Inspirada en sus vivencias en el campamento minero de Cuajone, al sur del Perú, la fotógrafa profesional Gabriela Concha nos presenta una interesante propuesta creativa, donde convergen imágenes con relatos en prosa poética, que transcurren entre su niñez y adolescencia.
En la siguiente entrevista concedida al Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), la autora nos cuenta algunos detalles para la creación de este libro, que es un viaje al pasado y una oportunidad para reconciliarse con el espacio donde vivió.
¿Cómo surge la idea de elaborar un libro como ‘Cuajone’?
Desde niña, me refugié en la escritura; y en mi adolescencia, la decisión por dedicarme a la escritura como oficio se afianzó. A los 17 años, llegué a Lima para estudiar una carrera en la que pueda perfeccionarla. Estudié Literatura Hispanoamericana, pero no culminé mis estudios porque el formato de la carrera no era el que yo estaba buscando. Por ello, decidí quedarme en Lima y estudiar fotografía, oficio que también me fascina y al que siempre me aproximo con la escritura.
Al terminar la carrera de fotografía regresé al campamento de Cuajone, después de muchos años. Me había ido peleada con el lugar. Esta vez, regresé con la intención de hacer un proyecto de fotografía de las mujeres que habían vivido en el campamento más de la mitad de sus vidas, entre las cuales estaba mi madre. La fotografía (el proyecto) sirvió como un escudo y una excusa inconsciente para regresar a Cuajone y reconciliarme con el espacio. Creo que sin el pretexto del proyecto fotográfico no hubiera podido regresar.
De pronto recuperé mi deseo de escribir nuevamente. Mi visita a un espacio que yo rechazaba fue importante para poder integrarme, y así también se integró un proyecto de fotografía con escritura y el desarrollo de un libro híbrido.
Todo libro intenta contar alguna realidad o transmitir algún mensaje, ¿qué nos cuenta ‘Cuajone’?
‘Cuajone’ cuenta la historia de un territorio herido, en un campamento minero al sur del Perú. Se hizo un registro fotográfico de la arquitectura del campamento, los jardines, mujeres a mucha distancia de la cámara, y vistas de la sierra del sur del Perú. El paisaje se devela convirtiéndose en un espacio accidentado, hermoso y triste a la vez.
La aproximación del libro es demiúrgica, dado que podemos tener una mirada muy distante del espacio, como lo que sucede en nuestros sueños. Los textos que acompañan a las fotos buscan comprender las nociones de tiempo y distancia experimentadas en un lugar donde, debido a su aislamiento y tamaño, están alteradas. Los textos son también un comentario al comportamiento que nace como resultado de la artificialidad de su espacio, un comportamiento que imita su propia naturaleza confinada.
Este libro, se podría decir, transcurre entre la realidad y los sueños…
Los relatos, a medida que avanzamos en el libro, revelan una obsesión por los espejismos y los sueños, y completan el paisaje con la intención de llenar sus carencias. ‘Cuajone’ quiere que la naturaleza encuentre una salida y se sostenga con orgullo.
Los poemas y relatos que acompañan a las fotografías cuentan la historia de un espacio onírico y de los sacrificios de quienes deciden quedarse en él. El sacrificio en esta historia nos induce a un encierro que muchas veces se alimenta de la culpa, una de las emociones que vive más abajo dentro de nosotros.
Cuajone nos invita a ver esta herida abierta y a darles un lugar digno a las emociones reprimidas por la moral de turno. Belleza sospechosa, obediencia, la maternidad atribulada y la domesticación son algunos de los temas que explora el libro. También es un desafío a lo que a menudo y sin darnos cuenta repetimos: “así funciona el mundo en el que vivimos”.
¿Qué recuerdos tienes de tus primeros 17 años en el campamento minero de Cuajone?
El recuerdo que tengo del campamento es agridulce. SPCC perteneció a una compañía de Estados Unidos hasta el año 2000. En ese tiempo Cuajone era muy diferente, los niños crecimos con norteamericanos y algunas familias de Australia, Canadá y China. Tuve la oportunidad de estudiar en el colegio estadounidense con el resto de niños que hablaban en inglés y pude así ser bilingüe desde pequeña. Pero no todos los niños podían ser admitidos al colegio por una cuestión de aforo, me imagino.
Algunos niños de Villa Cuajone sí podían ser admitidos al colegio estadounidense luego de pasar un examen, y ese fue mi caso. Eso cambió desde el año 2000 cuando se fueron todas las familias estadounidenses y colegio dejó de existir. Sin embargo, lo que recuerdo de SPCC antes de pertenecer a Grupo México, es que la diferencia entre el colegio estadounidense, el colegio de Villa Cuajone y el colegio de Villa Botiflaca era abismal, y generó en mí sentimientos encontrados.
