Guillermo Vidalón del Pino

Por: Guillermo Vidalón del Pino

Recientemente el Rey afirmó, “Creo que los súbditos con mayores recursos deberían apostar por la Corona”.  La respuesta de los sacrificados empresarios del reino fue: “Entonces…¡déjenos invertir!”.  Su Majestad parece olvidar que la administración pública es quien autoriza toda inversión.

Si alguien desea una conexión de agua en su domicilio debe contar, previo pago, con una autorización de la empresa real de saneamiento público local, quien deberá emitir un informe para indicarle que sí es factible proporcionarle el servicio de agua potable (Bueno, es lo que dice la folletería real; empero, no estará demás hervir el agua para ratificar su potabilidad), aunque su terreno se encuentre en medio de la ciudad y todos sus vecinos cuenten con dicho servicio.

Si en adición, se le ocurriese decidir construir su única vivienda, debe solicitar Licencia de Construcción en el Condado Local.  Ahora, de allí a que finalmente le aprueben su proyecto pueden pasar algunos años, a menos que usted decida atender “la sugerencia” del empleado real: “Usted sabe.  Tendré que venir el fin de semana específicamente para atender su expediente”. Si usted hace como que no entiende su expediente no sigue el flujo respectivo, pero si se muestra “colaborador” pasa de un escritorio a otro.

Digamos que atravesó satisfactoriamente el Purgatorio.  No crea que la siguiente estación es el Paraíso.  No, no, no sea tan optimista.  Si compra materiales de construcción y un camión se detiene frente a su propiedad para iniciar la descarga del material, deberá solicitar permiso al Condado Mayor, aunque no interrumpa ninguna vía Inter-Condado.  Por supuesto, pago, formulario y sello, rutina de la que no se librará ni siquiera aunque le hayan ofrecido gobierno electrónico.

Una vez culminada la construcción de su ansiada casa, deberá solicitar la respectiva conformidad de obra. Un funcionario real vendrá –cuando esté disponible.  Bueno, a estas alturas, usted ya debe haber aprendido cómo es que se garantiza su presencia-.

Cuando usted cree que ya superó el mayor escollo, se encuentra que por debajo de la puerta le han dejado una notificación que dice ser la tercera y que, por consiguiente, ha pasado a la oficina Real de Cobranza Coactiva.  Sorprendido por la documentación se acerca a su Condado local, al cual denominaremos “A”.  Allí comunica que usted logró la Licencia respectiva en el Condado “B”, tal como figura en el catastro metropolitano.  El Condado “A” le indica que eso es falso y que lo que vale son sus límites, por lo tanto, usted se encuentra en falta.

Diligentemente usted va al Condado “B” y le indica que al parecer ha habido un error y que en adelante va a regularizar sus trámites en el Condado “A”.  Entonces, le responden que eso es totalmente falso y que la jurisdicción donde se encuentra su vivienda pertenece al Condado “B” y que no haga caso a la comunicación del Condado “A”.

Más preocupado aún, usted decide consultar con un abogado amigo suyo, quien le indica que el organismo responsable de definir los límites entre condados es la oficina Real Mayor que además integra al Consejo de Oidores, más tarde llamados ministros.  Es decir, lograr que su vivienda se encuentre debidamente saneada en el reino de Baraja se ha convertido en un problema de la Corona.

Si usted desea realizar alguna inversión de mayor envergadura, como la construcción de una planta de generación de energía eléctrica (aquella que permite iluminar nuestros hogares, las escuelas, los hospitales, las industrias y los comercios, entre otros.), de una infraestructura vial, de un proyecto minero, etc. Usted tendrá que cumplir con requisitos adicionales, como la presentación de un Estudio de Impacto Ambiental, que lleva consigo mecanismos de Participación de los súbditos de su Majestad (talleres y audiencias).

No obstante, usted logró salvar todos los escollos que la Corona decidió implantar gracias a las iniciativas socio-ambientales de su Excelentísima Majestad.  Ahora, al fin, usted se dice a sí mismo, lo logré.  ¡Oh iluso!, si un grupo de súbditos decide oponerse, obstaculizar el libre tránsito, atacar a la Guardia Real y violar cualquier otra norma en Baraja, el Rey dirá que el proyecto carece de Licencia Social; en consecuencia, su proyecto pasa al estadio denominado “Limbo”, aquel que se exime del plazo cierto.

Como de costumbre, cualquier parecido con la realidad es una simple e ingrata coincidencia.