Destacamento en Ania quedó bajo control militar.(Foto: Correo)

Destacamento en Ania quedó bajo control militar.(Foto: Correo)

Mientras tanto, Ejército asume control del rescate y doce comandos de Huaráz y Puno se suman a penosa tarea.

Piura – La Fiscalía abrió investigación por homicidio culposo en torno a la muerte de tres trabajadores de la minera Río Blanco en las alturas de Ayabaca. La hipótesis es que Aleida Dávila Montes, Zózimo Pastrana Quezada y Segundo Manuel Tacure Saavedra, antes de morir por el abandono y la inclemencia del clima en la zona fueron torturados por un grupo de ronderos antimineros.

Con el tiempo se conocen nuevos testimonios que revelan el supuesto maltrato que recibieron los trabajadores por parte de los campesinos lo que les provocó agotamiento, pero además dificultó su retorno y posterior rescate.

CELULAR. Una llamada recibida la tarde del 12 de julio desde el numero celular 944669823, alertó a los funcionarios de minera Río Blanco sobre el extravío definitivo de cuatro de sus trabajadores y seis acompañantes que se adentraron en el temible Cerro Negro, en territorios de la comunidad campesina de Yanta, Ayabaca.

El último contacto. Cinco días antes, el 7 de julio exactamente, los responsables de la empresa habían tenido su última comunicación con la expedición que lideraba el topógrafo Zózimo Orlando Pastrana Quezada (36).

Ese día, según declararon después ante la policía, enviaron a dos personas como “apoyos” para que se sumaran al grupo de diez de Pastrana. Pero éste los envió de regreso, con una carta escrita por la periodista Aleida Dávila Montes en la que les responde que el equipo había sido completado con lugareños.

“Nos encontramos bien”, fue lo último que reportó la comunicadora de Río Blanco, antes de que la expedición entera callara para siempre.

TORTURAS. Pero volvamos a la llamada del 12 de julio (14:58 horas). El interlocutor dijo al otro lado de la línea: “Cuatro personas están en un cerro…”, y se cortó la comunicación.

Recién el día siguiente, los responsables de la minera logran comunicarse con ese número, que le pertenece a Domingo Huamán García, uno de los seis comuneros que acompañaba al hoy fallecido Zózimo Pastrana Quezada.

En esta segunda comunicación, Huamán García alertó no solo que Pastrana, Dávila, Herrera y Tacure se habían perdido en el cerro, sino también que él y los otros cinco que bajaron por ayuda habían sido “detenidos” por las rondas de la comunidad campesina de Curilcas (Ayabaca).

El comunero denunció por el teléfono que todos ellos habían sido castigados a latigazos y sumergidos en aguas frías, además de retenerlos contra su voluntad por haber prestado apoyo a la minera.

ESTABAN VIVOS. Así lo revela el Acta de la denuncia verbal que el jefe de Procura y Contratos de Río Blanco Copper, Oswaldo Rodríguez Velásquez, hizo ante el Departamento de Investigación Criminal (Depincri) de Piura el pasado 15 de julio.

Tras ser torturados, los comuneros Wilson Delgado Tantaleán, Aníbal Herrera Meléndres, Pedro Armando Frías Moreto, Alfredo Correa Cruz, Williams Zacarías Zurita Cruz y el propio Domingo Huamán García fueron liberados a las ocho de la noche del 13 de julio.

Ese día, Orlando Pastrana, Aleida Dávila y Segundo Tacure todavía estaban vivos, pero extraviados en lo alto del Cerro Negro junto a Manuel Herrera, el único sobreviviente de la tragedia que se desencadenaría después en esa zona de Ayabaca.

De allí que la investigación que acaba de abrir el fiscal Néstor Sosa Carrillo, por la desaparición y muerte de los tres empleados de Río Blanco, serán comprendidos también los ronderos de Curilcas que se negaron a aprestar ayuda para rescatar a los mineros. Esto variarìa la tipificaciòn final del delito a homicidio culposo.

EL CAMINO DE LA MUERTE. En los testimonios que ha recabado la Fiscalía ha quedado establecido que la expedición partió el 4 de julio, desde el caserío Rosarios Bajos, en el distrito El Carmen de la Frontera.

Su destino era el excampamento minero sobre el cerro Henry’s Hill, a unas 8 horas de camino desde su punto de partida, y llevaban tres GPS, un teléfono satelital, además de provisiones.

Iban camino a realizar un estudio y levantamiento topográfico de nuevas rutas de acceso al proyecto minero Río Banco, paralizado desde el 2009 por la asonada antiminera.

Partieron once personas, pero el mismo 4 de julio emprendió el camino de regreso Gladys Cunchaya Palomino, afectada por la altura.

Al día siguiente la minera perdió comunicación telefónica con ellos, pero entablaron contacto a través de cartas que escribía Aleida y que enviaba con mensajeros.

En ellas, la comunicadora solicitó un teléfono satelital de repuesto, más víveres y dijo que se hallaban contratando a cuatro personas del lugar. También pedían autorización para quedarse 7 días más a completar su labor.

Las coordenadas. La empresa cumplió con dichos requerimientos el 6 de julio y envió a las dos personas que fueron devueltas porque ya habían contratado a gente del lugar. Fue cuando se perdió todo contacto.

Cuando se recibió la llamada de Domingo Huamán García denunciando las torturas, la minera envió a un equipo a recogerlos y llevarlos a Piura. Aquí los alojó y alimentó.

Los seis comuneros flagelados traían consigo un guante de cuero amarillo, donde estaban escritas las coordenadas geográficas de la última ubicación del grupo, antes de que descendieran los seis por ayuda y se toparan con los ronderos.

Ese sábado 11 de julio, a las 11:00 horas, sería la última vez que estuvieron juntos, todos vivos.

El 15 de julio, la empresa minera denunció su desaparición en la Divincri Piura. A partir de entonces comenzó una búsqueda que terminó con el hallazgo con vida de Manuel Herrera (20 de julio) y el rescate de los cadáveres de Orlando Pastrana, Aleida Dávila y Segundo Tacure que aún no culmina.