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En el período 2015-2017 la producción minera del Perú dará el salto más grande de toda su historia. Serán más de un millón de toneladas de cobre las que se añadirán al flujo de producción corriente de este metal, duplicándola.

El impacto de esta marea metálica –generada por cuatro megaproyectos– será formidable. El Banco Central de Reserva (BCR) estima que el PBI minero crecerá, debido a ello, a tasas de dos dígitos en el 2016 y el 2017 (tras anotar cifras negativas en el último lustro). Pero esta dinámica será de corta duración. ¿La razón? La ausencia de nuevos megaproyectos mineros en el horizonte mediato.

CRISIS PROFUNDA
Cuentan quienes asistieron al PDAC 2015 (Toronto), el congreso de exploración minera más grande del mundo, que el ambiente que se respiraba era de resignación, pues se creía que el sector ya había tocado fondo y solo cabía esperar su resurgimiento.
“Seis meses después, estamos más al fondo todavía”, refiere Miguel Cardozo, presidente de la minera junior Alturas Minerals.

El continuo descenso de los precios de los metales (que recorta los ingresos de las compañías mineras) y el recrudecimiento de la conflictividad social han empañado aun más el horizonte para la minería.

Reflejo de este desaliento es la decisión de las empresas mineras de reevaluar sus proyectos y recortar, aun más, sus presupuestos de exploración y fuerza laboral. Como consecuencia, la inversión minera volverá a anotar un nuevo descenso este año y los subsiguientes (ver gráfico).

IMPACTO EN EL PBI
No obstante, la actividad económica sí se verá beneficiada, debido a la materialización de cuatro grandes inversiones gestadas en época de bonanza minera (2012), y puestas en marcha en los años posteriores de desaceleración económica: Toromocho (US$3.300 mlls.), Constancia (US$1.800 mlls.), la ampliación de Cerro Verde (US$4.600 mlls.) y Las Bambas (US$10.000 mlls.).

Mediana minería peruana marcará la pauta de inversiones al 2018
La puesta en producción de estos cuatro megaproyectos disparará el PBI minero en el período 2015-2017. Elmer Cuba, socio de Macroconsult, anota que esta dinámica tendrá un impacto en el PBI nacional de 1 a 1,2 puntos porcentuales en promedio.

“El problema es que este salto acabará en el 2017. Luego de ello, la minería perderá impulso y aportará cero al crecimiento. Para que esto se revierta, se debería iniciar la construcción inmediata de Tía María, Quellaveco y Conga, a fin de que empalmen en el 2018 [los pórfidos de cobre se construyen en 2 o 3 años]. Pero como ello no está sucediendo, habrá un largo hiato”, remarca. ¿Qué están haciendo, entre tanto, los productores mineros?

REPLIEGUE MINERO
La opinión generalizada entre los analistas del mercado de metales es que los precios del cobre y el oro (nuestros principales productos de exportación minera) se recuperarán en el 2017 o el 2018. Pero eso no parece impresionar a los inversionistas del sector.

“La época de la exploración greenfield (de nuevos yacimientos) se ha terminado por un tiempo”, apunta César Aguirre, ex gerente de exploraciones de Hochschild Mining.

Hoy, las empresas mineras se limitan a desarrollar proyectos en su zona de confort: el radio de acción de sus unidades mineras (lo que se denomina proyectos brownfield). Ello explica por qué los grandes proyectos mineros que se avecinan (dos o tres, a lo sumo) se enfocan en minas existentes.

“El caso más llamativo es la ampliación de Toquepala (US$1.200 millones), que Southern Copper se apresta a construir, y que arrancará a fines del 2017”, anota Sebastián Cruz, analista de Kallpa SAB.

Otras ampliaciones que se avecinan –si no median inconvenientes– serían las de Toromocho (US$1.300 mlls.) retrasada por problemas geológicos y metalúrgicos; y la de Marcona (US$1.800 mlls.).

El restante portafolio de inversiones mineras al 2018 está constituido por una decena de proyectos medianos que (da la casualidad) son desarrollados mayoritariamente por mineras peruanas.

ESFUERZO NACIONAL
Es el caso de Cía. de Minas Buenaventura, que se prepara a poner en producción su proyecto aurífero Tambomayo (US$250 mlls.), mientras avanza el desarrollo de San Gabriel (US$700 millones), su siguiente mina de oro. También el grupo Aruntani alista dos nuevas minas: Anubia (US$90 mlls), de oro, y Acana (US$130 mlls.), de cobre, en los próximos dos años.

“Otro proyecto que terminaremos de ver en el 2016 es la ampliación de El Brocal (más de US$300 mlls.), inversión iniciada mucho tiempo atrás, pero que ha demorado en salir adelante por problemas técnicos”, señala Héctor Collantes, analista de Credicorp Capital.

Estos proyectos sucederán a los tres que la minería ha puesto en marcha este año: Inmaculada (US$280 mlls.), de la peruana Hochschild; Anama (US$60 mlls.) del grupo Aruntani y Shahuindo (US$132 mlls.), de la canadiense Tahoe.

Queda por ver qué sucederá con los proyectos de cobre de Milpo, entre los que destaca Magistral (US$500 mlls.), y también con los de cobre y estaño de Minsur: Mina Justa (US$744 mlls.) y Bofedal Dos (US$165 mlls.). Se trata, empero, de proyectos con leve impacto en el PBI, aun si los juntáramos todos. Por ello, urge reactivar los grandes. ¿Pero cómo hacerlo?

Según Marita Chappuis, consultora minera, la solución pasa por sacar adelante Tía María, nudo gordiano para otros proyectos en el sur. “Pero para ello el Gobierno tendría que comerse el pleito, en vez de dejar el problema en manos de la empresa privada (Southern Copper)”, apunta.

Otra solución es desarrollar una agenda de largo plazo, una idea con la que el sector minero ha jugado muchas veces pero que, según algunos, nunca ha emprendido con seriedad.

“Debemos comprender que esta crisis es solo un capítulo de una historia más grande. Sin embargo, nos lamentamos y echamos a llorar pensando que esta desgracia va a durar para siempre .¿Por qué tiene que ser así? La minería tiene que empezar a ver el largo plazo para conocer sus defectos y debilidades y poder aprovechar las oportunidades”, sentencia Cardozo. Ese es el gran desafío de la minería en este momento crítico.

El Comercio