Por: Guillermo Vidalón del Pino
El próximo domingo 11 de abril se llevarán a cabo los comicios generales para elegir a quienes asumirán la responsabilidad de gobernar el Perú durante los próximos cinco años. Durante ese período, debe superarse la pandemia y recuperar el crecimiento económico que en sí mismo no es un fin, sino un medio para que un mayor número de peruanos alcance niveles de calidad de vida.
Las deficiencias que el estado ha demostrado en servicios como salud, educación y falta de infraestructura han costado la vida de cientos de miles de ciudadanos, enlutando a sus deudos y empobreciendo a millones de compatriotas.
Cambiar esta situación demandará que el país recupere en el más corto plazo su volumen de producción y mejor, inclusive, si se elevan los niveles de productividad por habitante. Lograr estos objetivos requiere contar con mayores recursos económicos y, en ese sentido, la minería juega un rol preponderante. No se trata de la defensa de una actividad en particular, se trata de la defensa del futuro y la proyección del país.
El Perú cuenta con un gran potencial geológico que debe ser puesto en valor para cerrar las brechas que nos separan de los países desarrollados, sobre todo, ahora que la pandemia ha detenido casi por completo la actividad turística. Más allá de la minería tenemos la pesca y la agro-exportación, esta última crecía a pasos agigantados hasta que un manejo inadecuado del conflicto social ocasionó pérdida de vidas humanas y la derogatoria de una ley promotora que ha frenado la inversión y la generación de empleo productivo en ese sector, impactando la calidad de vida de otros miles de peruanos.
Lo sucedido con la agro-exportación demuestra que, si la ciudadanía no hace una reflexión al momento de decir el futuro del país, el retroceso en términos de calidad de vida puede ser mayor y a un ritmo acelerado. La enorme migración venezolana es una muestra más de cómo un país con la mayor riqueza petrolera mundial cayó presa del populismo y su población huye para escapar de la extrema pobreza.
Un voto consciente sabe que la pobreza se reduce mediante la generación de empleo productivo y no los denominados programas sociales que cubren una emergencia y siempre fueron objeto de corrupción o condicionamiento político. Entonces, ¿cómo es que se genera empleo productivo? Mediante la promoción de la inversión, porque ésta se orienta a la generación de riqueza.
En el Perú, el mayor atractivo para la inversión nacional y extranjera es el desarrollo de proyectos mineros y, por nuestra parte, ser vigilantes como ciudadanos para que nuestras autoridades hagan un empleo adecuado de los recursos económicos que se concretan en impuestos que alcanzan casi el 50% de la riqueza generada.
Por ello, pretender cambios en la estructura normativa del país ocasionan la retracción de las inversiones, porque como es natural, todos estarán a la espera de las nuevas reglas de juego antes de invertir. Es decir, la contracción de la economía será aún mayor. Durante los últimos cuatro quinquenios, el país pasó de ir en ascenso económico hasta alcanzar un ritmo promedio anual de 4% del PBI en el período 2001-2006, al a 8% en el quinquenio 2006-2011; luego cambiamos de rumbo y el resultado fue la contracción a 4% del PBI; en el 2016 pasamos a 2% y la pandemia y las decisiones de gobierno ocasionaron una caída de más de 10% en el PBI, mientras la población sigue en ascenso, a quienes se sumaron los migrantes. Es decir, más habitantes, menos recursos económicos para repartir, inseguridad ciudadana e incertidumbre jurídica y política, todos los elementos que empobrecen un país.
Por nuestro futuro, por las familias de cada quien, por la minería como oportunidad de desarrollo pronto y certera reactivación económica, que este domingo nuestro voto sea por el Perú.