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Formación, experiencia, nuevas habilidades y marca personal son los ingredientes que se incluyen en una hipotética fórmula magistral para conseguir el empleo ideal. La clave está en combinarlos adecuadamente y saber qué importancia tiene cada uno en el proceso de búsqueda o en los cambios que emprendamos durante nuestra carrera profesional.
Saber buscar es, aunque parezca de perogrullo, una clave para encontrar un empleo o para cambiar de trabajo en el escenario laboral de hoy, cambiante e hipercompetitivo, pero muchos candidatos no están preparados para adoptar las nuevas estrategias de búsqueda que son necesarias.
Para tener éxito y conseguir empleo conviene que conozca quién gestionará a las personas; qué papel jugarán los directores de RRHH -y los propios departamentos de recursos humanos de las organizaciones-; cómo rastrean ahora el talento los empleadores; o quiénes son y cómo actúan los nuevos agentes que operan en el mercado de la selección, sin olvidar a los tradicionales.
Conocerse uno mismo es otra de las claves para dar con la fórmula del empleo, sin olvidar las nuevas modalidades de trabajo que transforman ya la forma de buscarlo: aparecen nuevos puestos bajo demanda; se da la posibilidad de trabajar sin ir al trabajo; o una actividad profesional en la que dependeremos de varios jefes, o sin mandos; la oportunidad de contar con un portfolio múltiple de carreras; una nueva flexibilidad inédita que no tiene que ver con el concepto tradicional de conciliación; el trabajo por proyectos y el empleo independiente; o la colaboración entre humanos y máquinas, que trae un nuevo modelo de interacción.
Nuevas habilidades
Juan San Andrés, consultor de recursos humanos y coach, reconoce la necesidad de la experiencia y la formación, aunque opina que “las habilidades son lo determinante en muchos casos”.
Parece evidente que la necesidad de hacer las cosas de forma diferente implica la obligación de aportar un nuevo valor y presentar nuevas credenciales profesionales, que son capacidades completamente distintas y adaptadas al nuevo mercado de trabajo.
“Sin actitud no puede suceder nada; no hay voluntad de aprender ni de adaptar nuestras habilidades.”
Entre estas habilidades necesarias está la capacidad constante de aprendizaje y la curiosidad por saber hacia dónde va el mercado; la flexibilidad; la adaptabilidad y la tolerancia al cambio; la agilidad y el sentido de la urgencia; la productividad para la consecución de resultados y sentido práctico; o la capacidad de decisión, necesaria en los candidatos altamente resolutivos. Sin olvidar las habilidades tecnológicas que requiere la transformación digital, o el espíritu emprendedor y la capacidad para liderar los cambios.
También se exigen habilidades que nos permiten pensar de forma fuera de lo común: todo aquello que tiene que ver con la creatividad, o la inteligencia emocional, así como capacidades evidentes como el dominio de idiomas y las habilidades relacionales y comunicativas.
Alberto Gavilán, responsable de recursos humanos de Adecco, opina que los ingredientes de esta fórmula magistral para encontrar empleo varían en función del puesto y del perfil al que se aspira. Cree que “no se puede hacer un único diagnóstico para todas las posiciones, aunque lo que más peso tiene son las nuevas habilidades y capacidades. Es lo que marca la diferencia entre candidatos que cuentan con el mismo conocimiento”.
Para Andrés Fontenla, socio director de Recarte&Fontenla, “cuando uno avanza en la carrera y tiene seniority, los ingredientes principales son la experiencia y la marca personal. Para los más novatos, los ingredientes principales son la formación y las habilidades, aunque hay que tener en cuenta que las capacidades son importantes siempre. Se trata de un elemento permanente, aunque influye más al principio”.
Álvaro Ceballos, responsable de Randstad Professionals en Andalucía, resalta sobre todo la importancia de la marca personal y las habilidades. Explica que “los cuatro ingredientes de la fórmula han ido evolucionando. Unos han ganado importancia y otros la han perdido. Así, el nivel de formación en la sociedad cada vez es más alto. Resulta fundamental, pero hay que valorar también la experiencia”.
Sobre las nuevas habilidades, Ceballos pone en valor la “necesidad de destacar en las entrevistas de trabajo las aptitudes requeridas para el puesto con una buena actitud”, y añade un ingrediente: “Los valores y los aspectos éticos del candidato son determinantes, y es lo que permanece. La capacidad técnica se puede adquirir”.
María José Martín, directora general de Right Management, también se refiere a la actitud. Cree que sin ella “no puede suceder nada. No hay voluntad de aprender ni de adaptar nuestras habilidades”. Martín añade que “el ingrediente que más pesa en esta fórmula del empleo son las soft skills. Al final, son éstas las que nos hacen más humanos. Nos predisponen a la learnability, que lleva a incrementar nuestra empleabilidad”.
Juan San Andrés añade que “el entrevistador quiere acertar con su decisión sobre la persona que puede cubrir el puesto. Se juega su prestigio profesional como seleccionador en cada proceso de selección. La misión del candidato es reducir al máximo su incertidumbre respecto de su candidatura. Y eso requiere unas habilidades superiores de entendimiento de la situación, de comprensión de la naturaleza del puesto y de comunicación. Preparar con detalle la entrevista, buscando toda la información relevante sobre el puesto y la empresa resulta vital. Solo así podremos hacer sentir al entrevistador que somos la solución a su problema”.
