Por siglos, Cusco ha resistido los embates del tiempo y la historia. Sus calles empedradas, que alguna vez fueron transitadas por los incas y luego por conquistadores, han sido testigos de desastres que quedaron grabados en la memoria colectiva. Sin embargo, más allá de su legado histórico, la ciudad se asienta sobre un complejo sistema de fallas geológicas activas, algunas de ellas potenciales generadores de terremotos.
La ciudad, ubicada en una zona del Altiplano (depresión de Cusco), en el borde noreste de la Cordillera occidental de los Andes peruanos, ha sufrido fuertes sismos a lo largo de los siglos, como el devastador terremoto de 1650, el de 1950, y el más reciente de 1986 que redujeron a escombros gran parte de su arquitectura pre hispana y colonial.
Sin embargo, hasta ahora, la ubicación exacta de algunas fallas geológicas que generaron estos eventos sísmicos eran desconocidas. La urbanización y la actividad humana han ido borrando las cicatrices visibles por el movimiento de la Tierra; dificultando su estudio con métodos tradicionales. Esto ha llevado a la necesidad de enfoques más avanzados para identificar y comprender estas estructuras geológicas ocultas bajo la ciudad.
Revelando Fallas ocultas
La primera, una técnica que mide la conductividad eléctrica del subsuelo, permitió detectar estructuras geológicas profundas. La segunda, es una técnica basada en la medición de radón, un gas radiactivo que se filtra desde las profundidades de la Tierra. Ambos recursos ayudaron a confirmar la existencia de las fallas en Cusco y caracterizarlas.
El radón (Rn) es un gas noble radiactivo que se origina por la desintegración del uranio (U) y el radio (Ra) en las rocas del subsuelo. Se encuentra en su mayoría en rocas y suelos graníticos y sedimentarios y puede escapar a la superficie a través de fracturas y fallas geológicas. Su importancia radica en que anomalías de este gas pueden indicar el inicio de actividad sísmica, según muchas experiencias a nivel mundial.
Un caso emblemático que demostró esta relación ocurrió en el terremoto de L’Aquila, Italia, en 2009. Días antes del sismo de magnitud 6.3, se detectaron anomalías en las concentraciones de radón en la zona, lo que llevó a algunos científicos a considerar su potencial como herramienta de alerta temprana. Sin embargo, aún existen debates sobre su confiabilidad para la predicción de terremotos, ya que otros factores pueden influir en sus niveles en la atmósfera.
Resultados del estudio
Además, los niveles elevados de gas radón en ciertas zonas indicaron áreas donde la roca fracturada facilita su liberación, lo que sugiere la presencia de la falla en subsuelo. El análisis de estas anomalías reveló que la falla de Cusco atraviesa la ciudad, pasando por la Granja Kayra, Urb. Túpac Amaru, Urb. Magisterio, la Universidad Nacional de San Antonio Abad del Cusco, la Plazoleta Limacpampa, la Plaza San Pedro, el AAHH Tica Tica y el distrito de Poroy. Esto pone en evidencia que una parte importante de la ciudad se encuentra sobre una falla activa, un factor clave para la gestión del riesgo sísmico y la seguridad de la población.
Por otro lado, más allá de la fascinación científica, los hallazgos tienen implicaciones cruciales para la seguridad de la ciudad. Cusco, con su densa población y su invaluable patrimonio arquitectónico, es particularmente vulnerable a los sismos. Saber dónde están estas fallas y cómo se comportan permite tomar decisiones informadas en el ordenamiento territorial, reforzar infraestructuras estratégicas y educar a la población sobre los riesgos.
Impacto en la salud
En Cusco, muchas casas están construidas sobre suelos fracturados e incluso directamente sobre fallas activas, lo que podría estar contribuyendo a una mayor exposición al radón. Un dato curioso, es que, según el Ministerio de Salud (MINSA), Cusco presenta una de las tasas más altas de cáncer de pulmón en el país, a pesar de no ser una de las regiones con mayor índice de fumadores, según un estudio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Esto sugiere que factores ambientales, como la exposición al radón, podrían estar afectando la salud de la población. Sin embargo, en ciencia, correlación no significa causalidad, así que deben realizarse más estudios.
Cusco ha resistido siglos de historia y transformaciones, pero su subsuelo sigue en constante evolución. Identificar y comprender las fallas geológicas activas que atraviesan la ciudad no solo es un avance científico, sino una herramienta fundamental para la planificación urbana y la reducción del riesgo sísmico.
Además, el hallazgo de concentraciones elevadas de radón en ciertas zonas resalta la necesidad de evaluar su impacto en la salud pública, y adoptar medidas de mitigación. Con este conocimiento Cusco puede fortalecer su capacidad de respuesta ante sismos, proteger su territorio y reducir la exposición de su población a factores de riesgo como el radón.