Claudia Cooper

La exministra de Economía y Finanzas (MEF), Claudia Cooper, considera que la sociedad peruana se ha olvidado lo que significa, en el día a día, gozar de una fortaleza macroeconómica y estabilidad fiscal como país. Por eso exige que se recupere el “consenso” sobre ello, un hecho que antes era un pilar social.

La exfuncionaria, hoy en el sector privado, también considera que el Gobierno de Dina Boluarte tiene buenas intenciones con sus medidas en materia tributaria. Sin embargo, no ve que estén apuntando a los problemas reales para aumentar la recaudación.

Un sinsabor similar le provoca pensar en la confianza empresarial para invertir en Perú, más allá del 2026. La incertidumbre política, considera, sigue pesando demasiado.

El MEF ha reiterado en su Marco Macroeconómico Multianual 2025-2028, de que este año sí cumpliremos la regla fiscal, aunque al borde (2.8% del PBI), ¿ve elementos para que ocurra?

No quisiera cuestionar si la proyección está bien hecha, aunque la ejecución del gasto en la segunda parte del año suele ser mayor. No tengo elementos a la mano, pero sí veo una intención del MEF de retomar una consolidación fiscal. Eso es positivo. Yo sí creo que, aunque muchos dicen que es una proyección optimista, que el MEF apunta hacía allá.

Durante años gozamos de una macroeconómica sólida que nos permitió crecer. Es una condición necesaria. Ese consenso existía, lo que preocupa es que hoy parece que se ha perdido. La sociedad peruana parece no tener claro que una consolidación fiscal permite tener bajas tasas de interés e inflación; y un tipo de cambio estable.

-Después de incumplir la regla fiscal en 2023, también era políticamente correcto remarcar que se cumplirá en 2024.

Cuando uno pone una proyección, asume una responsabilidad. La reducción de ingresos y el aumento del gasto es una tendencia de hace tiempo. Hemos asumido que lo que teníamos no debíamos cuidarlo. No le corresponde solo al MEF. Romper la estabilidad fiscal no resolverá nada.

-Dice que se ha perdido un “consenso”, ¿desde cuándo cree que se empezó a esfumar? ¿Está vinculado al Congreso y su capacidad de generar gasto?

Viene de antes. En la época de Martín Vizcarra el Congreso no tenía tanto poder y el gasto creció enormemente. Tenemos que hacer un llamado a todos los peruanos, sobre todo políticos, economistas y funcionarios públicos. Tienen que darse cuenta que no es posible financiar el futuro del Perú sin un manejo fiscal profesional. Eso es lo que no parece haber ahora, hay mucha improvisación.

-En ese contexto, ¿cómo ve la confianza empresarial para invertir en Perú? ¿Hay espacio para invertir más allá del 2026, año electoral?

Siempre hay espacio, algunas inversiones grandes salen adelante, como el aeropuerto en Lima o Chancay. Se están haciendo cosas, pero son los jugadores que ya están aquí y no se irán.

Sí creo que el principal riesgo es que políticamente hay mucha incertidumbre. Es un problema regional y mundial, pero sí hay que tratar de dar una visión más clara de hacia dónde queremos ir como sociedad.

-¿No siente precisamente que los mensajes de este Gobierno no transcienden el 2026? Sobre todo pensando en la estabilidad fiscal y macroeconómica.

Sí, arriesgar la estabilidad macroeconómica y fiscal debe dejar de ser políticamente rentable. Hoy ningún político se atreve a hacerlo, por ejemplo, con la inflación.

-Perú tiene costumbre de intentar reducir el gasto, pero flaquea en aumentar los ingresos. Este gobierno, como muchos otros, apuesta por reformas tributarias. ¿Cómo lo ve?

Hemos abusado de las normas. Necesitamos pensar en un modelo que nos permita ampliar la base, con una fiscalización a la gran economía que está fuera del sistema, informal e ilegal incluso. Debemos ponerle más dientes a eso, no apuntar siempre a los mismos.

Es un aspecto multisectorial. Ese modelo tributario debe generar competitividad empresarial. Hay que pensar que hoy tenemos tres segmentos, que deben unirse entre sí: corporativos, que es muy competitivo, un sector mediano por empoderar, y un pequeño que debe crecer. Hoy no hay incentivos para generar ese valor agregado, sino más bien hacia la atomización.

-¿Tiene algún ejemplo de ese tipo de incentivos que hacen falta?

Podría armarse un programa de crédito, pero un incentivo en un sector no hará que crezca. Se trasciende lo tributario: hay factores municipales, laborales y de capacitación. Si bien el MEF ha intentado hacer una reforma, faltan esas otras dimensiones.

-También hay un componente social en lo tributario. La gente no quiere pagar porque no ve mejores servicios.

Discrepo un poco porque a la gente no le gusta pagar impuestos en ninguna parte. Eso no quita que debamos mejorar el gasto. Incrementar impuestos resta competitividad, es una verdad. Si uno va a restar competitividad con impuestos, debe ser para generarla a través del gasto, sino la sociedad pierde en su conjunto.

-Allí es donde estamos fallando.

En todos lados. Hay una discusión mundial hoy sobre lo que debe ser más competitivo: el sector privado o público. Tenemos ejemplos de desarrollo con gasto público alto, como Europa, y con gasto relativamente bajo como Estados Unidos. Uno puede desarrollarse de ambas formas.

Lo que sí es verdad es que necesitamos una mejor calidad de gasto porque para qué subirlo y que las cosas sigan iguales. Estaríamos restando competitividad para no ganar nada.

-Allí es donde está la desazón ciudadana.

Eso siempre habrá. Hay que enfocarnos en hacer a las empresa productivas. Es la forma difícil y de largo plazo. En el corto, deben implementarse prácticas anti elusivas para abordar esas economías fuera de lo legal e igualar la cancha.

Habló de hacer el gasto eficaz. Ahora el Gobierno propone crear un Ministerio de Infraestructura (Minfra), ¿qué le parece la idea?

Más importante me parece generar capacidades sobre todo en regiones. Allí hay mucho dinero de la minería, pero hace falta más presencia de las entidades rectoras sobre el gasto público regional. Hay que ver si eso se hace a través de un Minfra o un darle más poder a ProInversión.

-También ya se tiene una nueva Ley de Contrataciones.

Cuando uno cambia una regulación, debe esperar que todas las entidades se adapten. Hay una parálisis. Es un tiempo de incertidumbre donde las cosas podrían ralentizarse, es el costo de aplicación de la nueva norma.

-Para cerrar, le pido un comentario sobre el Congreso. Hoy interfiere la política económica.

Aquí lo que pasa es que la sociedad peruana ignora la importancia de la estabilidad macroeconómica y fiscal. Sin eso, no vamos a solucionar ningún problema. La política monetaria a la larga se contamina por la fiscal.

Fuente: Gestión