Foto: El Comercio

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Vayan quitándole la letra P a las siglas AFP. Como apunta en Twitter el economista Elmer Cuba, el proyecto del Congreso de liberar los fondos previsionales cuando se cumplan los 65 años le quita el espíritu pensionario a esta modalidad de ahorro. Si este proyecto se aprobara, estaríamos frente un mecanismo que nos obliga a ahorrar hasta los 65 años para luego usar ese dinero como mejor dispongamos.

La idea podría derivar en el fin total de las AFP al perder estas su sentido original o, paradójicamente, generar una migración masiva desde la ONP al sistema privado al dar este la oportunidad de llevarse un gran fondo en lugar de recibir una exigua pensión.

La oportunidad política para llegar a esta confusa situación la dio la SBS al prepublicar las nuevas tablas de mortalidad para el Sistema Privado de Pensiones. En términos de comunicación y discusión de una política pública, el anuncio fue una comedia de errores.

A pesar de que las tablas estaban listas hace meses, no se coordinó nada con los principales grupos de interés: el gremio de AFP lanzaba una nueva y alegre campaña de publicidad, el presidente del gremio de seguros estaba en Marruecos, el ministro de Economía y el presidente del BCR clamaron desconocimiento luego de la presentación.

En conferencia de prensa el 30 de octubre, el superintendente adjunto de seguros, Luis Fernando González Prada, lanzó la nueva tabla con un mensaje alarmista: “a más expectativa de vida, menores pensiones”. Fue refutado por su propio jefe, Daniel Schydlowsky, días más tarde en una ronda de entrevistas con varios medios.

En su conversación con El Comercio, Schydlowsky, afirmó que las pensiones no se reducirían porque la proyección de mayores tasas de interés en el futuro compensaría el efecto de las nuevas tablas y porque las aseguradoras que ofrecen rentas vitalicias ya incorporaban en sus cálculos que la mayor expectativa de vida.

Nada dijo sobre las normas de calce que aplica la SBS a estas empresas. Pero, según el presidente de la Asociación de Empresas de Seguros (Apeseg), Eduardo Morón, una simple modificación de esta regulación volvería irrelevante el impacto de las tablas.

Schydlowsky le dijo anoche a Canal N que la SBS postergaría la entrada en vigencia de las tablas de mortalidad porque habían recibido demasiados comentarios. Resulta poco probable que esto sea así. Las tablas de mortalidad son complejos cálculos actuariales y la guía metodológica que permitiría hacer comentarios a los pocos actuarios que trabajan en el Perú aún no ha sido publicada. Si hay una andanada de comentarios, la SBS debe transparentarlos.

La existencia misma de las AFP se presta para un intenso debate económico, psicológico y filosófico. El pésimo manejo de la SBS de la prepublicación de las nuevas tablas de mortalidad hizo que esta discusión quedara reducida a la caja de Pandora de un Congreso en tiempos de elección y reelección.

El Comercio