Para Carlos Gálvez Pinillos, detrás del conflicto de Las Bambas está la incapacidad del gobierno de trazar objetivos nacionales. (Foto: El Comercio / Juan Ponce)

Para Carlos Gálvez Pinillos, detrás del conflicto de Las Bambas está la incapacidad del gobierno de trazar objetivos nacionales. (Foto: El Comercio / Juan Ponce)

Carlos Gálvez, presidente de Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, dice que falta de liderazgo causa conflictos

Por Fernando Vivas
Fuente: El Comercio

¿Tiene una receta para poner paños fríos en Las Bambas?
El tema principal es la necesidad de fijar objetivos nacionales. Es una cuestión de liderazgo del gobierno y de saber que hay proyectos que son de interés nacional, no de particulares, porque son los que van a hacer que el PBI siga creciendo a las tasas que nos merecemos.

— Es interesante que señale en primer lugar al gobierno y no a los antimineros.
Es que, precisamente, cuando existe un líder con objetivos claros y los comunica hace que la población se alinee. Cualquier azuzador antiminero la tendrá difícil porque tendrá que convencer a la población de algo distinto a lo que su líder ha planteado. Lo de Las Bambas no es aislado, ya sabíamos que era el objetivo final de los antimineros después de haber paralizado Conga, de haberse enfrentado para que Tía María se retrase. El objetivo siguiente era Las Bambas.

— ¿No cree que el cambio de dueño (de Xstrata a MMG) llevó a un cambio explicable de las reglas de juego y eso obligaba a un trabajo de comunicación mucho más intenso?
No ha habido cambio de reglas de juego. El EIA es dinámico y tiene que ser actualizado de acuerdo a la realidad. ¿Qué ha pasado? Que cada vez que hay un proyecto minero, las comunidades empiezan a incrementarse. Hay quienes trafican con eso. Todos los que estaban en el trayecto del mineroducto iban a cobrar por servidumbres de paso. Cuando cambió el propietario no tenía lógica hacer el mineroducto.

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— A eso me refería con cambio de las reglas de juego. ¿Pero todo este apetito de progreso que despierta la minería tiene su lado bueno, no?
Quiero que se dé cuenta de otra cosa. El no construir el mineroducto está reduciendo la huella del proyecto, su impacto ambiental. Es una mejoría y la ven como un problema ambiental.

—Es una ironía, como también invitar a Marco Arana a Perumin en una búsqueda de diálogo, y que pase esto.
Me parece muy bien que haya estado. Se trata de escuchar todas las opiniones. Estamos buscando desarrollar proyectos que beneficien el desarrollo nacional. Que el Estado tenga recursos para redistribuir la riqueza, no la pobreza; y tener un país sostenible.

— ¿Ha leído las tesis del posextractivismo?
He leído, y se dará cuenta de que están planteando una economía de autoconsumo, para asegurarse el máximo nivel de pobreza para poder mantener los liderazgos de las izquierdas. Porque donde no haya pobrezas no habrá izquierdas.

— [Risas] Vaya con su visión de la izquierda. Dígame, ¿la diversificación productiva es opuesta a la minería?
No hay tal dicotomía. Yo estoy absolutamente de acuerdo con la diversificación productiva. No todo el mundo puede ser minero, como no todo el mundo puede manejar restaurantes o ser payaso de circo. Tenemos que tener una variedad que nos permita a unos generar un bien o un servicio que es requerido por otros. Creo en la diversificación, pero no en contra de la actividad extractiva. A mí me encantaría que mis nietos estén en la economía del conocimiento. Cada vez que me hablan de valor agregado, pregunto: ¿qué cosa crea valor en la industria farmacéutica? ¿La investigación y el descubrimiento de principios activos o fabricar blísteres y empaquetar?

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—La integración de todo ello en una cadena.
De acuerdo, pero hacer el blíster no genera ningún valor. En minería lo que se hace precisamente es la investigación, la exploración, para llegar al descubrimiento. Ahí está la creación de valor. Cuando uno saca el mineral, el valor es como 100, lo refina y pasa como a 105, y cuando se convierte en alambrón de cobre pasa como a 114. ¿Dónde está el valor? En los primeros 100 de ese recurso. No se trata de agregarle un poquito más de valor, se trata de saltar a la economía del conocimiento, ahí es donde viene la diversificación productiva.

—¿Ha conocido en algún país el paraíso de la minería armónica, con la cadena productiva completa?
Ese paraíso no funciona, está en la mente de un señor uruguayo [Eduardo Gudynas] que no ha tenido minería nunca. ¿Cómo puede pontificar de lo que no conoce? Los chinos que han pasado por la industria minera ya están concentrados en la educación. En lugar de tener tanto abogado, sociólogo y ambientalista, debiéramos tener más ingenieros.

—Volviendo al conflicto de Las Bambas. ¿Como SNMPE van a apoyar el diálogo?
Por supuesto. El diálogo caracteriza al ser humano, pero no el diálogo mañoso. Reconozco que hay pasivos ambientales de otras épocas. Pero una cosa es decir “me opongo porque hay pasivos ambientales”, y otra cosa es decir “me opongo porque no fui informado”. Las autoridades sí fueron informadas.

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—O sea, una cosa es derramar mercurio accidentalmente y otra no informar.
Ese mercurio al que se refiere iba en recipientes de acero con tapa roscada y fue producto de un robo. La gente creía que ahí había oro. Lo que quiero decir es que comencé a trabajar a los 18 años en el Banco Minero. Se tiraba el relave por todos lados. Eran otras épocas. Ahora hay otros estándares.

—Ahora podríamos hablar de pasivos sociales. Se ve un cambio de actitud en la minería. Se trabaja con más intensidad en prevenir los conflictos.
El sector minero está haciendo sus mejores esfuerzos, pero no es una tarea aislada. Aquí hay una mesa de tres patas donde debe estar el Estado cumpliendo su rol de redistribuir el ingreso, la población apoyando a sus líderes y la empresa generando valor. Siempre me refiero al caso del petróleo. Fíjese en la selva, la cantidad de riqueza que ha recibido el Estado: 50% de la producción durante 50 años más el Impuesto a la Renta. Sin embargo, ahí tiene a la población sin agua, sin luz, sin postas médicas ni colegios decentes.

—¿Por qué dijo que “hasta su empleada entendía lo de Tía María”?
Me está citando mal. Esa es la interpretación despectiva que puso un bloguero. Dije que la muchacha que trabaja en mi casa hace muchos años fue mi primera verificación de que mi lenguaje fue sencillo y entendible. No tuve ninguna connotación peyorativa. Quise verificar que no había hablado para un ingeniero ni un biólogo, sino para la gente que ve televisión.