La atarjeaDespués de El Cairo (Egipto), Lima es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un desierto, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Esto explica por qué, pese a albergar a más del 30% de la población peruana, solo cuenta con el 2,2% de los recursos hídricos del país, de acuerdo con un reciente informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).

Este 2,2% equivale a 282 millones de metros cúbicos (m3) para una población de casi 10 millones. Esto es relativamente bajo si se compara con los 800 millones de m3  que tiene Bogotá para una población de 6,7 millones.

Los recursos hídricos, que provienen en un 80% de la cuenca del río Rímac (el 20% restante procede de las cuencas de los ríos Chillón y Lurín), no son suficientes para satisfacer la demanda capitalina de 700 millones de m3 anuales, proyectada por el Servicio de Agua Potable y Alcantarillado de Lima (Sedapal). De hecho, al 2015, los limeños demandan 28% más del agua potable disponible; hacia el 2040, la brecha ascendería hasta un 65%,  de acuerdo con proyecciones de Sedapal.

Lima y su red de pozos subterráneos ante eventual falta de agua

RACIONAMIENTO POR HUAICOS

A la escasez de este recurso se suma la caída consecutiva de huaicos en la zona alta de Huarochirí y Chosica durante los primeros días de febrero. Ello enturbió el agua del río Rímac y causó el cierre temporal de la bocatoma de la planta La Atarjea, en El Agustino. Por esa razón, se activó un plan de racionamiento en Lima y Callao que afectó el abastecimiento en las partes altas de la capital, como el Cercado de Lima, por falta de presión.

“Nuestra planta de tratamiento [La Atarjea] cuenta con dos reservorios que tienen una capacidad combinada de 1,5 millones de m3 de agua. Esto nos permite abastecer a Lima de agua potable durante 17 horas continuas sin tener que alimentarnos del río Rímac. Esa es nuestra autonomía actual”, explica Yolanda Andía, gerenta de Producción y Distribución Primaria de Sedapal.

La turbiedad del agua es un problema frecuente en esta época del año debido a los deslizamientos, pero también incide la alta contaminación industrial y minera que prevalece en las zonas altas de la cuenca del río Rímac, afirma Andía.

Según Sedapal, en el 2015 se ha proyectado un gasto aproximado de S/.60 millones solo para comprar insumos químicos que permitan potabilizar el agua fluvial, lo que representa un aumento del 250% del gasto en este rubro con respecto al 2013.

El Comercio