Daigoro Chagua León, gerente de Relaciones Comunitarias de la minera Anabi, que opera en el distrito de Quiñota, en el Cusco, dialogó con ProActivo sobre las obras sociales y productivas que desarrolla esa empresa en su zona de operaciones, así como de la importancia que tiene para las mineras asumir el papel de “buen vecino”.
¿Qué importancia tienen para Anabi las relaciones comunitarias?
Permiten el desarrollo de proyectos y operaciones mineras en forma armoniosa, al facilitar una buena convivencia entre las partes. Anabi tiene un vasto plan para ser “el buen vecino” que contribuya a mejorar las capacidades de las comunidades, potenciando sus fortalezas.
Eso involucra dinero y transferencia de tecnología, mejores recursos humanos y ser guía para las comunidades. No es un tema asistencial, lo que hace Anabi es ayudarles a que tomen un rumbo.
¿Cuáles son las áreas más importantes para las zonas más pobres del país?
Los ejes primordiales son salud, educación, nutrición y desarrollo productivo.
¿Cómo desarrollan su trabajo?
Tenemos un programa de salud con un bus clínico y en coordinación con el Minsa brindamos servicios gratuitos de medicina general, odontología y laboratorio al distrito de Quiñota y las comunidades de Pumallacta, Ccollana y Pallpapallpa.
En educación construimos modernas aulas escolares, cuatro centros de cómputo equipados con veinte máquinas cada uno. Damos capacitación permanente a los docentes y apoyamos a los alumnos con paquetes de útiles escolares. En nutrición atendemos a niños menores de tres años y mujeres gestantes, con suplemento de hierro, y les enseñamos a las madres cómo mejorar la dieta alimenticia familiar.
En desarrollo productivo impulsamos el mejoramiento de pastos, para lo cual construimos dos reservorios, de 60.000 y 40.000 metros cúbicos, que serán alimentados con la lluvia y fuentes naturales para tener agua en la temporada de estiaje. Se reactivaron sistemas de riego que estaban desactivados.
Hacemos también, mejoramiento genético en vacunos e inseminación artificial. Este año esperamos contar con una planta de transformación de derivados lácteos y crear una cadena productiva: desde la siembra de pastos, incremento de agua, mejoramiento genético y un proceso de transformación a yogurt o queso, que es lo que más se comercializa.
Igualmente, se realizan dos veces al año campañas de sanidad animal que involucran a unas 50.000 cabezas de ovino.
Se impulsa el desarrollo de viveros forestales, que son rentables, generan nuevos empleos y protegen el medio ambiente. Dos viveros producen 200.000 plantones al año y damos el servicio de arado gratuito con un tractor y una rastra agrícola.
Asimismo, se construyeron carreteras de acceso hacia las comunidades del área de influencia de la mina. De las 4 horas en movilidad y las 8 horas a pie que demoraban, hoy es media hora en carro. Otras obras son los centros de salud, la remodelación de puentes, alcantarillas y canales, así como ayuda a la municipalidad en repotenciar la señal de telefonía celular.
¿Cómo repercuten en la comunidad las obras emprendidas por Anabi?
Crea cierto entendimiento entre la comunidad y la empresa, porque se comprende más rápido lo que se ve. La gente valora las obras de riego y la generación de empleo mediante los viveros forestales.
Lo realizado generó un fuerte ingreso en las comunidades y la actividad económica ha crecido enormemente. No se trata de una economía pasajera sino que se consolide en el tiempo.
En promedio en los últimos dos años se ha invertido más de 13 millones de soles ¿cree que las comunidades reconocen esa inversión? ¿Cree que sienten que la minería es un aporte fundamental para su desarrollo?
Hace poco tuvimos un conflicto con un distrito a 40 kilómetros de nosotros, pero en esta controversia el distrito de Quiñota estuvo de parte de la compañía, creo que a eso le puedo llamar que hay entendimiento. Quieren que la mina siga trabajando y siga operando porque sí transfiere recursos, da obras y hace buenos trabajos.
¿Cómo convencer a las comunidades que sí se puede hacer minería limpia?
Los comuneros quieren ver, por eso realizamos monitoreos ambientales participativos. Tenemos un programa de puertas abiertas y todos pueden ingresar a ver las operaciones y cómo trabajamos. No tenemos relaves, ni botamos agua de la operación porque es un circuito cerrado.
Es un proceso en el que la empresa está en comunicación permanentemente con la gente, llevándolos a la mina para que vean lo que hacemos y participando de las reuniones comunales.
¿Cómo enfrentar los conflictos mineros que se registran en nuestro país?
Hay que hablarle a la gente con la verdad, sin maquillar la información y no generar falsas expectativas. Muchos de los conflictos se dan por falta de claridad y promesas incumplidas. Uno debe ser abierto y escuchar todo lo que ellos piensan y quieren, un diálogo transparente genera confianza, que es lo más difícil de ganar y más fácil de perder.