Por: Guillermo Vidalón del Pino
La idea que tengo al respecto es que el sensacionalismo de la noticia no puede llevarnos a soslayar lo que denominaríamos los grandes intereses del país o las políticas de Estado para garantizar o propiciar de manera más eficiente el desarrollo nacional.
Si todos quienes tenemos la responsabilidad de comunicar a la opinión pública supiésemos la trascendencia de la actividad minera, de seguro tendríamos mayor cuidado al comunicar, primero, porque desde un medio impreso o una radio se puede llamar a una población a un levantamiento en contra de una actividad productiva pero, en el fondo, qué es lo que realmente se hace, soliviantar a la población, muchas veces en función a una especulación o en respuesta a un interés político por promocionar a quien desea ser figura política y no le interesa las consecuencias de sus actos.
Un ejemplo lamentable lo tenemos en el proyecto Conga o el denominado Cerro Quilish o en Tía María o en Santa Ana o los problemas que están surgiendo en Cañariaco. Si la prensa actúa al servicio de un interés particular y no en función de un bien superior, se convierte a la prensa en simple mercancía, se deja de lado la deontología, la búsqueda de la verdad, la oportunidad de la misma, la responsabilidad de informar y, aunque parezca un contrasentido, la oportunidad de omitir informar.
Me explico, qué sucede si un periodista descubre que un grupo de espías descubrió los secretos mejor guardados de la seguridad nacional, trabajaron años y con esmero para lograr su cometido, pero terminaron siendo capturados. El periodista peruano que denunció el hecho tiene toda la información que lograron acopiar los espías pero que, afortunadamente, no lograron transmitir a su gobierno. ¿Sería lógico que el periodista peruano revelara la información de que dispone, haciendo público a nivel nacional e internacional todo el sistema de defensa del país? Es obvio que puede apelar a su derecho de informar pero su accionar sería contraproducente a los intereses del Perú. De eso se trata el concepto de “oportunidad de omitir informar” u “Omisión de Información”.
Con esto no planteamos que no se informe sobre los conflictos, propugnamos mesura e información equilibrada.
Si como periodistas somos conscientes que hay desinformación en la opinión pública local sobre una actividad tan compleja como la minería, lo lógico es preguntar a quienes la realizan ¿de qué se trata? Acudir a centros superiores de enseñanza (públicos y privados) para conocer por qué se estudian las ciencias de la tierra y qué oportunidades representan, si es que así fuere o si representasen algún riesgo potencial, conocer cuál es ese posible riesgo, cuál es la oportunidad que representa para dicha localidad, así como para el país en su conjunto.
Lo ocurrido en Cajamarca es lamentable, sea por el hecho de que se impide una inversión que en conjunto podría superar los 6 mil millones de dólares o porque se evita que el Producto Bruto Interno Regional y Nacional se expanda aún más, privando a miles de familias peruanas de un empleo con ingresos muy superiores a los del promedio.
Asimismo, se priva al Estado de contar con mayores ingresos como para reforzar la mejora de la calidad de la educación pública, la salud, la seguridad interna y externa, etc.