Golfo Pérsico

Las monarquías petroleras del Golfo recortan gastos y buscan diversificar sus fuentes de ingresos a causa del derrumbe de los precios del crudo, pero los analistas estiman que deberán redoblar esfuerzos para acabar con sus déficits.

Los altos precios del barril permitieron a los seis países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) acumular excedentes presupuestarios a lo largo de una década, pero en 2015 tendrán un déficit acumulado de 180.000 millones de dólares.

Imagen tomada el 27 de febrero de 2013 de una terminal de almacenamiento de Gulf Petrochem en el emirato de Fuyaira, en los Emiratos Árabes Unidos (AFP/AFP)

“Creemos que los precios del petróleo permanecerán en su nivel actual durante varios años”, afirmó la directora general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, durante una reciente visita a Catar.

Lagarde recomendó a los países del CCG reducir su dependencia del petróleo, que representa el 90% de sus ingresos.

El superávit de estos seis países -Arabia Saudí, Bahréin, Catar, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait y Omán- cayó de 182.000 millones de dólares en 2013 a 24.000 millones en 2014, según el FMI. Además, Arabia Saudí, Bahréin y Omán cerraron 2014 con números rojos, por primera vez desde la crisis financiera de 2009.

El precio del petróleo perdió un 50% de su valor desde junio de 2014 y el FMI prevé una reducción de ingresos de 275.000 millones de dólares de los países del CCG en 2015.

De todos modos, las ‘petromonarquías’ tienen un confortable colchón de reservas de 2,7 billones de dólares, acumulados durante los años fastos, lo cual les permite, según el FMI, encarar de forma progresiva las reformas económicas y la diversificación de sus fuentes de ingresos.

Sin embargo, existen otros desafíos. “La magnitud del problema es mucho mayor esta vez, porque los subsidios y los salarios aumentaron enormemente estos últimos años y representan actualmente el 90% de los gastos corrientes”, señala M. R. Raghu, del Kuwait Financial Center, un centro de estudios.

Los subsidios y salarios de los países del CCG entre 2008 y 2013 ascendieron a 550.000 millones de dólares, según el FMI.

Los seis países abrieron además las arcas, gastando decenas de miles de millones de dólares, después de la Primavera Árabe de 2011, para apaciguar a sus poblaciones o ayudar a algunos países vecinos.

El FMI y el Banco Mundial calculan en 60.000 millones de dólares el monto de las subvenciones a la energía en 2014. Pero esa suma se eleva a 175.000 millones si se tienen en cuenta otros subsidios y ayudas públicas.

– Tímidas reformas –

Las reformas adoptadas hasta ahora para acabar con el problema son más bien tímidas.

Los Emiratos Árabes Unidos liberalizaron en junio los precios de los carburantes y uno de ellos, Abu Dabi, aumentó el precio de la electricidad y anunció su intención de consagrar unos 80.000 millones de dólares a diversificar su economía.

En Kuwait, el diésel y el carburante para aviones se venden desde inicios de 2015 a precios de mercado. Los gastos públicos se recortaron un 17% y las facturas de agua y electricidad aumentarán próximamente.

Catar ya anunció su intención de proceder a recortes de gastos y de subsidios. Omán y Bahréin, que disponen de menos recursos petroleros, tienen planes similares.

Pero todo eso “resulta insuficiente y todavía queda mucho camino por recorrer”, afirma Shanta Devarajan, economista jefe del Banco Mundial para Oriente Medio y África del Norte. “Las medidas tienen que centrarse en las reformas, el desempleo y la diversificación, y hacen falta muchas más medidas”, dijo Devarajan a la AFP.

El FMI recomienda en particular iniciativas para aumentar la eficiencia energética y reducir las masas salariales.

En caso contrario, los países del Golfo se verían obligados a aplazar proyectos importantes, como apunta la agencia de calificación financiera Standard and Poor’s.

Para la consultora kuwaití Al-Shall, los países del CCG solo buscan “ganar tiempo”, en lugar de emprender “una verdadera cirugía, centrando la atención en los gastos inútiles y en la corrupción”.

Según M. R. Raghu, las ‘petromonarquías’ deben resignarse a la idea de que “la era del barril a 100 dólares ha acabado y de que habrá que vivir con un barril a 40 o 50 dólares”.