Josu Jon Imaz

El plan estratégico que Repsol presentó ayer no convenció al mercado, que le castigó con una caída del 4,28%. Entre otras cosas, porque sigue necesitando un barril a 60 dólares para ser rentable.

Josu Jon Imaz, el consejero delegado de Repsol, insistió el jueves en que va a gestionar la compañía como si el petróleo fuera a mantenerse en 50 dólares de aquí a 2020. Pero el nuevo plan requiere que el barril se sitúe no en 50, sino en 60 dólares para que la empresa entre en breakeven’ -es decir, para que sea rentable- entre 2016 y 2017. Esta cifra bajará a 45 dólares a partir de 2018 según sus estimaciones, pero el nuevo cuaderno de bitácora de la petrolera no contempla en ningún momento que el crudo se sitúe por debajo de 50… cuando ayer mismo estaba a 48 en Londres, cuando este año ha llegado a 43 y cuando existen serias amenazas de aterrizaje brusco en China que presione más a la baja su cotización.

Hay que recordar que el nuevo plan estratégico -que contempla ventas de activos por 6.200 millones (aunque deja a salvo Gas Natural), 2.100 millones en sinergias y ahorro de costes incluyendo 1.500 despidos, y la salida de Repsol de varios países aún sin especificar- es consecuencia del desplome del precio del petróleo que lo ha llevado a cotas muy alejadas de los 85 dólares en que entraría en rentabilidad la compra de la canadiense Talisman. Lo que asusta a los inversores es que la compañía haya pecado de optimista sobre la cotización de la materia prima de la que depende.

Según la presentación del proyecto, el negocio de exploración y producción (el relacionado directamente con el precio del crudo) requiere que el barril se sitúe en 75 dólares nada menos para ser rentable en 2016 y 2017, exigencia que baja hasta 60 dólares entre 2018 y 2020. Si añadimos el refino y marketing, menos dependiente de la cotización, la exigencia se sitúa en los citados 60 dólares los dos primeros años y 45 los dos siguientes.

En total, una media de 50 en el conjunto del período. Y eso, después de percibir los dividendos del 30% de Gas Natural; si este importe que recibe actualmente se reduce también por un deterioro del precio del gas o de los beneficios de su participada, Repsol necesitaría un petróleo todavía más caro para ser rentable.

Racionalizar los activos

Sin embargo, Imaz niega cualquier posible exceso de optimismo: “No estamos siendo optimistas, no vamos a desinvertir porque lo necesitemos financieramente (es neutral con un petróleo a 50 dólares), sino porque necesitamos una racionalización de nuestros activos”, respondió el consejero delegado al ser preguntado por esta cuestión. Y añadió que unas desinversiones de 6.200 millones no son tan relevantes si se tiene en cuenta que el activo total de la empresa son 44.000 y que va a invertir 23.000 millones hasta 2020 según el nuevo plan: “Repsol busca la eficiencia pero no va a dejar de invertir y acabaremos por producir más de lo que producimos hoy”.

En esta línea, se refirió a Talisman y a un eventual exceso de endeudamiento en la operación. “Nada de este plan sería posible sin las capacidades de Talisman. Hoy la valoración presente de Talisman supera el escenario ácido del momento de la compra. Recuerden que no compramos Talisman con el petróleo a 115 dólares, sino a 62”, aseguró Imaz. Eso sí, para obtener la rentabilidad esperada de la operación necesitaba un barril a 85 dólares.

Fuente: El Confidencial