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(Bloomberg).- Durante casi ochenta años, Pemex reinó sobre la industria petrolera mexicana como un país en sí mismo. Pocos osaban desafiar el monopolio estatal, un pilar de los ingresos gubernamentales con aliados políticos poderosos.

Ahora, un economista educado en Harvard está a punto de intentarlo.

Como un trueno, la llegada de José Antonio González Anaya a Petróleos Mexicanos está reverberando por toda la industria petrolera global.

Su nombramiento como director de Pemex la semana pasada subraya una dura y nueva realidad para México y su corporación más grande: tras décadas de crecimiento vertiginoso, Pemex debe achicarse drásticamente ante el colapso de los precios del petróleo.

La pregunta principal —para Pemex, sus 145,000 empleados y millones de mexicanos comunes— es si este nuevo director puede actuar lo suficientemente rápido como para evitar una crisis total.

González Anaya, de 47 años, tiene escasa experiencia en la industria petrolera, pero no es un desconocido para Pemex. De hecho, sus lazos con la empresa son profundos. Su abuelo fue una de las primeras personas en trabajar para Pemex tras su creación en 1938, cuando México nacionalizó su industria petrolera.

González Anaya nació en Coatzacoalcos, un centro de Pemex en el estado de Veracruz. Además, como ex subsecretario de Hacienda, integró la junta directiva de la empresa durante tres años.

Pero ahora González Anaya asumirá la que muchos consideran la tarea más difícil entre las corporaciones mexicanas, una que determinará el futuro de Pemex y por ende, de toda la economía del país.

“Es un reto enorme. Es una situación casi imposible”, dijo Adrián Lajous, ex director de Pemex, en entrevista telefónica desde Ciudad de México. “Es uno de los momentos más difíciles” en la historia de la compañía, señaló.

Luna de miel corta
Para González Anaya, la luna de miel se terminó antes de empezar. El miércoles, nueve días después de su nombramiento, el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, anunció que el gobierno reduciría gastos en 132,300 millones de pesos mexicanos (US$ 7,200 millones) este año. Unos 100,000 millones de pesos de esa suma saldrán de Pemex.

Con cada caída de los precios del petróleo se multiplican los desafíos. Intereses especiales, como sindicatos y contratistas privados, se interpondrán en el camino del nuevo director.

González Anaya debe realizar un ajuste lo suficientemente profundo como para garantizar que Pemex pueda aguantar una deuda que superará los US$ 100,000 millones.

También debe honrar US$ 7,000 millones en pagos a varios contratistas de Pemex. Y lo que quizás sea lo más difícil, debe hallar nuevas fuentes de dinero mediante asociaciones o ventas de activos debido a los bajos precios del petróleo.

En Nueva York, Londres y el resto del mundo, los bonistas estarán atentos. Pemex, cuyo presupuesto el gobierno redujo en US$ 4,000 millones el año pasado, debe recaudar unos US$ 23,000 millones en 2016 para cubrir todos los gastos, incluyendo la deuda que vence, según un informe del Moody’s Investors Service publicado el 10 de febrero.

Con los precios actuales del petróleo, la nota crediticia de Pemex podría correr peligro este año de no haber reducciones drásticas de gastos, según Moody’s.

“El desafío para González Anaya es: ¿Puede entregarle Pemex a la próxima administración en el estado en el que se encuentra hoy?”, dijo Marcelo Mereles, ex ejecutivo de Pemex. “¿O Pemex seguirá cuesta abajo?”.

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