Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), las industrias que más contaminan son las de extracción de hidrocarburos y la textil, siendo esta última la responsable de generar el 20% de aguas residuales y 10% de emisiones de carbono a nivel global.
Para Alberto Huiman, profesor de la carrera de Ingeniería en Gestión Ambiental de la Universidad ESAN, todos los sectores de producción de una u otra manera generan condiciones para la contaminación, pero el grado de esta dependerá de la gestión interna que realicen.
Sin embargo, dijo que en la actualidad hay empresas que emplean tecnologías limpias en sus procesos de producción, incluso existen premiaciones anuales en pro de las buenas prácticas ecoeficientes, como por ejemplo, los otorgados a SiderPerú, por su proyecto de «Tratamiento y recirculación de aguas con regadía de áreas verdes», así como a ENESUR, por su proyecto de «Reutilización de emisiones sólidos en Ilo, Moquegua», ente otros.
Agregó que el sector que más ha modificado su sistema de producción es el sector de extracción minera, debido a la normatividad vigente y en aras a hacer las cosas bien por las poblaciones cercanas, por ejemplo, en lo referido a la modernización en el tratamiento de aguas y relaves mineros, aunque todavía falta mucho por trabajar.
En ese sentido, el experto internacional de residuos, explicó que es necesario que las empresas cumplan con la normatividad vigente y lleven a cabo los compromisos adquiridos en los Instrumentos de Gestión Ambiental (IGA), preventivos o correctivos, de esta manera se reduce el riesgo de contaminación en el área donde se encuentran.
El Ministerio del Ambiente (MINAM) de Perú, publicó una Guía de ecoeficiencia para empresas, en donde propone llevar a cabo certificaciones internacionales como primer paso para una menor contaminación y otras alternativas como: Buenas prácticas en el agua (designación de persona responsable para el mantenimiento de instalaciones, elaboración de planes de ahorro de agua, tratamiento y reutilización de aguas grises, entre otros), Buenas prácticas en la energía (uso de materiales de construcción con criterios ambientales y utilizar fuentes de energía renovable como paneles solares) y Buenas prácticas en el transporte (elección de vehículos amigables con el ambiente, uso de motores más pequeños y mantenimiento periódico de vehículos).
Al respecto, el especialista afirmó que se debe comenzar a reconocer el esfuerzo realizado, pero también se tiene que supervisar, fiscalizar y sancionar los incumplimientos.
En cuanto a casos de contaminación en las zonas de influencia, Huiman recomendó que, a partir de la ocurrencia del daño, las empresas deben actuar inmediatamente de manera que limiten las áreas afectadas por el agente contaminante, para evitar que este no llegue a una magnitud mayor. Luego de esto, deberán analizar e identificar el contaminante con la finalidad de plantear las medidas más adecuadas.
“En adelante, las empresas deberán trabajar con una visión de prevención, fortaleciendo su programa de vigilancia y control; a través de los monitoreos de calidad ambiental, realizando auditorías e inspecciones internas de sus procesos y promoviendo el cuidado del ambiente en todos sus niveles de organización a través de charlas y capacitaciones”, puntualizó.
Asimismo, el docente de la Universidad ESAN, indicó que como parte de la responsabilidad social, las empresas también pueden implementar programas o proyectos sociales orientados a la población de la zona de influencia de sus proyectos, en los que genere espacios de enseñanza e intercambio de conocimiento con la población en temas de conservación, uso racional de los recursos y promoción de emprendimientos sostenibles.
“Como caso de éxito puedo citar el programa de responsabilidad social de una empresa de hidrocarburos denominado: «Conservación de los recursos del bosque en las comunidades nativas de la zona de amortiguamiento de la Reserva Comunal Machiguenga», acción que promueve la conservación del recurso natural a través de la reforestación de 200 hectáreas en siete comunidades. Otro a destacar, es el de una empresa del sector eléctrico, en el que se capacitó a la población del área de influencia del proyecto de la Central Termoeléctrica de Puerto Bravo, en la aplicación de técnicas para una agricultura más sostenible”, finalizó.