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No es fácil ser jefe por primera vez y se trata de un reto mayor si se llega al puesto de supervisor de muy joven. Hoy por hoy ha dejado de ser una peculiaridad encontrar jefes que se encuentren al principio de sus 30s o incluso a mitad de sus 20s. La tarea de los altos directivos es asesorar a estos nuevos jefes para que superen con éxito este paso en su carrera. Este artículo describe la situación y provee consejos al respecto.

EL PROBLEMA

Lo que suele ser el más común de los traspiés al empezar esta nueva etapa reside en gestionar la relación con los subordinados. Es un arte: la capacidad de identificar y lograr el nivel adecuado de flexibilidad y exigencia.

Los escenarios que hacen de este reto más complejo cuentan con variedad de matices. Desde ser un jefe novato en una nueva cultura empresarial, supervisar a profesionales que son mayores que ellos y hasta a profesionales que fueron sus colegas anteriormente.

Existen 2 perfiles típicos, que describo a continuación:

 1.    Los verticalistas crónicos

Éstos se enfocan en proyectarse duros y dejar bien en claro quién es la autoridad. Aún no caen en cuenta de que el título no hace al jefe –que no otorga ni respeto ni influencia, por defecto.

En nuestra sociedad, este tipo de jefe joven denota un tipo de autoritarismo que linda con la soberbia. A causa de su raudo ascenso por la escalera corporativa, al joven supervisor se le suben los humos, pierde la perspectiva y sencillez esenciales en todo genuino líder.

 2.    Los mejores amigos

Están los que se van al otro lado del espectro y priorizan ante todo ganarse la simpatía de su equipo. Su creencia se basa en: “si soy popular será más fácil conseguir que trabajen al ritmo y modo que quiero”. Se esfuerzan tanto por caer bien, que nunca encuentran la confianza en sí mismos para identificar el momento que ‘pide’ ponerse firmes.

Por más buena intención que tengan, unos aflojan mucho la cuerda y otros tiran demás: no se puede ser tan horizontal que se omita el liderazgo, ni tan vertical que desmotive.

EL ORIGEN DEL PROBLEMA

En ambos casos, el traspié parte de la inseguridad y en esforzarse en exceso. Esto nunca pasa desapercibido, genera estragos en la moral y la productividad del equipo.

Aquí se trata de encontrar un lugar propio dentro de un rango central. Donde se escuche, motive, promueva la colaboración y contribución creativa, mientras también se guíe y se tomen decisiones con responsabilidad.

Es de esperar que la gran mayoría logre su primera oportunidad de ser jefe por contribuciones y capacidades que le hicieron destacar en su antiguo puesto. Esto, sin embargo, no garantiza que se cuente con las habilidades blandas para, día a día, gestionar y formar un equipo cohesivo.

RECOMENDACIONES

Para lograr el nivel de balance adecuado se requiere tiempo y la capacidad de tomar conciencia del impacto propio. Resulta muy práctico contar con el apoyo de alguien con mayor experiencia, quien haga de mentor -sea dentro o fuera de la empresa- y pueda asesorar al jefe joven en este territorio lleno de nuevas dinámicas.  Adicional o alternativamente, existen talleres y servicios de coachingprofesional que se enfocan en la gestión de equipos, identificando puntos ciegos y puliendo habilidades blandas, principalmente.

Como describimos anteriormente, el mayor enemigo de los nuevos jefes es la inseguridad y ansiedad que los llevan a tomar acciones precipitadas. En ese sentido, aconsejamos cautela. En la mayoría de casos, es preferible no hacer nada antes de tomar acciones que agrandan problemas o crean problemas nuevos.

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