ProActivo | El presidente del Directorio y Rector de la Escuela de Postgrado GĚRENS, Armando Gallegos, concedió entrevista a ProActivo sobre la importancia del desarrollo territorial y cómo hacer para construir una visión compartida para tal fin. El tema fue tratado en la conferencia magistral “¿Cómo conectar la minería, la agricultura y el desarrollo territorial?”, presentada en la III Convención Agrominera, AGROMIN 2024, realizada en la Universidad Nacional Agraria La Molina.
¿Qué es desarrollo territorial?
Es un proceso de transformación productiva, social e institucional con el fin de mejorar el bienestar de la población; un aspecto clave es desencadenar dinámicas virtuosas que generen valor social, económico y ambiental. El propósito es reducir las desigualdades y la pobreza, para mejorar las condiciones de vida de los habitantes locales.
Es importante comprender que los territorios no existen de manera aislada, están interconectados y se influyen mutuamente.
A propósito, ¿Cómo se puede evaluar ese proceso?
Para evaluar el progreso en el desarrollo territorial, existen tres métricas fundamentales: escala, especialización y convergencia.
La escala refiere al tamaño y magnitud de la actividad económica dentro de un territorio. Se puede medir por el tamaño de las empresas localizadas en el territorio, su densidad, el tamaño relativo del Producto Interno Bruto (PIB) regional, y su peso específico en sectores de la economía regional y nacional.
Mientras que la especialización implica que el territorio se dedique predominantemente a la producción o prestación de ciertos bienes o servicios en los cuales es más competitivo. Además, que pueda conectarse con mercados que ofrezcan oportunidades de crecimiento. Lo podemos medir con el grado de conectividad y densidad vial, nivel de especialización inteligente, acceso a internet y el índice de desempeño logístico.
Por último, la convergencia busca reducir las brechas y disparidades en el acceso a oportunidades y condiciones de vida entre distintas regiones, y entre estamentos de la población dentro de una región. Este proceso implica que las zonas menos desarrolladas crezcan a un ritmo mayor que las más avanzadas, cerrando brechas en áreas como pobreza, acceso a servicios básicos y educación.
¿Cuál puede ser un ejemplo de éxito en la integración entre minería y agricultura?
Está el caso de Quellaveco. El proyecto está ubicado en la provincia de Mariscal Nieto, Moquegua, y es un destacado ejemplo de éxito en la integración de minería y agricultura. Desde la llegada de Anglo American en 1993, tras un proceso de privatización se marcó un hito en este territorio, donde ya estaba establecida la mina cuprífera de Cuajone desde 1970 y la refinería de Ilo desde 1976. Esta presencia histórica de la minería junto con la experiencia previa de la comunidad en diálogo y negociación, marcaron las condiciones iniciales que encontró Anglo American Quellaveco.
Un habilitador fundamental para la construcción y arranque de Quellaveco fue el diálogo y negociación perseverante alrededor del uso del agua. El proceso no estuvo exento de cuestionamientos y protestas por parte de la comunidad local y regiones vecinas, debido a la interconexión de las cuencas hídricas. Allí lo interesante fue cómo Anglo American, en continuo diálogo y negociación, evaluó diversas fuentes y sistemas hídricos para mejorar la gestión de recursos, beneficiando tanto a la agricultura como a la minería y las comunidades locales. Propuso varios esquemas e hizo sucesivas modificaciones en el EIA.
Finalmente, la modificación de la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) del 2012 fue un paso crucial que aseguró el suministro de agua para los agricultores de Moquegua y logró el acuerdo de 28 comunidades en torno al proyecto.
La gobernanza territorial, encabezada por el Comité de Monitoreo de Quellaveco, fue otro habilitador fundamental al establecer un espacio de diálogo y monitoreo entre el gobierno nacional, regional, local, la sociedad civil, las comunidades y la empresa. A través de este mecanismo se firmaron 26 acuerdos, incluido el establecimiento del Fondo de Desarrollo de Moquegua con una inversión significativa. De los 26 acuerdos, 10 estuvieron relacionados al uso y aprovechamiento del recurso hídrico, así como al monitoreo de la calidad del agua.
Sin embargo, el proyecto enfrentó un obstáculo inesperado cuando los precios bajaron y su estructura de costos perdió competitividad por lo que la empresa decide la postergación de la inversión, pese a contar con la aceptación social y gran parte de los permisos bien encaminados. No obstante, tras cinco años de espera, en 2018, el proyecto se reanudó.
En retrospectiva, Quellaveco destaca desarrollar habilitadores sólidos que facilitaron su progreso, como la gestión del agua, la gobernanza territorial, la aceptación social de la minería y el desarrollo de capacidades locales. Además, la interacción entre la minería y la agricultura, las compras locales, el empleo y la responsabilidad social compartida fueron elementos clave para generar beneficios tangibles en la comunidad.
