Gabriel Quijandría

El Estado tiene el reto de contribuir a generar las condiciones que permitan a las empresas desarrollar de manera sostenible negocios vinculados a la diversidad biológica y su conservación, sostuvo Gabriel Quijandría, viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del Ministerio del Ambiente.

“Las experiencias en el país demuestran que tenemos masa crítica para generar un espacio más orgánico de discusión público-privado sobre cómo incorporar de manera trasversal la lógica de conservación y uso sostenible de la diversidad biológica en la planificación del sector empresarial”, consideró al clausurar el foro internacional “Biodiversidad y Empresas”, organizado por el Minam.

Dijo que la finalidad de esa iniciativa, es contribuir al crecimiento económico, fomentando la competitividad en el país a través del aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y los servicios de los ecosistemas.

“La misma está dirigida a tres categorías de empresas: aquellas que tienen como objeto de trabajo la diversidad biológica como son los sectores pesquero, turismo y agrícola, y que la aprovechan de forma rentable”, indicó.

Agregó que la segunda categoría, la conforman las empresas que no trabajando directamente sobre la diversidad biológica, realizan actividades que generan impactos sobre ella.

Mientras en el tercer grupo, están las empresas que estando distantes de la biodiversidad, toman acciones que pueden tener un impacto indirecto en la misma, como el sector financiero o de seguros, que adoptan medidas como el otorgar créditos que pueden tener un efecto positivo en la direccionalidad que se tomen sobre dicho tema.

Lógica de crecimiento verde

Quijandría anotó que la meta es impulsar una lógica de crecimiento verde, alineado un poco a lo que ocurre de manera relevante en países que han tomado la delantera en este campo, como México y Korea, bajo un concepto de economía verde.

“Hay países que han decidido que su ruta al desarrollo sea verde, vinculado a la incorporación de los sistemas de diversidad biológica en la lógica de crecimiento bajo en carbono; esa es una visión a la cual debemos apuntar, y que en el ministerio impulsamos”, acotó.

Recalcó que la iniciativa Biodiversidad y Empresas puede empezar a generar masa crítica, que es un concepto aún no compartido por todos, pero que lo será a partir de mostrar experiencias concretas y exitosas.

“Entre algunas de las cosas que realizamos está el biocomercio, que es la creación de oportunidades para productos no tradicionales en una lógica de aprovechamiento sostenible e inclusión social”, destacó.

Aporte al PBI y booms perdidos

Quijandría dijo que los beneficios que la economía nacional recibe de la diversidad biológica o de los servicios de los ecosistemas, están entre el 13 y 22 por ciento del PBI.

Asimismo, refirió que a lo largo de la historia, nuestro desarrollo económico y social ha estado ligado al uso de la diversidad biológica, se refirió al proceso de domesticación de la papa, maíz y camélidos y los llamó “una muestra clara de cómo la diversidad biológica fue la base del desarrollo del Incanato”.

Añadió que en el siglo XVIII el aprovechamiento de la corteza de Quina era un negocio importante de exportación; a mediados del siglo XIX, el guano nos levantó como país, mientras a finales de ese siglo, el caucho nos puso en el cauce de ser un país desarrollado.

“Pero no supimos manejar estos booms económicos y los perdimos”, lamentó.

Hay que mantener esos beneficios

El viceministro subrayó que la idea es hacer que los booms originados por la diversidad biológica sean permanentes en su lógica de utilización y conservación.

Remarcó que si bien la crisis económica internacional afectó a todos los negocios, aquellos vinculados a la lógica de sostenibilidad han sido los menos afectados, pues sus tasas de crecimiento se han mantenido y sus perspectivas son más que alentadores.

“Debemos evitar que se pierda la diversidad biológica, los servicios ecosistémicos, porque ponemos en riesgo la base del sostenimiento de la vida humana y de muchas actividades productivas, de las que el país depende”, afirmó.

Degradación ambiental

Quijandría señaló que como país tenemos una deuda pendiente ligada a cómo controlar el costo que genera la degradación ambiental, fijado en alrededor de 4 por ciento del PBI anual, y que involucra a la biodiversidad, la deforestación, la sobre pesca y los efectos sobre la salud que está vinculada a la calidad del agua y su disponibilidad.
Informó que se está diseñando una propuesta para crear un fondo para un programa de inversión forestal que ha identificado 13 frentes de desforestación ante los avances de la frontera agrícola y la presión generada por el oro ilegal.

“Hablamos de casi 120.000 hectáreas anuales de deforestación, que es una tasa todavía manejable, pero que en los últimos cinco años viene acelerándose”, advirtió.
Agregó que hay que considerar los procesos de desertificación, de urbanización desordenada y la eliminación de valles productivos aledaños a las ciudades.
“Son problemas, a los que tenemos que darles respuesta en una alianza del Estado, sector privado y sociedad civil”, manifestó.

ProActivo