La innovación no entiende de problemas de altura. En Perú, un grupo de jóvenes que trabajan para Bear Creek Mining a más de 4,000 metros de altitud desarrollan diversas iniciativas que podrían replicarse en los trajes espaciales de los astronautas gracias a la planta ichu.
A más de 4,000 metros sobre el nivel del mar, en la región de Corani (Perú), las temperaturas oscilan de manera abrupta. Aquí los termómetros pueden pasar de marcar 20 °C durante el día a 30 °C negativos de noche, especialmente en la temporada invernal. Sin embargo, incluso en este clima extremo, también crece la vida.
De manera salvaje, por la estepa andina, se extiende el ichu, una planta que la población local ha usado tradicionalmente para la alimentación del ganado o la elaboración de cestas. No existen numerosas referencias bibliográficas sobre este recurso, pero en 2015 una investigación conjunta entre el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Ingeniería y Tecnología de Perú (UTEC) arrojó que las fibras de ichu poseen una conductividad térmica excepcional.
A partir de este estudio un grupo de jóvenes trabajadores de Bear Creek Mining, empresa especializada en la exploración minera con sede en Canadá, están dando continuidad a las investigaciones. En colaboración con el Centro de Innovación Tecnológica de Corani (CTIC) están desarrollando diferentes iniciativas para mejorar la calidad de vida de la población y generar un impacto positivo a través de sus avances.
Las cualidades de esta hierba y las ideas de estos jóvenes ya han dado algunos resultados. A partir de la fibra de ichu mezclada con una resina especial se han fabricado paneles para mejorar el aislamiento de viviendas y se ha motivado la creación de domos, unas pequeñas viviendas con forma de iglú. Éricka Sayra, responsable del Área de Química en Bear Creek Mining en Perú, explica: “Ahora utilizamos el ichu como materia prima principal a modo de aislante térmico, acústico e ignífugo”.
Mirada al espacio exterior
A más de 4.000 metros de altitud, la temperatura no es el único factor con el que la población debe lidiar. El índice de radiación ultravioleta (UV) en esta región es elevado (se estima que por cada 1.000 metros de la altitud la radiación UV aumenta entre un 10% y un 12%). Los jóvenes de este centro ven esta situación como una oportunidad para desarrollar productos como protectores solares a partir de ichu e, incluso, imaginar la posibilidad de crear trajes espaciales empleando este material.
Detrás de esta última idea se encuentra Andrés Franco, nombrado gerente general de Bear Creek Mining en Perú el pasado mes de febrero. Este licenciado en Administración, con especialización en Biología, Química y Medicina, cuenta en una conversación por videollamada con MIT Technology Review en español que la idea surgió al ver los problemas que sufrían los visitantes que acudían a esta región, tales como el conocido ‘mal de altura’.
Pensó entonces en un traje turístico con el que paliar ese tipo de problemas, pero pronto imaginó integrar esta visión en los trajes espaciales. “crearla intención es crear un producto con recursos locales, pero que genere un beneficio increíble en la sociedad y que permita a las personas estar cómodas en estos lugares con climas especiales”, asegura.
Por el momento, se trata de una idea que se encuentra en una fase temprana de desarrollo. Según explica Franco, tan solo se ha creado una tela a partir de ichu sobre la que están experimentando. Para la creación de este tejido han mezclado este recurso natural con otros materiales como la sosa cáustica, la glicerina, nanómetros de plata -utilizada para generar campos magnéticos y eléctricos- y el cushuro, un alga que crece en lagunas y arroyos de Los Andes, y que cuenta con una gran capacidad de protección contra la radiación ultravioleta.
El gerente general de Bear Creek Mining en Perú reconoce que “todavía falta mucho por descubrir”, pero defiende que tan solo a través de la investigación “se puede encontrar algo extraordinario que sea la solución para muchos de nuestros problemas y ayude a mejorar nuestra calidad de vida“.
Con los pies en la tierra
La investigación realizada en torno al ichu por los jóvenes trabajadores de Bear Creek Mining en Perú responde al proyecto de innovación social que la compañía está desarrollando en esta remota localización.
Para ello desarrollaron varios programas en materia de salud, que estableció la iniciativa “manos limpias, cuerpos sanos”, con el objetivo de reducir graves enfermedades intestinales, de nutrición, con la creación de invernaderos para el cultivo de frutas y verduras, y de investigación, con la creación del Centro de Innovación Tecnológica de Corani.
Precisamente, en esa estación, Éricka Sayra, responsable del Área Química, y Moisés Enriquez, ingeniero electrónico de Bear Creek Mining en Perú, se encuentran al frente del Área de Innovación de Bear Creek Mining en Perú y sirven de ejemplo para animar a los jóvenes de la zona a que desarrollen carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
“Tratamos de atraer a los chicos para innovar. Utilizamos los llamados fab lab, talleres de fabricación digital que nacieron en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, y que replicamos en Corani”, asegura Enriquez, quien también comenta: “Tenemos impresoras 3D y equipos de mecánica que vamos adaptando para que los chicos puedan entender qué es la innovación y tecnología. Es lo que permiten los fab lab: atraer a estos campos a gente sin conocimientos”.
Además del desarrollo de estas nuevas oportunidades, la iniciativa de innovación social promovida también pretende reducir las desigualdades entre hombres y mujeres de las comunidades. Gisela Quiro se encuentra al frente de un equipo integrado por ocho hombres en Bear Creek Mining y es un puente de comunicación entre la compañía y las comunidades locales. Quiro defiende su trabajo: “En el CTIC estamos ofreciendo un valor agregado a los recursos que tenemos en la zona y respaldando las costumbres de nuestros abuelos y bisabuelos. Estamos abriendo la puerta a que los pobladores se conviertan en emprendedores”.
Aun así, todavía queda mucho camino por recorrer. Tal y como afirma José Zamalloa, coordinador de Bear Creek Mining en Perú, existe una falta de apoyo por parte de las instituciones. A estos hechos, hay que sumar la realidad política y social del país que, desde finales de 2022, tras la detención de Pedro Castillo, se ha tornado aún más compleja.
No obstante, mientras tanto, en la estepa andina la investigación y la innovación se siguen abriendo paso para convertir una de las regiones menos desarrolladas de Perú en una zona atractiva por su talento y riqueza. Porque sus innovaciones no solo surgen de la tierra, sino que ponen la mirada en el espacio exterior.
Fuente: MIT Technology Review