Además, ilustra cómo el desarrollo territorial exitoso requiere de un aprendizaje social y de una combinación de factores que van desde la infraestructura compartida hasta la gobernanza participativa y el compromiso social.
¿Cómo identificar a los habilitadores del desarrollo territorial?
Para ese fin elaboramos un gráfico ilustrativo y claro de los habilitadores en el desarrollo territorial (ver Gráfico 1). Para empezar, es crucial considerar las condiciones iniciales en el territorio como las características institucionales y políticas, la estructura económica, las tradiciones locales y los recursos disponibles para las familias.
Ahora bien, los habilitadores son elementos que posibilitan el desarrollo. Son, por ejemplo, los permisos y la aceptación social que permiten la inversión minera, y se facilita cuando existe una visión compartida entre los actores del desarrollo. Sin embargo, es vital identificar y tratar los desafíos derivados de esta visión, tales como la gestión de los recursos hídricos y la infraestructura necesaria.
Y para que la conexión entre visión compartida y aceptación social sea efectiva, es fundamental la gobernanza institucional territorial. Cuando la inversión minera comienza a operar, los ingresos del canon pueden impulsar los retos específicos del territorio.
Otro habilitador es el compromiso de la empresa con la región o territorio, a través de compras locales, generación de empleo y prácticas de responsabilidad social compartida.
En resumen, los habilitadores hacen posible el desarrollo territorial al proporcionar la capacidad y la autoridad necesarias para alcanzar los objetivos establecidos. En el caso de Quellaveco, estos habilitadores permitieron que se construya una integración adaptativa entre la agricultura moqueguana y la minería; y que esta última se adapte a las necesidades específicas del territorio.
El caso de Tambogrande es un ejemplo de los obstáculos hacia la integración agricultura y minería
Tambogrande es un proyecto minero que no alcanzó el éxito. Para comprenderlo, es crucial analizar las condiciones iniciales en la provincia de Piura, donde se ubica el distrito de Tambogrande que, hasta los años de 1950, era un área prácticamente deshabitada y desértica, pero un proyecto de irrigación financiado por el Banco Mundial y el gobierno peruano transformó la región en un próspero valle agrícola, con una población compuesta mayoritariamente por agricultores.
Manhattan Minerals, una empresa junior canadiense, especializada en exploración se vio atraída por el mineral que contiene la zona. Aunque obtuvo autorizaciones para operar, enfrentó numerosos obstáculos, incluyendo la oposición local y la falta de una visión compartida sobre el desarrollo entre la población, la empresa y el gobierno.
Encontraron un territorio con percepciones fuertemente adversas a la minería que no pudo cambiar, pese a que la empresa lo intentó. La situación alimentada por el temor a los posibles impactos ambientales y la incertidumbre sobre los beneficios económicos, condujeron a protestas y tensiones crecientes. A pesar de los esfuerzos de la empresa que incluyeron programas de empleo local, compras locales, el inicio de un EIA y el ofrecimiento de casi US $ 40 millones para el reasentamiento, los conflictos persistieron.
El fracaso se atribuye en parte a la falta de atención a los desafíos específicos de la región, como la naturaleza agrícola y la necesidad de una estrategia de desarrollo que beneficie a todas las partes involucradas y a los fuertes sesgos cognitivos tanto de la población local como de la empresa y el gobierno. Además, la ausencia de una estructura de gobernanza efectiva y el cambio de postura de las autoridades locales que inicialmente estuvieron a favor, para luego tornarse en contra del proyecto.
Aquel caso ilustra los desafíos y las complejidades asociadas con el desarrollo de proyectos mineros en áreas con fuertes lazos comunitarios y económicos. Es un recordatorio de la importancia de abordar las preocupaciones locales, construir consenso y establecer una gobernanza efectiva para garantizar el éxito y la sostenibilidad de tales iniciativas.
¿Cómo encaminarse hacia el desarrollo territorial?
Es importante considerar las condiciones iniciales del territorio para el diseño de estrategias y construir una visión compartida de desarrollo, progresiva y con la colaboración continua entre la empresa, el gobierno, la comunidad y la academia. Esto puede involucrar iteraciones sucesivas, como lo es el caso exitoso de Quellaveco.
Otro aspecto es tener presente el agua, como un factor crítico, siendo la gestión de los recursos hídricos un elemento clave para la habilitación y la conexión efectiva.
También es importante mantener la perseverancia y la esperanza a lo largo del proceso porque la construcción de habilitadores requiere un enfoque a largo plazo y una determinación constante.
La escala, la especialización inteligente y la convergencia deben ser buscadas deliberadamente en todos los esfuerzos de desarrollo, ya que en muchos casos estos aspectos son pasados por alto.
Por último, la confianza juega un papel fundamental en el éxito de cualquier proyecto. La integridad, el compromiso con el bien común y la capacidad de escuchar son elementos esenciales para construir y mantener la confianza entre todas las partes involucradas. Sin este elemento, cualquier esfuerzo de desarrollo está condenado al fracaso.