 toneladas, mientras que los pastizales (un área degradada), solo seis toneladas“.

Entonces, concluye García Soria, si se siembra la palma en áreas degradadas como los pastizales, la retribución sería mayor, porque la palma aceitera es capaz de capturar 50 toneladas, lo que redundaría a favor del medioambiente.

El especialista reveló que en la región Ucayali hay 150 000 hectáreas degradadas(suelos usados y degastados) en las márgenes de la carretera Federico Basadre y de las vías que van a Puerto Inca y al Kilómetro 86, entre otras.

“La siembra de palma africana en áreas degradadas permitiría recuperar ese suelo para otros cultivos, además de capturar carbono”, asegura el experto.

A pesar de ello, la polémica sigue abierta y el fantasma de la palma aceitera se presenta como una amenaza para el bosque.

Una hectárea de palma aceitera puede capturar hasta 50 toneladas de carbono. Foto: Ángel Chávez

Los datos

El IIAP trabaja en el mejoramiento genético del camu camu, para obtener una semilla vegetativa que mejore la calidad, productividad y resistencia del cultivo frente a las plagas.

En otra investigación respecto al flujo de los suelos, García Soria indicó que los pastizales son los que más contaminan (productor de CO2), mientras que los plantaciones de cacao, son las menos contaminantes.

Revista Rumbos- La República