Escribí por primera vez sobre este tema hace casi cuatro años y, sin embargo, todos los días encuentro ejemplos de su importancia y de la poca conciencia que las personas tienen de aquello que proyectan a través de sus actitudes, palabras, lenguaje personal e imagen.
Vivimos en un mundo en el que la única constante es el cambio permanente, siendo la característica principal de nuestra era la velocidad. No tenemos elección: o construimos nuestras relaciones al ritmo de nuestro entorno o nos quedamos atrás, sumergidos en el polvo. Y esto no es todo, lo más crítico es que, para generar una buena (o mediocre) impresión en una persona que te ve por primera vez, SOLO TIENES 3 SEGUNDOS… ¡Así de claro!
Es cierto que en los últimos años se han desarrollado métodos alternativos novedosos para relacionarnos con otras personas, incluso para conocer nuevos contactos de negocios y potenciales amigos – ¡hasta pareja! – en tu ciudad natal o al otro lado del planeta. La Internet, el e-mail, los chats y, últimamente, las redes sociales, han creado la ilusión de que el contacto cara a cara puede ser reemplazado -o por lo menos compensado- con la interacción virtual.
Sin embargo, está científicamente comprobado que nuestro cerebro responde 60,000 veces más rápido al contacto interpersonal en vivo y en directo que a cualquier otra forma de interacción que se nos pueda ocurrir o podamos inventar. Camille Lavingtone y Stephanie Losee describen este fenómeno en su libro “Solo tienes tres segundos”, un clásico en su género e imprescindible no solo para quienes estén en duda sobre cuál es la impresión que causan en los demás, sino para todos aquellos que consideren importante que sus relaciones interpersonales sean transparentes, efectivas y que reflejen quiénes realmente son.
Los fundamentos de la interacción entre los seres humanos no han cambiado mucho con el paso de los siglos. Lo que ha cambiado es el ritmo de la interacción, que ha multiplicado su intensidad y diversidad exponencialmente, obligándonos a tomar conciencia de que la primera impresión que causamos tiene una importancia trascendental, ya que de ella puede depender un negocio importante, un ascenso o nuestro ingreso a ese club de golf que tanto añoramos.
La primera impresión esINDELEBLE: si no la “chuntaste”, ¡fuiste! Y, para colmo, como ya lo dije desde el título, sólo tienes tres segundos. Apenas entras en una habitación, ¡ya está! En exactamente tres segundos, todos los presentes te han evaluado, aún cuando sólo te hayan mirado de reojo. Han visto tu outfit y peinado, tu postura, los accesorios que llevas y a quién has saludado al llegar. Algunos tal vez hagan un apunte mental de que sería interesante conocerte, otros simplemente te borraron de su mente.
Este proceso de “reconocimiento” sucede cada vez que nos encontramos frente a alguien nuevo. En los primeros instantes, nos “medimos” mutuamente. Lo primero que los demás tratan de identificar en nosotros es alguna evidencia de que tenemos algo en común:
- Si la otra persona parece tener un status similar al nuestro, ya sea desde el punto de vista social o de negocios, la consideramos “adecuada” para continuar una interacción.
- Si parece tener mayor rango social o empresarial, la admiramos y se convierte en un contacto deseable y valioso para nuestro network, por lo que trataremos de cultivar una relación.
- Si nuestra impresión es que se trata de una persona con statusmenor al nuestro, se le acepta circunstancialmente, pero no se le presta mayor atención, ni se cultiva relación posterior alguna.
- Si, para colmo, se trata de una entrevista de trabajo, o la otra persona hace “química” inmediata con el entrevistador y la cultura corporativa que este representa, o no encaja en la organización. Punto.