Uno de los principales beneficios de la IA en los centros de datos es su capacidad para anticipar fallas y reducir el tiempo de inactividad.
La inteligencia artificial (IA) ha dejado de ser una tecnología emergente para convertirse en un factor crucial en la evolución de diversas industrias. Desde chatbots hasta sistemas predictivos en salud y finanzas, su adopción masiva está redefiniendo sectores completos. Sin embargo, este auge conlleva a un mayor desafío: el aumento exponencial en la demanda de procesamiento de datos, lo que lleva a los data centers al límite de su capacidad energética y operativa.
Con 5.560 millones de usuarios de internet (y en aumento), la rápida adopción de la tecnología de IA impulsa el consumo energético a niveles sin precedentes. Se espera que la capacidad de cómputo de la IA se duplique aproximadamente cada 100 días, lo que impulsará un aumento anual del 26% al 36% en el consumo energético global vinculado a la IA en los próximos años
Según Goldman Sachs Research, para 2030 la demanda de energía impulsada por la IA crecerá un 160%. Google, por su parte, informó que entre 2019 y 2023 sus emisiones de carbono aumentaron un 48% debido al entrenamiento de modelos avanzados como Gemini. Además, cada consulta realizada a un sistema de IA como ChatGPT consume 10 veces más energía que una búsqueda tradicional en Google.
Marta Sánchez, Vicepresidente de la unidad de negocio de Secure Power y Datacenter y para SAM en Schneider Electric, destaca: “La IA llegó para quedarse y lo hace a un ritmo acelerado. Su capacidad de procesamiento en línea permite analizar escenarios futuros y mejorar la eficiencia operativa. El desafío ahora es dotar a los centros de datos con tecnologías energéticas eficientes y sostenibles”.
Infraestructura para maximizar el uso de la IA
Uno de los principales beneficios de la IA en los centros de datos es su capacidad para anticipar fallas y reducir el tiempo de inactividad. A través de sensores y software integrado como EcoStruxure, se monitorean los equipos en tiempo real y los algoritmos predictivos pueden anticipar problemas críticos, evitando interrupciones costosas.
“Antes, apagar un sistema de refrigeración para mantenimiento representaba un riesgo. Hoy, la IA nos indica exactamente cuándo hacerlo sin afectar la operación”, explica Marta Sánchez. A pesar de su alta demanda energética, la IA es clave para mejorar la eficiencia en los data centers y otros sectores industriales. Mediante algoritmos avanzados, es posible reducir el consumo energético global, minimizar costos y disminuir el impacto ambiental.
Schneider Electric y NVIDIA lideran iniciativas en eficiencia energética, como microrredes alimentadas por energía solar y eólica, el modo eConversion en UPS, que alcanza hasta un 99% de eficiencia, y la reutilización del calor generado.
Tendencias en data centers e IA hacia el futuro
Según una encuesta de Statista Market Insights, se prevé que el mercado mundial de centros de datos crezca un 30% y supere los 430.000 millones de dólares para 2028. En Perú, aunque el sector aún está en desarrollo, se proyectan ingresos de 310 millones de dólares para 2029, con una capacidad energética que buscará superar los 51 MW. Además, la demanda de conectividad sigue en aumento: hasta 2022, el 91,9% de los hogares peruanos tenía un smartphone, en comparación con el 13,8% que tenía en 2012.
El auge del streaming, el cloud gaming y la IA impulsan inversiones en infraestructura digital. “El futuro no está en consumir menos datos, sino en procesarlos de forma más eficiente. La tecnología ya existe; ahora depende de las empresas adoptarla. Perú necesita data centers más eficientes y con tecnología de punta para no quedarse atrás en la carrera digital”, advierte Sánchez.
En Perú y Latinoamérica, la industria de los centros de datos sigue en expansión. Las iniciativas se enfocan en maximizar el potencial de la IA sin dejar de lado el compromiso ambiental y las empresas invierten en soluciones que permitan esta coexistencia. La revolución de la inteligencia artificial en los data centers es un hecho y su impacto continuará redefiniendo la gestión de infraestructuras tecnológicas, impulsando mayor eficiencia, seguridad y sostenibilidad en un mundo cada vez más digitalizado.