ProActivo
Haber logrado enfriar los caldeados ánimos en torno a la mina Las Bambas, contra todo pronóstico, es un mérito del Premier Salvador de Solar, quien logró poner paños fríos al conflicto que iba en escalada. El siguiente paso es qué hacer en adelante para lograr acuerdos concretos y soluciones duraderas, respecto a cómo se implementarán los complejos compromisos asumidos tanto por el Estado, la comunidad y la empresa. Todo un reto que al actual gobierno le toco asumir. El ex gerente general de la mina, Valentín Choquenaira, uno de los protagonistas de la gestación y arranque de Las Bambas, incluso cuando aún era operada por la hoy desaparecida Xstrata Copper, concede entrevista telefónica para ProActivo.
Usted empezó a trabajar en Las Bambas, cuando era proyecto y estaba en manos de Xstrata Copper ¿Qué opina de la actual situación que atraviesa la mina y las comunidades del entorno?
La zona por su misma ubicación geográfica está lejana a la atención del Estado y tiene un nivel de pobreza extrema, con tantas necesidades insatisfechas.
Desde los inicios del proyecto se dieron presiones sociales muy fuertes, recordemos que incluso cuando Xstrata gano la Opción de Las Bambas, el cheque de 45 millones del Fondo Social se entregó en un ambiente de paralización de las comunidades de Cotabambas en contra del proyecto minero, a la que siguieron otras paralizaciones menores y en 10 años Xstrata logró revertir la situación y obtuvo la licencia social para desarrollar el proyecto.
En ese momento, las comunidades comprendieron que el recurso natural que tenían en su subsuelo era su oportunidad de desarrollo y finalmente se construyó el proyecto en un ambiente de apoyo de la población local (como ellos hasta ahora lo refieren) hasta la venta de Las Bambas por parte de Xstrata/Glencore, a MMG.
Recientemente, en medio de este clima de tensión, surgió el reclamo de que la Comunidad de Fuerabamba recibió mucho más que otras comunidades y que ahora piden más dinero, ¿Qué puede decir al respecto?
La Comunidad de Fuerabamba es la que abrió sus puertas para ejecutar el proyecto, entregó la totalidad de sus tierras -cerca de 4,800 hectáreas- bajo un acuerdo de Reasentamiento sin precedentes en el Perú para reubicar a 450 familias en otro lugar.
El reasentamiento de la comunidad era mandatorio para el proyecto, de no haberse llegado a este acuerdo en su oportunidad, la mina no sería una gran realidad que ahora entrega al país el 1% de su PBI. Las otras comunidades involucradas en la ruta del corredor minero, no comprometen su territorio en el nivel que sí lo hizo Fuerabamba, lo que explica la diferencia de la compensación.
¿Según usted que habría que hacer desde el Estado para resolver la conflictividad en Las Bambas y en el desarrollo de otros proyectos mineros?
Que implemente sus compromisos adquiridos oportunamente para evitar la pérdida de credibilidad y mayores costos. Que se dé una mayor actuación en la prevención de riesgos sociales que al no ser detectados y abordados apropiadamente terminan en conflictos cada vez más recurrentes y complejos
Asimismo, pienso que es necesario implementar acciones concretas, con foco a superar el estancamiento de los grandes proyectos mineros por temas sociales. Para ello se requiere implementar políticas de Desarrollo Sostenible con normas y procedimientos simples y claros que soporten de manera uniforme las buenas prácticas de la industria global. Esta uniformidad es muy importante porque evitaría así los efectos que pueden tener las empresas de pobre gestión social.
¿Y en cuanto a la empresa?
Que mejore su gestión social con involucramiento al más alto nivel al interior de la misma, que reestablezca una buena relación de confianza con sus Comunidades ya que la actividad minera se quiera o no, es una relación y presencia a largo plazo. Es una convivencia.
¿En general, qué nos faltó como peruanos?
La solución de un conflicto al nivel alcanzado en Las Bambas requiere de una atención prioritaria para conocer la real causa-raíz, y no las aparentes, que impiden ver la dimensión del problema.
Nos corresponde a todos construir el entendimiento colectivo que somos un país minero y desde diferentes puntos de vista debemos contribuir a que esta actividad económica siga su desarrollo, y que -para bien del país, las propias comunidades involucradas y la industria- los problemas de hoy sean superados en entendimiento entre la población civil, la Empresa y el Estado.