Energía verde

Gobiernos y empresas deberán invertir al menos US$92 billones para 2050 a fin de reducir las emisiones lo suficientemente rápido como para prevenir los peores efectos del cambio climático.

Este es el pronóstico más reciente de analistas de BloombergNEF, quienes ven esa escala de gasto como necesaria para impulsar una rápida electrificación de la economía global y reducir la dependencia de los combustibles fósiles.

Treinta años es un período corto de tiempo para lograr la escala de transformación necesaria para limitar más aumentos peligrosos en las temperaturas globales. La inversión en infraestructura para adaptarse a la transición energética deberá subir a entre US$3.1 billones y US$5.8 billones anuales en promedio hasta 2050, frente a los aproximadamente US$1.7 billones en 2020, halló BNEF. Eso significa que la factura final podría ascender a US$173 billones, aproximadamente ocho veces el producto interno bruto de Estados Unidos en 2019.

Ese nivel de gasto ayudaría a limitar el aumento de la temperatura global promedio a 1.75 °C frente a los niveles preindustriales, en comparación con cerca de 1.2 °C de calentamiento ya presente. Si no se toman medidas adicionales, es probable que eventos como las olas de calor, las inundaciones y los incendios forestales que hemos evidenciado en todo el mundo en las últimas semanas se vuelvan más frecuentes, peligrosos y costosos.

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Ampliar el papel de la energía eléctrica apuntala toda esperanza de una reducción drástica de las emisiones de gases de efecto invernadero. Más de las tres cuartas partes de la disminución potencial de las emisiones en esta década probablemente tendrán que provenir del suministro de electricidad y del uso cada vez mayor de energía eólica y solar, según BNEF. Otro 14% de la caída de las emisiones en dicho período se puede lograr si vehículos, hogares e industrias pasan a la energía eléctrica y dejan de lado la quema de combustibles fósiles. El hidrógeno también tendrá un papel importante que desempeñar, y la demanda se disparará.

En general, la generación de electricidad deberá duplicarse al menos para 2050 a casi 62.200 teravatios-hora, lo que representa casi el 50% del consumo de energía final, en comparación con aproximadamente el 19% actual. Un escenario en el que las energías renovables sean la fuente de energía dominante requeriría aún más producción de electricidad. Llevará tiempo planificar, financiar y construir toda esa producción de energía.

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“No hay tiempo que perder”, dijo Seb Henbest, economista jefe de BNEF. “Si el mundo quiere alcanzar o acercarse al cero neto a mediados de siglo, entonces necesitamos acelerar el despliegue de las soluciones bajas en carbono que tenemos en esta década, lo que significa aun más vehículos eólicos, solares, a baterías y eléctricos, así como bombas de calor para edificios, reciclaje y mayor uso de electricidad en la industria, y reorientación de biocombustibles hacia el transporte marítimo y la aviación”.

Hasta ahora, los líderes mundiales no han captado el mensaje. Menos del 15% de los US$2.4 billones que los Gobiernos gastaron para apoyar la recuperación económica pospandemia se destinó a inversiones en energía limpia, una cantidad inadecuada para que el mundo alcance emisiones netas cero para 2050, según un informe de la Agencia Internacional de Energía. Los ejecutivos de algunas de las compañías de energía renovable más grandes del mundo pidieron a los líderes del G20 que establezcan objetivos de energía renovable más ambiciosos para tener la oportunidad de cumplir con las metas climáticas globales.

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Hay muchas tecnologías bajas en carbono que formarán parte de la transición energética. BNEF describe tres escenarios diferentes, uno donde las energías renovables suministran la mayor parte de la energía, otro donde la energía nuclear crece significativamente y otro donde las plantas de combustibles fósiles equipadas con tecnología para capturar emisiones juegan un papel dominante.

Estos modelos son un elemento básico de la industria energética. Se debe a que muchos de los activos construidos para extraer, transportar y usar energía requieren enormes inversiones en infraestructura que durará décadas. Observar cómo diferentes fuentes de energía limpia pueden ayudar a alcanzar el mismo objetivo climático proporciona a los encargados de políticas y a empresas energéticas las herramientas necesarias para realizar dichas inversiones.

En todos los escenarios de BNEF, el hidrógeno deberá ser una fuente de energía mayor para aplicaciones como la industria pesada y la producción de productos químicos. Eso podría llevar a una demanda de hasta 1,318 millones de toneladas métricas de hidrógeno en 2050, lo que representa aproximadamente el 22% del consumo total de energía final, en comparación con menos del 0.002% en la actualidad.

Fuente: Agencia Bloomberg