El galón de petróleo diésel, en promedio, cuesta S/ 13, cinco soles más de lo que valía en junio de 2020. Este combustible es utilizado por el transporte de carga, buses interprovinciales y urbanos declarados en una huelga indefinida por el encarecimiento.
El argumento para reajustar los precios de este producto y demás derivados se atribuyen a la cotización internacional del petróleo crudo. En el mundo, el barril llegó a $ 60 después de un desplome durante los meses críticos de la pandemia. Hubo semanas en que el valor era negativo, menos $ 37.
Cuando el crudo estaba por los suelos, en la mayoría de grifos peruanos el galón de diesel promediaba S/. 8.69. Si lo comparamos con noviembre de 2019 (S/ 12.90) la diferencia era cuatro soles.
Con la reanudación de las actividades del mundo que dependen de esta energía, los precios comenzaron a recuperarse. Con el barril a $ 40 y luego a $ 60 las estaciones de servicio fueron variando sus tableros. Los transportistas se habían acostumbrado a pagar los precios de pandemia.
El Perú es un país dependiente del mercado internacional. Tiene una escasa producción de crudo. Repsol y Petroperú, que controlan la cadena de suministros de hidrocarburos, importan la materia prima para refinarla y distribuirla al mercado local. Antes de la pandemia, la volatilidad del mercado se controlaba con un fondo de estabilización que promovía el Estado. Hoy esos recursos se agotaron. Ya no se puede controlar esas variaciones.
Por eso a mediano plazo, el especialista Humberto Campodónico plantea el cambio de la matriz energética apelando al gas de Camisea como una de las fuentes para sustituir el consumo del petróleo y derivados.
El exfuncionario de Petroperú, Dante Perea Rivarola, sostiene que los hidrocarburos es un sector clave en el país en donde el Estado debe tener una influencia decisiva. Hoy parece ausente.
Recuerda, en el papel son dos empresas con el control del mercado: la española Repsol y la peruana Petroperú. Mientras la primera, refina en La Pampilla, infraestructura privatizada en el gobierno de Fujimori, 146 mil barriles por día, Petroperú, 66 mil. “Hay un oligopolio con un componente débil. Petroperú es un panadero que hace panes sin tener panadería donde vender”, precisa.
La nacional puede vender el galón a S/12 pero carece de suficiente stock para competir con la española, añade. A eso se suma la posición especulativa de algunas estaciones de servicio que, pese a recibir el abastecimiento de Petroperú, lo comercializan con los precios de Repsol. Aunque muchos neoliberales se han opuesto-recuerda Perea, la modernización de la refinería de Talara, podría mejorar la balanza comercial de los hidrocarburos y precios que hoy son controlados por una sola empresa.
¿Petroperú puede mejorar su performance pese a su posición disminuida?
Perea Rivarola considera que sí siendo más transparente. Hace días que no publica los precios en la terminal de Mollendo. Otra alternativa es abastecerse de crudo cuando este baje su cotización aunque hoy no tiene capacidad de almacenamiento y comprar diesel barato de otros países.
Impuestos, la única salida para solucionar el paro
Con un mercado controlado por una firma privada, la única capacidad del gobierno para negociar con los transportistas es bajar los impuestos.
El combustible tiene tres gravámenes que varían sustancialmente su valor: Impuesto Selectivo al Consumo (12%) Impuesto General a las Ventas (18%) e Impuesto al Rodaje (8%)
Se podría sugerir que el gobierno, en una economía de guerra, se sacrifique y reduzca el ISC, sin embargo, la medida potencialmente podría ser inútil. No hay certeza que incida en el precio final ante una concertación de los comercializadores de combustible, impulsada por precios establecidos desde afuera, en este caso por Repsol, la cual no puede ser regulada en una economía de libre mercado.
Fuente: La República