Rómulo Mucho

Por: Rómulo Mucho, exviceministro de Minas 

La inversión extranjera directa (IED) es importante para cualquier país porque su principal característica es la generación de actividades económicas de largo plazo que impulsan el crecimiento económico, incrementan la productividad de la fuerza laboral, propician la transferencia de tecnología, aplican elevados estándares de calidad y sobre todo, generan puestos de trabajo formales debidamente remunerados. En el documento “2022 la inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe” elaborado por la CEPAL-ONU, se indica que la inversión extranjera directa en el 2021 en millones de dólares ha sido la siguiente: Brasil (46 441), México (33 439), Chile (15 252), Colombia (9 727), Perú (7 455), Argentina (6 782). Teniendo casi el doble de población que Chile, menor costo de producción por libra de cobre y mayor cantidad de recursos naturales, estamos captando prácticamente la mitad de lo que Chile capta por concepto de inversión extranjera directa.

Perú y Chile somos países en los que ha llegado al poder la izquierda y el descontento de la población es objetivamente, generalizado. Los motivos de este descontento son diferentes, no obstante, juega en contra de Perú el mayor grado de inestabilidad política que estamos presentando. La caída de Pedro Castillo debido a su absurdo e inexplicable intento de ejecutar un golpe de Estado es sólo parte de la solución a nuestro problema: somos una sociedad fracturada. Somo un país al que le está costando mucho recobrar la ilusión y dejar de lado el pesimismo que nos envuelve al mirar el desempeño de nuestra antigua, reciente y actual clase política. Demasiado daño nos ha hecho la corrupción de derecha, de centro y de izquierda.

Mientras la inestabilidad política continúe será muy difícil que se capte mayores montos de la tan necesaria inversión extranjera directa. Sin esta inversión no habrá crecimiento económico que genere desarrollo y generación de empleo y sin crecimiento económico el desarrollo sostenible será sólo una ilusión. Aunque falta el debate y segunda votación en la siguiente legislatura ordinaria, es un avance que en el Congreso de la República se haya votado a favor del adelanto de elecciones para abril de 2024. Lo que queda ahora es mirar el futuro con optimismo y buscar consenso político entre las fuerzas políticas con planteamientos básicos coincidentes. Urge el afloramiento de una nueva clase política conformada por peruanos preparados y éticos que tengan plena conciencia que el principal problema que debemos eliminar es la pobreza. Esto pasa por dejar de creer que somos un país rico. Somos sólo un país con recursos naturales. No son pocos los países que son ricos sin tener recursos naturales. La verdadera riqueza de un país está en la educación de calidad de su gente.

El 2024 debe marcar la llegada al poder de los mejores peruanos, los que sepan valorar la diversidad de ideas, la vida en democracia, la libertad de empresa, las bondades de una verdadera economía social de mercado entre otros aspectos. Mientras sigamos con los niveles de pobreza que tenemos -sobre todo en las zonas rurales- la captación de inversión extranjera directa, así como la llegada a la OCDE, seguirán siendo ilusiones. Un antiguo pensamiento dice “quien vive de ilusiones, muere de desengaños”