La zona centro del país es la más golpeada, al contraerse 32,4% en el segundo trimestre. Pasco cayó 50,4% debido a la paralización de sus minas. Tacna y Moquegua cayeron menos porque Southern sí operó.
Durante la crisis originada por el COVID-19, la atención se ha centrado en el desempeño de la economía a nivel nacional, la cual cayó 30,2% en el segundo trimestre del 2020, respecto al mismo período del año anterior, una de las contracciones más fuertes en el mundo. No obstante, el análisis agregado esconde importantes las diferencias regionales.
Recientemente, el INEI publicó los resultados de la actividad productiva departamental durante el segundo trimestre del 2020. En este período, la economía de todas las regiones se contrajo, a diferencia del primer trimestre cuando siete regiones lograron un crecimiento positivo.
En consecuencia, 18 de las 24 regiones -Callao está incluido dentro de Lima- entraron entonces en recesión, debido a que su actividad económica cayó durante dos trimestres consecutivos. Más aún, cuatro regiones -Apurímac, Cajamarca, Cusco y Madre de Dios- muestran tres o más trimestres consecutivos de caída.
El impacto de la minería
Según zonas geográficas, la zona centro del país -excluyendo Lima- fue la más golpeada, al contraerse 32,4% respecto al mismo trimestre del año anterior. En la mayoría de regiones de esta zona, la caída se debió, principalmente, a la suspensión de actividades mineras y a la paralización de obras públicas y privadas del sector construcción.
En particular, la economía de Pasco cayó 50,7% -la mayor caída a nivel regional- debido, en parte, a la nula producción de cobre, plomo, zinc y plata en abril. Asimismo, el despacho de cemento local se redujo en casi 97% en el mismo mes.
Las limitaciones sobre la minería también afectaron el desempeño de la zona sur del país, la cual se contrajo 25%. Las caídas de Arequipa (-32,7%), Apurímac (-22,3%), Ayacucho (-27,2%) se debieron, principalmente, a la menor producción minera por restricciones operativas. En particular, la minera Ares, en Ayacucho, paralizó sus operaciones entre marzo y mayo.
En contraste, el crecimiento de la actividad minera en Tacna y Moquegua atenuó la caída total en ambas regiones. En el caso de Tacna (caída de 11,2%), la mayor producción de molibdeno -como consecuencia de la Ampliación de Toquepala- contrarrestó parcialmente la caída en el transporte de pasajeros y la menor ejecución de obras públicas.
Del mismo modo, el incremento de la producción minera en Moquegua -debido a mayores leyes de concentrado de mineral- mitigó la contracción de la región (-15,5%).
Mayores cosechas
En cuanto a la zona norte del país, la actividad se contrajo 26,5% y se registraron rendimientos diferenciados en las actividades primarias autorizadas durante el estado de emergencia. Por un lado, el sector pesca se redujo 30,9% en el segundo trimestre, debido a la menor extracción de especies para congelado y enlatado en los puertos de Piura.
Por el contrario, el sector agropecuario creció 1,9%, dadas las mayores cosechas de arroz, limón, cacao y caña de azúcar por las condiciones climáticas adecuadas en Tumbes, Lambayeque y La Libertad.
De otro lado, el oriente del país se redujo 31% en el mismo período, tras haber registrado un comportamiento positivo en el primer trimestre del año. Esta caída se explica, en gran parte, por la nula producción artesanal de oro en Madre de Dios y la menor producción de hidrocarburos en Loreto.
En particular, la limitada explotación de petróleo crudo responde a la suspensión de operaciones en diversos lotes debido a la menor demanda interna de combustibles, los menores precios internacionales, la conflictividad social de la zona y el cierre del Oleoducto Norperuano.
A diferencia de la dinámica del interior del país, la desaceleración de Lima (-32,2%) responde, en buena cuenta, a la contracción de los sectores comercio y manufactura. Además, dadas las restricciones en minería y construcción, se redujeron las ventas al por mayor de maquinaria y equipo, y las ventas al por menor de materiales de construcción.
La actividad manufacturera se vio afectada también por la menor fabricación de minerales no metálicos, y la refinación de petróleo, cobre, plata y zinc.
Una ardua recuperación
En circunstancias como las actuales de enormes fluctuaciones, puede ser útil comparar el desempeño del PBI mes a mes -en vez de con respecto al mismo periodo del año anterior, como regularmente se hace-.
Este indicador señala que la economía peruana cayó 37% entre febrero y abril, en términos desestacionalizados. Luego, de abril a julio, el producto ha crecido a un ritmo promedio mensual de 10%. A pesar de que esta serie no se estima a nivel regional, otros indicadores dan cuenta de esta recuperación. Por ejemplo, en Cusco, la producción de gas natural del lote 88 -destinado al consumo del mercado interno- en el mes de julio fue cuatro veces mayor a la observada en abril.
Sin embargo, la producción desestacionalizada está aún 16% por debajo de la observada en febrero y existe el riesgo de que el avance sea cada vez menor debido a las restricciones operativas sobre la oferta y el deterioro de la demanda de los hogares. El impulso de los próximos meses, con el sostenimiento del tejido productivo a lo largo del país, será clave para mantener la senda de crecimiento de la economía peruana en el mediano plazo.
Fuente: El Comercio