Impulsada por los crecientes precios del petróleo, Petrobras ya no necesita desinvertir US$ 21,000 millones en activos para pagar una carga de deuda que es la más alta de una petrolera que cotiza en bolsa, afirmó su jefe financiero.
Además, un inesperado impulso de nuevos campos en aguas profundas promete dar al gigante de energía brasileño mayor flexibilidad para modificar su plan de desinversión 2017-2018. El programa de venta de activos, entre ellos la red de 4,506 kilómetros de oleoductos de gas natural, enfrenta varios desafíos legales. Ahora, la petrolera puede desinvertir menos, o más, dependiendo de las oportunidades que encuentre, dijo su jefe financiero, Rafael Grisolia, en su primera entrevista desde que se unió a la empresa en junio.
“El mercado internacional está en un buen momento, y podemos aprovecharlo porque hicimos nuestra tarea”, dijo Grisolia citando los programas de recorte de costos y reducción de deuda.
Si bien Petróleo Brasileiro SA continúa siendo la petrolera que cotiza en bolsa más endeudada del mundo, ha reducido sus obligaciones a un ritmo más rápido que sus rivales, aseguró Grisolia, y tiene menos pasivos que Petróleos Mexicanos.
“Orgullosamente cedimos el puesto a Pemex”, dijo Grisolia. El plan de negocios para los próximos cinco años incluirá una meta aún más ambiciosa para la reducción de deuda, hasta alcanzar una ratio de 1 a 1,5 veces en relación al Ebitda, menos de la mitad del nivel actual, agregó Grisolia y afirmó: “necesitamos llegar a ese nivel”.
Petrobras también puso en revisión su estrategia petroquímica, afirmó el ejecutivo, después de poner en venta en 2016 su participación por 4,300 millones de reales (US$ 1,100 millones) en Braskem SA. Ahora podría abandonar sus planes para la venta e incluso duplicar su participación en Braskem SA, empresa petroquímica que considera una cobertura natural para los precios del petróleo.
La nueva estrategia se presenta después de que el ex máximo responsable, Pedro Parente, alabado por revertir la suerte de la empresa que estuvo en el centro del escándalo de corrupción conocido como Lava Jato, dejara la empresa en junio tras una huelga nacional de camioneros por los precios de los combustibles. Iván Monteiro, quien fuera el jefe financiero en la administración de Parente, lo reemplazó en el cargo.
Como jefe financiero, una de las tareas de Grisolia es dar seguridad a los inversores en un momento en que la empresa es criticada por el programa de subsidios al diésel, acordado con el gobierno tras el paro de camioneros, y la desaceleración en el plan de venta de activos.
Grisolia prefiere destacar el sólido crecimiento de las utilidades en 2018 y la menor interferencia del gobierno. Por ejemplo, ministros y altos funcionarios militares ya no tienen puestos en el consejo de la petrolera.
La empresa también está entrando a un período de aceleramiento de su producción al tiempo que suben los precios del petróleo más de lo que se había anticipado, afirmó el ejecutivo. “Cuando explico todo esto, los inversores se calman un poco”, dijo. “No tienen razones para vender en lugar de comprar”.
BLOOMBERG