Por Silvia Jimenez, gerente de ventas y clientes en Fenix.
La mitigación del impacto del cambio climático exige transformaciones en sectores clave como la minería. El compromiso de reducir un 30% las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 y alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 se enmarca en un proceso mayor: la transición energética. Este es un desafío que el sector minero ha asumido con responsabilidad, consciente de la necesidad de ser un actor positivo en un entorno exigente.
Pero, ¿Qué implica avanzar hacia una transición energética y cómo alcanzar estos compromisos? Para responder, es fundamental comprender el marco de referencia. Según el GHG Protocol —estándar internacional para medir, gestionar y reportar emisiones de gases de efecto invernadero en organizaciones, productos y cadenas de valor— las emisiones se clasifican en tres alcances: directas, indirectas asociadas a la electricidad e indirectas asociadas a la cadena de valor. La meta al 2030 se enfoca en reducir las emisiones combinadas de los alcances 1 y 2.
Desde Fenix, impulsamos un estudio para identificar la distribución de emisiones de las principales empresas mineras del país. Si solo consideramos estos dos alcances, en las operaciones a tajo abierto el diésel aún representa más del 60%, principalmente por el uso de maquinaria móvil, vehículos y grupos electrógenos. En contraste, en las minas subterráneas, la electricidad adquirida de la red eléctrica nacional es la que representa el mayor porcentaje, cerca de dos tercios del total.
En ambos casos la transición energética plantea dos desafíos: la electrificación y modernización de sus equipos y vehículos, así como el uso de fuentes renovables como elementos clave en la ruta hacia la descarbonización.
Aunque la minería formal ya invierte progresivamente en tecnologías más limpias, los altos costos asociados exigen una implementación gradual, respetando el ciclo de vida de cada tecnología. Además, estas innovaciones requieren pruebas piloto que aseguren su adaptabilidad a las condiciones específicas de cada operación minera.
En este contexto, ¿qué pueden hacer las mineras? Desde nuestra experiencia, para alcanzar el objetivo de reducción de emisiones al 2030, se puede partir con el uso de energía limpia certificada y el desarrollo de proyectos de autogeneración, a partir de ahí, es posible avanzar con el desarrollo de proyectos piloto que aceleren la transición energética, como la electromovilidad, la electrificación de procesos térmicos, entre otras tecnologías sostenibles.
Una alternativa prometedora es el hidrógeno verde, un gas limpio producido con energía renovable y múltiples aplicaciones. En Perú contamos con la primera planta de hidrógeno verde en el sector energético, recientemente integrada en la central termoeléctrica de Fenix en Chilca, que reemplaza el uso de hidrógeno gris en procesos de refrigeración.
Estas iniciativas evidencian el potencial de las nuevas tecnologías para transformar y hacer más sostenibles diversos procesos, incluidos los del sector minero. Si bien el camino presenta desafíos, con innovación y visión de largo plazo, la minería tiene la oportunidad de consolidarse como un motor clave en la descarbonización y la transición energética global.