¿Por qué te generó sentimientos encontrados?
Algunos estadounidenses -chicos y grandes- rechazaban a los peruanos; eran racistas o quizá porque tenían más presencia en el campamento se pensaban más importantes. La estratificación social también respondía y se alimentaba de la planificación urbana que se hizo de Cuajone en sus inicios.
Creo que estas diferencias generan heridas importantes que deben atenderse, pero por el contrario suelen normalizarse en nuestra adultez. Al terminar el colegio, me fui de Cuajone para estudiar en Lima; y pronto entendí que la domesticación de la que hui ocurría en todos lados y que esa pequeña isla en medio de los Andes era una réplica potenciada de mi nueva realidad.
Cuéntanos sobre el proceso para escribir este libro…
Los textos se escribieron cada vez que despertaba, cuando uno aún está en un estado entre el sueño y la vigilia. Todos mis sueños eran sobre Cuajone, pero en otro tiempo donde aún era adolescente, que coincidía con el momento en que me fui. El libro lo enuncia la voz de una adolescente.
La idea de un libro fue pensada hacia el final del proyecto. Estas cosas creo que no se piensan tanto en un inicio. Sentí la necesidad de escribir respondiendo más un mandato del cuerpo como lo hacemos cuando queremos llorar o reír. Si no escribes, la idea se va a otro lugar. En Cuajone, se incluyó la mayor parte de información expuesta, no hubo tanta edición.
El trabajo es muy personal, y se ha presentado respetando ese proceso, procurando no alterar mucho lo que surgió originalmente, procurando respetar el impulso en la escritura automática. Es un momento muy bello cuando el proyecto empieza a cobrar una vida propia y te guía: tú ya no mandas.
¿Cuál ha sido el camino desde la creación a la publicación del libro?
El libro fue hecho entre 2015 y 2018. En 2015, tuve la oportunidad de participar en un visionado con artistas y fotógrafos organizado por PHotoESPAÑA, en que conocí a Gonzalo Golpe (escritor, artista y miembro del colectivo “La Troupe”).
Gonzalo se interesó por mi trabajo -que recién estaba comenzando- y mantuvimos el contacto por correo para ver mis avances. En 2018, empecé a diagramar el libro y le envié todo el material para comenzar la edición. Nos reunimos por videollamada un par de veces y me propuso ir a España para editarlo en persona con su equipo.
La primera copia del libro (que suele llamarse dummy book) se imprimió a fines de 2019. Con esta primera copia, empecé a postular a concursos para que una casa editorial lo acoja y financie su impresión. Sin embargo, la pandemia nos alcanzó a principios de 2020 y suspendimos todo porque no era momento para crear o planificar.
‘Cuajone’ además ya tiene presencia internacional e incluso ha sido finalista en Argentina.
Sí, en 2021, postulé a la convocatoria de Publicación Latinoamericana FELIFA, en Argentina, con la primera copia que se había impreso en España. “Cuajone” fue elegido entre los libros finalistas y se expuso en Argentina. El libro, sin embargo, aun no tenía una casa editorial. Este año le presenté el libro a Andrés Marroquín, quien había seguido el trabajo de cerca desde 2016. Andrés acogió el libro con la editorial Meier-Ramirez y lo registró en abril del presente año.
¿Qué significa esta publicación para ti y tu carrera?
Me alegra haber podido contar con tiempo para darle un lugar a mi creatividad. Todos deberíamos poder contar con ese tiempo. Así como hay un consenso bastante unánime sobre la importancia del juego en los niños, también en nuestra adultez el juego y el arte debería estar presente, de la forma que queramos.
Todos tenemos fisuras en nuestra memoria. A veces empiezan a llamar nuestra atención con síntomas en el cuerpo o en nuestro disfrute. Con el proyecto, aprendí a prestarle atención a estos espacios que tienen también muchas cosas que decir. En un relato del libro hablo sobre plantar una flor en una fisura.
El proyecto se hizo a la par de la realización de una película en el mismo espacio, que lleva por título Tajo abierto. Estas semanas he empezado a editar la película nuevamente y espero que pronto pueda también encontrar un espacio para su postproducción.
*Pueden adquirir el libro de Gabriela Concha escribiéndole directamente a [email protected] o a través de su página de Instagram @gabrielaconchavalcarcel
Fuente: IIMP