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Por Mónica Belling
Hace poco más de dos años en una entrevista para ProActivo, con su lenguaje irreverente, Miguel Santillana advirtió que en minería el país se sentía equivocadamente como la “quinceañera más ricotona del baile”.
El 2013 se veía un año con dudas, si bien los precios de los commodities mineros bajaron, aún no estaba tan definida la cíclica curva de la baja. Además, la macroeconomía aún no registraba los efectos determinantes que el uso del shale gas le daría a la economía de los Estados Unidos y por ende a la del mundo.
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¿Supimos aprovechar la frescura y vitalidad de la caja fiscal producto de los altos precios de los metales y la oportunidad de gasificarnos? Para los analistas del Banco Mundial. Sí, lo hicimos bien. Para algunos exigentes economistas peruanos, faltó mucho por hacer, particularmente en los últimos cuatro años.
En el inventario positivo está Pampa Melchorita, la gasificación de las industrias en el país e incluso en el uso doméstico. En los hechos, además de alimentar la macroeconomía nacional, la minería permitió que por lo menos surgiera una región como modelo país: Moquegua.
Como contrapartida, al igual que los siempre criticados gobiernos regionales, el gobierno central hizo poca inversión notable en infraestructura durante la última década. Quizá el inicio del gasoducto sur peruano y el proyecto de las Líneas del Metro de Lima sean lo más rescatable de la última década. En cuanto a la administración pública, el proceso de descentralización aún no sale de las trabas que pone la corrupción y que para algunos fue simplemente descentralizada.
Perú aún puede invertir y conviene que lo haga muy bien. Esa es la responsabilidad de los líderes y sus seguidores que buscan gobernar el país. Si la práctica mundial indica que la mejor inversión es la educación ¿Porqué no ofrecerla a todos y por todo lado? Los buenos programas gubernamentales que solo llegan a unos cuántos poco podrán hacer por las nuevas generaciones. ¿Cuántos jóvenes saben, por ejemplo, el valor de la papa para el mundo?
Editorial Edición 127 ProActivo