Silvia Leal, experta en transformación digital, considera que las nuevas capacidades y habilidades junto con la marca personal son dos ingredientes que constituyen el 50% de una hipotética fórmula magistral para encontrar un empleo. Añade otro ingrediente -el perfil psicológico-, al que atribuye un 30% en la proporción de la fórmula, y asegura que “si durante la entrevista de trabajo uno tiene la autoestima baja o no se siente un candidato valioso, las posibilidades de fracasar aumentan”.
Formación
La brecha entre el mundo académico en el que nos formamos y las necesidades reales de un mercado laboral en cambio constante provoca dudas acerca del peso que la educación ha de tener en una fórmula magistral del empleo. La carrera que escogemos, las habilidades adquiridas en nuestra formación o la diferencia de velocidad entre lo que enseña la Universidad y lo que pide el mercado pueden ser una causa de fracaso en la búsqueda de empleo o en la reinvención profesional.
El CEO de LinkedIn, Jeff Weiner, sostiene un lema referido a los procesos de selección: “Capacidades, no títulos”; y Laszlo Bock, quien fuera vicepresidente de recursos humanos de Google, lleva ya mucho tiempo presumiendo de que su compañía tendía a contratar cada vez a más gente que no ha pasado por la Universidad.
María José Martín se refiere a la “importancia de un plan de acción basado en la educación (que esté sostenido por el aprendizaje permanente), en la exposición (un plan de acción que ponga en práctica lo aprendido) y en la experiencia, para que a partir de ese esfuerzo personal se adquieran mejores prácticas que impacten en la reputación y en el valor profesional”.
Silvia Leal menciona la importancia de la formación y la experiencia. En la fórmula magistral, Leal le otorga un 35% a la primera, ya que “sin formación uno puede estar pidiendo u optando a trabajos que no conseguirá nunca. Es la base de cualquier candidatura a un empleo”.
Y Juan San Andrés explica que “la experiencia y la formación que adquirimos -hemos de tener un mínimo para optar a cualquier puesto cualificado- aparecerán en la conciencia del entrevistador con mayor o menor definición y brillo en función de cómo los presentemos nosotros. Jamás debería confundirse esto con inventarse títulos o experiencias. La destreza para conectar nuestra formación y nuestras experiencias con lo que necesita esa empresa será determinante”.
Experiencia
La fórmula mágica de Juan San Andrés para encontrar empleo incluye experiencia y formación, entendimiento y gestión de la situación en la entrevista, perseverancia y método.
Por su parte Silvia Leal explica que “la experiencia tendría un 15% en la fórmula magistral”, y advierte de que “en España se dan problemas para encontrar trabajo, porque los candidatos tienen muchas dificultades para conseguir los primeros seis meses de empleo.
Si no se tiene ese medio año, por mucha formación que se adquiera, será bastante difícil acceder al trabajo”.
En la fórmula magistral debe haber consistencia profesional; no vale cualquier destreza. Por lo que se refiere a la experiencia, Andrés Fontenla cree que “para la fórmula magistral es necesario que haya consistencia profesional. No vale cualquier experiencia. Es la evolución a lo largo de la carrera, con una lógica y una trayectoria ascendente. Esa evolución nos da empleabilidad”.
También afirma que la versatilidad enlaza con todo esto: “Nos hace más empleables. No es igual haber estado 25 años en una empresa trabajando siempre en lo mismo que aquel que emprende distintos proyectos dentro de la organización o decide cambiar de compañía”.
Marca personal
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, recuerda que el objetivo de una marca -personal, empresarial o de producto- “es multiplicar las posibilidades de ser elegido entre varias opciones y aumentar el valor percibido. Por lo tanto, cuando alguien consigue ser conocido y reconocido como un profesional valioso, va a destacar sobre los demás y va a tener muchas más papeletas para que le escojan entre varios candidatos, a la hora de conseguir un ascenso o evitar un despido”.
Pérez considera que la marca personal potencia la empleabilidad, pero advierte de que “también hay que entender que no se trata de una habilidad que se aprende y que se puede demostrar. No se trata de un título que se puede colgar en la pared, ni un conjunto de experiencias que se pueden enumerar en un currículo. Ni tampoco eso que algunos llaman talento. En realidad la marca personal es el resultado de combinar esos elementos y muchos otros para generar una confianza y conseguir un prestigio basado en lo que otros dicen, en los resultados conseguidos y en el valor aportado. Una marca personal no se tiene, se descubre; se desarrolla; se comunica; y se deja”.
Pérez concluye que se trata de una característica muy poderosa para conseguir un empleo o para mantenerlo, y señala que “es algo que se desarrolla día a día, durante toda la trayectoria profesional y que nos otorgan los demás. Una marca personal valiosa es la consecuencia de realizar un buen trabajo una y otra vez y de comunicarlo adecuadamente. Nunca es una medalla que puede colgarnos alguien simplemente por ser muy visible. Hay que generar algún efecto en nuestra empresa o en nuestro trabajo”.
Fuente: Diario Expansión de España Red Iberoamericana de Prensa Económica (RIPE)