REFINERIA TALARA

Carlos E. Paredes
DIRECTOR DE INTELFIN Y PROFESOR DE ECONOMÍA DE LA USMP.

1. De Paita a Talara hay una pequeña distancia, apenas 106 km por carretera, que ahora se pueden recorrer en una hora y media. Pero pasar del estado medio inerte conocido como “la luna de Paita”, en que se encontraba Petroperú y sus faraónicos proyectos, a la acción de modernizar esta empresa, abrirla al capital privado y finalmente acometer el Proyecto de Modernización de la Refinería de Talara (PMRT) implica recorrer una enorme distancia y, de hecho, ha tomado mucho tiempo. La verdad es que parecía que este megaproyecto había llegado a ese estadio caracterizado por neblinas espesas y arenas movedizas, en que primero duermen y luego sucumben muchas iniciativas públicas.

2. El proyecto ha sido ampliamente estudiado, implica inversiones por US$ 3,500 millones (similar al presupuesto de Quellaveco), de los cuales US$ 2,730 millones serán financiados por Petroperú con sus flujos futuros (modalidad conocida como “project finance”) y no por el Presupuesto General de la República, mientras que el resto será acometido con capitales privados. Además, se abrirá el capital de la empresa pública a inversionistas privados. El objetivo es alcanzar hasta el 49% de participación privada y que las acciones coticen en la BVL. Otro aspecto crucial es que a fin de garantizar la solvencia de la empresa y mientras no se haya logrado una participación privada de al menos el 40%, Petroperú “podrá realizar actividades y proyectos de inversión, siempre y cuando no generen a la empresa pasivos firmes o contingentes, presentes o futuros, no afecten las garantías del PMRT y no demanden recursos al Tesoro”. Finalmente, se zanjó la discusión: no regresaremos a arriesgar recursos públicos en la exploración ni en la explotación de petróleo.

3. Para viabilizar el PMRT y reducir su costo de financiamiento, el Estado peruano emitirá una garantía parcial y bastante acotada Esto no nos debe asustar para el caso de un proyecto bien diseñado. La garantía se trata de un instrumento de promoción de inversiones que tiene el Estado y que hemos utilizado con éxito en el pasado. Por ejemplo, a fines de los 90, evitamos una crisis bancaria sin incurrir en costo fiscal alguno por haber utilizado inteligentemente este tipo de instrumento y, en los últimos años, hemos promovido inversión privada en infraestructura vial con garantías estatales de tráfico mínimo.

4. ¿Hay riesgos? Sí, como en casi todo proyecto que se emprende en la vida de las personas o de las empresas. En la medida que los estudios se hayan realizado adecuadamente, y el prestigio de las consultoras involucradas así lo indicaría, el riesgo de no haber definido adecuadamente las características técnicas y/o financieras del proyecto estaría bastante acotado. Tal vez, el mayor riesgo reside en que el proyecto se desnaturalice o se paralice en el Congreso. Sin embargo, no hacer nada y seguir en la indefinición también era riesgoso: no solo nos íbamos a seguir contaminando con un exceso de azufre, sino que el gobierno iba a seguir perdiendo liderazgo en materia económica.

5. Y para terminar, este anuncio y la consecuente movilización de capital viene en un momento adecuado. Este megaproyecto y otros que deberían facilitarse en el corto plazo, contribuirán a dinamizar la actividad económica, en un período en que la desaceleración de la economía es preocupante. Ojalá que los talibanes de derecha y de izquierda y los políticos de diferentes tiendas analicen fríamente este anuncio antes de hacer ruido con poco sustento, enrareciendo innecesariamente el clima de inversión. Es momento de dejar de lado las posiciones ideológicas y analizar las decisiones desde un punto de vista técnico.

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