Sídney, Australia (Por Mónica Belling).– Durante la International Mining and Resources Conference (IMARC) 2025, Diego Ortega, Vicepresidente de Asuntos Corporativos y Sostenibilidad de Anglo American, presentó a Quellaveco como un referente global. En el panel “Peru Time”, Ortega enfatizó que “la sostenibilidad ya no es un aspecto secundario, sino que la perspectiva ESG (Ambiental, Social y de Gobernanza) es ahora esencial para el modelo de negocio minero.”
Sobre la importancia de la sostenibilidad para Anglo American, Ortega manifestó: “No es más un servicio al modelo de negocio, hoy es parte crítica del modelo. No hay forma que podamos decidir inversiones si no tenemos bien identificados los factores sociales, acceso a tierras, permisos, huella ambiental, acceso al agua, expectativas de empleo, oferta de servicios locales, entre otros.” Esto marca un cambio fundamental en las decisiones estratégicas.
La estrategia global FutureSmart Mining, implementada en 2016, fue crucial para el desarrollo de Quellaveco. Esta hoja de ruta busca transformar la minería hacia un modelo más sostenible, eficiente, digitalizado y de menor impacto ambiental. Entre sus elementos clave destacan la tecnología y digitalización, la reducción de la huella hídrica, el uso de energías renovables y la integración de procesos para convertirse en un agente de cambio positivo en las regiones donde opera. “Es así que el Plan de Minería Sostenible de Quellaveco se basa en tres pilares: Medio Ambiente Saludable, Líderes Corporativos Confiables y Comunidades Prósperas, siguiendo el marco de FutureSmart Mining.”
La inversión realizada por Anglo American en Moquegua concretó la visión de una mina que opera con los más altos estándares tecnológicos. Ortega destacó que Quellaveco es “la primera mina 100% digital del Perú”, operando de manera autónoma y utilizando energía renovable, lo que representa un nuevo paradigma operativo y fomenta el desarrollo del nuevo talento peruano para la minería moderna.
En cuanto al ámbito tecnológico, la digitalización ha sido un pilar del éxito de Quellaveco, en conjunto con la aplicación del valor compartido. Esta innovación se ha trasladado a programas de agricultura, educación y salud. Según Ortega, un logro clave reside en el “respaldo social significativo” que facilitó el desarrollo del proyecto, obtenido “al respetar los tiempos necesarios para generar confianza, con mucha información y presencia.” Añadió que “al tratarse de inversiones de mediano y largo plazo, tienes que factorizar correctamente el tiempo que necesitas para sembrar y consolidar confianza… debemos mantener la confianza, aspecto crítico para asegurar la sostenibilidad de la operación y seguir apostando por mayores inversiones.”
El proyecto pasó por una mesa de diálogo de 18 meses que incluyó representantes de toda la región de Moquegua —las tres provincias—, y no solo a comunidades específicas, lo que sentó una base sólida de legitimidad.
El agua: de desafío ambiental a legado regional
La gestión hídrica en Quellaveco se ha convertido en un ejemplo de valor compartido, con decisiones audaces e inversiones significativas que respetan el recurso local. Ortega explicó que, “a petición explícita de la comunidad durante la mesa de diálogo, de no utilizar un río cercano, Anglo American decidió traer el agua para la operación desde casi 100 kilómetros de distancia”, usando agua “no apta para la agricultura ni la ganadería por su contenido natural de boro y arsénico.”
La capacidad de la represa pasó de 28 millones a 60 millones de metros cúbicos, asegurando que gran parte del agua almacenada sirva para la región. Un ejemplo de ello es el proyecto agrícola Lomas de Ilo, un anhelo de desarrollo hídrico que había estado “30 años guardado” por falta de infraestructura.
Durante la pandemia, Anglo American implementó un fondo de garantía junto a una cooperativa regional, otorgando créditos con tasas de “4% a 7%”, frente a tasas superiores al 20% del sistema bancario. Esta iniciativa alivió la crisis de muchos agricultores, fomentando la formalización, la asociatividad y el uso tecnológico eficiente del agua, demostrando que “la minería y la agricultura perfectamente podrían desarrollarse” en un modelo de progreso conjunto.

