liderazgo

Cuando un ejecutivo llega a ocupar la gerencia general, asume retos trascendentales debido a que el futuro desempeño de la empresa depende de sus decisiones, por lo que –casi por regla general– asume una visión más macro y distante del resto de personas que conforman la organización.

En ese sentido, comete errores que son muy frecuentes como el asumir que su gente sabe lo que tiene que hacer; no se preocupa, comunica ni relaciona con ellos; no sabe con certeza lo que está ocurriendo en su negocio o en sus áreas; culpa a los demás de los fracasos y se atribuye todos los éxitos.

Al respecto, Manuel Cubas, presidente de Career Partners Perú, considera que este tipo de actitudes en un gerente general no solo perjudican tanto al ejecutivo como a la organización, también revelan su carencia de liderazgo.

Para evitar que eso suceda, el experto recomienda que todo gerente general se convierta en un líder que inspire, para lo cual es necesario que entienda que él es tan bueno en el trabajo como sus colaboradores. Y, por eso no solo debe asegurarse de contratar a los mejores, a quienes encajen en el puesto y con la organización; también debe preocuparse por sus colaboradores no solo en el plano laboral, sino en lo personal, sabiendo cuáles son sus expectativas de carrera, cómo les va con sus familias, qué les preocupa, ayudarlos y darles ‘coaching frecuentemente.

Un líder inspirador posee, entre otras cualidades, una visión estratégica, compromiso con su gente, credibilidad, proactividad, inteligencia emocional, reconoce a sus colaboradores, fomenta la creatividad y el trabajo en equipo, establece una muy buena comunicación, promueve el pensamiento analítico y se convierte en ‘coach’.

“Cuando una organización cuenta con un gerente general líder que inspira y donde todos sus gerentes de áreas también son líderes inspiradores y comunicadores de la visión empresarial, es más fácil lograr los objetivos del negocio y hacer que la entidad crezca”, refiere Cubas.

Según el líder de Career Partners Perú, los costos de un mal liderazgo son tangibles y se pueden reflejar en el pobre clima laboral, en el resentimiento de los colaboradores y en la alta rotación del personal, lo que termina haciendo más difícil obtener los resultados de negocio planeados.

“Lamentablemente en el Perú, al no haber la demanda de gente necesaria, muchas personas aceptan quedarse en sus empleos a pesar de estar descontentos. Así, tenemos empresas con buenos resultados de negocios, a pesar del mal trato que les dan a sus colaboradores. Esas mismas empresas, con un mejor liderazgo, serían mucho más exitosas si deciden adoptar este cambio positivo”, anota.

El Comercio