El especialista en temas ambientales de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), Eduardo Chaparro, demandó a los empresarios mineros ser más atrevidos y mostrar los logros alcanzados en el manejo sostenible de los recursos, como el agua, que es el principal factor de conflicto entre comunidades y empresas mineras. Pidió además, implementar una agenda internacional que asegure la consecución de los objetivos del desarrollo minero para los próximos años.
Chaparro se refirió a las medias verdades que se difunden sobre la industria minera en diversos países del mundo y al impacto negativo que logran en la opinión pública, sectores interesados que sin conocimiento o razón fundamentada tratan de desvirtuarla.
“Todos aquellos detractores que hablan sobre los impactos de la minería, son los primeros que no quieren renunciar a sus teléfonos celulares. Hablan de la necesidad de proteger el medio ambiente pero andan llenos de cositas y aparatitos electrónicos y se les olvida que sin minería no habría papel para que nuestros hijos vayan a las escuelas, no habría cirugías, bisturí, láser y esos equipos que usan no podrían funcionar”, aseveró.
Chaparro, cuestionando la estigmatización que le quieren achacar a la industria minera, dijo que esta actividad hoy está comprometida con el desarrollo social progresivo, el crecimiento económico, el equilibrio ambiental y la gobernanza, “sin algunos de estos elementos ninguna industria minera se atrevería a levantar un solo proyecto”, agregó.
El funcionario de la CEPAL reconoció que había mala minería y por esa razón, problemas como el ocurrido en Bagua no será el único que se presente, afirmando que no habrá descanso en los sectores antimineros que están dispuestos a propagar el desorden y el caos en esta actividad.
Sobre el tema hídrico, afirmó que el 1% del agua dulce en estado natural en el mundo se encuentra en gran parte en acuíferos que son difíciles de aprovechar, agravada por la distribución desigual de las superficies de los continentes en general con zonas de abundancia y zonas de escasez, como sucede con Perú.
Demandó trabajar estos temas mediante una agenda internacional, vinculada a la consecución de los objetivos del desarrollo minero, algo parecido a lo realizado en Copenhague.
Chaparro reiteró la necesidad de colocar en las agendas nacionales, las mediciones de los impactos de las reformas o sus intentos, que se producirán en las legislaciones de agua y el déficit de los servicios en los países de la región, así como el desarrollo de la competitividad para reducir la pobreza y evitar la maduración de conflictos políticos, sociales e inclusive internacionales.
“Un ejemplo de esto es lo que podría suceder entre Chile y Bolivia, por el tema de la quebrada Silala en la frontera que abastece de agua a Bolivia”, puntualizó.
Sostuvo que en América Latina el 9% del agua que dispone la utiliza para generación de hidroenergía y en el mundo solo el 2%. Dijo además que América Latina solo usa un 15% de su potencial hidroeléctrico económicamente aprovechable con centrales que generan el 60% de la electricidad del continente, pero precisó que hay países en la región que dependen fundamentalmente -como el Perú- en más de un 70% del agua, “de ahí la importancia que tiene su uso para un sector vital de la economía del Perú”, enfatizó.
Indicó que para una adecuada gestión de los recursos y el manejo energético, se debe considerar el marco legal en que se implementarán las políticas futuras para evitar problemas posteriores. Dichas medidas serán más exigentes y trabajadas mediante acuerdos internacionales de comercio e inversión, a fin de no repetir los inconvenientes entre México y Estados Unidos, en el marco del TLC suscrito, por la disponibilidad de agua en ambos lados de la frontera.
A manera de ejemplo, e insistiendo que los empresarios mineros deben informar a la opinión pública lo que hacen con el recurso hídrico en forma responsable, manifestó que Codelco, en Chile, usa el mismo galón de agua para sus operaciones mineras 11 veces, lo que significa que el empresario minero cuando piensa en costos, sabe perfectamente que debe cuidarla.
“La industria minera sabe en dónde están las fuentes de contaminación, conoce cuáles son esas fuentes, sabe cómo manejarlas, lo hace y no lo cuenta. El público no lo sabe, cuéntenlo señores, porque ustedes tienen una responsabilidad con su país de mantener el crecimiento sostenido”, concluyó.