
Por Renato Figueroa, Marketing & Sales Director de ABB Perú
En el corazón de muchas de las industrias que sostienen al país se está gestando una transformación silenciosa, pero decisiva; puesto que el objetivo ya no se trata solo de producir más, sino de producir mejor: con inteligencia, eficiencia y sostenibilidad. Es así como la electrificación inteligente está marcando ese punto de inflexión, convirtiéndose en el nuevo lenguaje con el que las operaciones industriales aprenden, se anticipan y evolucionan.
La energía dejó de ser un recurso pasivo. Hoy se mide, se comunica, se optimiza y se gestiona en tiempo real. En un entorno en el que la presión aumenta, digitalizar los sistemas eléctricos ya no es una opción, es una ventaja competitiva.
De la potencia a la inteligencia operativa
Durante años, el enfoque en las industrias pesadas estuvo centrado en garantizar potencia y confiabilidad. Sin embargo, la nueva era de la electrificación exige ir más allá: conectar los sistemas eléctricos con plataformas digitales que integren monitoreo, automatización y análisis de datos.
En sectores como minería, cemento, infraestructura o manufactura, la adopción de tecnologías inteligentes está permitiendo operaciones más seguras y eficientes. Los medidores inteligentes ayudan a gestionar la demanda en tiempo real; las soluciones digitales de media tensión integradas con sistemas de protección avanzada optimizan la continuidad operativa; y el mantenimiento predictivo reduce fallas, a la vez que prolonga la vida útil de los activos eléctricos. Lo que antes se resolvía con mantenimiento correctivo, hoy se aborda con decisiones sustentadas en datos.
Un ecosistema que crea valor compartido
La transformación digital de la energía no se logra de forma aislada. Requiere de un ecosistema de aliados técnicos y comerciales capaces de conectar la innovación tecnológica con las necesidades reales de la industria. La colaboración entre fabricantes, integradores de sistemas, distribuidores técnicos y contratistas especializados se convierte así en un motor de valor compartido.
Este modelo colaborativo impulsa la transferencia de conocimiento, la estandarización de procesos y el soporte técnico continuo, asegurando que cada proyecto —sin importar su ubicación o escala— cuente con la misma calidad tanto de ingeniería como de respaldo. La especialización de los actores del ecosistema es clave para acelerar la adopción de tecnologías inteligentes y consolidar un mercado energético más competitivo.
Hacia una industria más sostenible y preparada
El futuro de la industria será eléctrico, pero sobre todo inteligente. Las tecnologías de automatización y digitalización serán las que determinen qué empresas logran crecer de forma sostenible y cuáles se quedan atrás. La integración de energías renovables, la eficiencia en el consumo, así como la reducción de emisiones serán objetivos inseparables de la productividad.
Cada paso que se da hacia la electrificación inteligente —desde una subestación automatizada hasta un sistema de protección digitalizado— acerca al país a un modelo industrial más eficiente y responsable. Uno donde la energía deja de ser un costo para transformarse en un activo estratégico para el desarrollo nacional.
Esta no es solo una evolución tecnológica, sino una nueva forma de entender el progreso industrial. Al integrar estos frentes, la energía deja de ser un recurso que se consume para convertirse en un activo que impulsa conocimiento y desarrollo. Transformar la energía es, en última instancia, transformar la manera en que el país crece.
