malas actitudes en el trabajo

Por Inés Temple

Hay actitudes que dicen en voz alta: “no me importa este trabajo”, “no me interesa lo que hago”, o, peor aun, “no soy bueno haciéndolo”. Estas actitudes impactan negativamente en nuestra carrera y en nuestras relaciones interpersonales y le quitan todo el brillo a nuestra marca personal. Estos son algunos ejemplos de esas malas actitudes.

1. No pedir disculpas por los errores y, más bien, buscar excusas para taparlos. Tan común y tan desesperante cuando las personas no asumen responsabilidad por sus actos, inventan toda clase de razones para justificarlos y peor aun cuando culpan a otros por sus fallas.

2. No tratar bien al jefe o incluso despreciarlo sin mucho disimulo. El jefe ideal no existe y, más bien, nuestro esfuerzo y compromiso para ayudarlo a ser exitoso en lo suyo da señales claras de madurez y profesionalismo. No debemos confundir respeto por la autoridad con obsecuencia.

3. No cumplir con las fechas o los compromisos asumidos. Muy negativa señal sobre todo cuando es frecuente. Comunica incapacidad, falta de seriedad y poco respeto por las personas y el trabajo en sí. Demorar en responder llamadas o correos electrónicos por más de 24 o 48 horas es también señal de mala organización y de poca consideración por los demás.

4. Dejar todo para último minuto. Genera un estrés innecesario a todos, y compromete la calidad de los resultados. Es típico de los ineficientes, desorganizados o descuidados que tampoco informan a tiempo los avances o retos de los proyectos. Ciertamente no son las actitudes ideales de las personas que uno busca para ascender o recomendar para posiciones de más responsabilidad.

5. No ser agradecido o no darse el tiempo para reconocer y validar el esfuerzo de otros. Eso denota poca consideración e indiferencia por el trabajo ajeno y afecta negativamente las relaciones. El agradecimiento oportuno y el reconocimiento frecuente motiva e inspira a todos a trabajar con mayor satisfacción y compromiso.

6. No cumplir a cabalidad con los encargos o las tareas. Ser informal, no estar enfocado en entregar el trabajo listo al 100% y con calidad total, o conformarse con cumplir a medias, con mediocridad o superficialidad le resta confiabilidad y quita toda competitividad a nuestra marca personal.

7. Ser el negativo del grupo. Vivir quejándose de todo, hacerse la víctima o hablar mal de otros nos hace poco populares, ya que nunca es agradable trabajar con gente así. La mala cara o el permanente ceño fruncido emiten señales de infelicidad, poco éxito o incluso de cierta agresividad.

8. No participar en los eventos sociales de la oficina demuestra indiferencia y poco espíritu de cuerpo. Lo mismo sucede cuando uno no se interesa en la vida personal de los demás. Jon Gordon, autor del libro “The Carpenter” (Wiley 2014), recomienda hacerlo con regularidad -pero de manera genuina- para evitar ser etiquetado de soberbio o arrogante.

9. No prestar suficiente atención en las reuniones o dejar de participar activamente en ellas por estar contestando correos o mandando mensajes de texto o WhatsApp. No solo es signo de desinterés en el trabajo y en las personas presentes, sino también son señales de falta de cortesía y de mala educación. Ambos son aspectos fundamentales para el éxito de nuestra carrera y de nuestra marca personal.

*NO EXISTE. El jefe ideal no existe y más bien nuestro esfuerzo y compromiso a ser exitoso en lo suyo da señales claras de madurez y profesionalismo.

*DEMORAS. Demorar en responder llamadas o correos electrónicos por más de 24 o 48 horas es señal de mala organización.

El Comercio