exito_persona

Por Rafael Zavala

2015, año complicado en muchos aspectos. ¿Estamos cumpliendo nuestros objetivos? ¿Cuáles eran? ¿Éxito?, ¿felicidad?, ¿ganar más dinero?, ¿tener más?, ¿ser más?, ¿servir más?

A lo mejor, antes de eso, debiéramos preguntarnos ¿qué es el éxito para nosotros?, ¿quién lo define? Si nos vamos a pasar la vida persiguiendo un éxito que es definido por otros, siempre estaremos frustrados. Nunca habrá suficientes victorias, porque una vez que las consigamos nos daremos cuenta de que seguimos siendo infelices.

Ya lo decía Valero Rivera, el entrenador más exitoso del equipo del balonmano del Barcelona: “No se busca el premio, no se piensa en ganar dinero, eso es una feliz consecuencia. Se piensa en una misión y en una tarea a realizar. Hay que fijar la cabeza en el proceso, los resultados no deben tener ninguna cabida en nuestro mapa mental. Ya vendrán luego, los leeremos con cuidado y atención, y extraeremos consecuencias”.

Para ello cuán importante es aprender de nuestros errores. En lugar de descalificarnos y ponernos nerviosos, fijarnos en el error y utilizarlo como herramienta de aprendizaje. Es distinto pensar que me he equivocado o he tropezado a decir que soy un fracasado.

Una vez que aprendemos de nuestros errores, comenzamos por definir nuestro objetivo, y aquí muchos apuntamos mal. El bull no puede ser ganar más dinero, sino algo más trascendental, acaso nuestra principal meta en la vida, que es vivir (ser y estar) más felices (que por cierto son muy diferentes). Y para ello, nada mejor que una mentalidad optimista (pero abrochada a la realidad) y luchadora. Son más felices los que se esfuerzan por llenar un vaso poco a poco y no los que heredan uno lleno. Curiosamente la gente más feliz no es la que tiene lo mejor de todo, sino la que lucha por conseguirlo y sabe sacar lo mejor de lo que encuentra en su camino.

También necesitaremos del liderazgo, pero para liderar nuestra propia vida. Liderazgo es visión clara de la meta a la que se quiere llegar, inteligencia para conseguir las herramientas necesarias para el viaje, dejando huella, para que los demás sigan el ejemplo.

En nuestras conversaciones internas debemos descubrir nuestros talentos, expectativas, ilusiones, sueños, aspiraciones, creencias y valores. ¿Por qué hacemos lo que hacemos? No hay conversación inteligente sin preguntas inteligentes. Pregunta el que sabe, el que duda no se puede permitir ese lujo. Y es que los valores no vienen de fábrica, hay que adquirirlos y hacerlos crecer. Y eso cuesta. No se predican, se practican. Que nuestra gente vea que no son un brindis al sol, sino que nos preocupemos de vivirlos y entrenarlos en la disciplina y el esfuerzo.

Vale la pena también revisar nuestra relación con los que más queremos, nuestra familia, y no me refiero solamente a esposa (enamorada) o hijos, sino incluir a padres y hermanos. Revisar bien el equilibrio trabajo-familia en nuestra vida. En la oficina podemos y debemos ver el vaso medio vacío para poder sacarlo siempre adelante, pero en el hogar el vaso siempre debemos verlo medio lleno, siempre con optimismo, sino los pleitos, las separaciones y los divorcios suelen asomarse. Hoy en día me he dado cuenta de que tenemos hijos huérfanos de padres vivos, y eso porque no les dedicamos el tiempo necesario.

Al final la familia es el único lugar donde nos quieren por lo que somos y no por lo que hacemos. Yo lamentablemente este año he visto a mi hijo más con los ojos cerrados que con los ojos abiertos.

Muchas veces nos hemos movido en la superficie, en la espuma de los acontecimientos. Este año nos toca retomar el rumbo para caminar en la dirección correcta. No me importan tanto las metas, sino el camino que elijo, el mismo que me mostrará cuándo doblar y cuándo seguir adelante. La meta es ese sueño que espero tener despierto.

Leí un relato de un caracol que emprendió la ascensión a un cerezo a finales de primavera. Al verlo unos gorriones que se hallaban en un árbol cercano estallaron en carcajadas. Y uno de ellos le dijo: Oye, tú, pedazo de estúpido, ¿no sabes que no hay cerezas en esta época del año? El caracol sin detenerse, replicó: “No importa. Ya las habrá cuando llegue arriba”.

Ante el contexto en el que vivimos, enfocado en su mayoría en el corto plazo, me interesa enfocarme en el lento, firme y seguro caminar del caracol del cuento. Sabe a dónde quiere ir, se pone en marcha, no se distrae con el ruido e impaciencia exterior. Lo suyo es una maratón interior que prioriza el esfuerzo y la rigurosidad para terminar el trabajo bien hecho.

Viviendo así estamos sembrando un futuro que cuando llegue no será fruto de la casualidad, ni de la buena o mala suerte, sino que podremos decir que ganamos porque dimos todo lo que llevamos dentro.

Dediquemos tiempo a soñar cosas irrealizables, aterricemos los sueños en tareas concretas, los sueños se construyen a base de esfuerzo. Aterricemos con ideas concretas cómo ser mejores padres, hijos, esposos, trabajadores y amigos. Pongámosle sal a la vida, y hagamos cosas diferentes este segundo semestre del año, y es que cuando te acostumbras a la rutina y estabilidad de una vida sin grandes sobresaltos, la vida te pasa sin que te des cuenta. Salgamos más, olvidémonos de estar pegados a la computadora, al Facebook (la droga moderna). Saquémosle el jugo a la vida, que te trata según la tratas tú a ella, exprímela y disfruta su regalo. Afrontemos desafíos que a lo mejor aún estaban pendientes.

Ojalá que este artículo pueda ayudarlos en esa aventura. ¿Lo intentamos?

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