Víctor Gobitz duda que el Complejo Metalúrgico de La Oroya encuentre un comprador, debido a que la actividad de refinería es menos rentable que tener una mina.

¿Una nueva salida para el complejo problema de Doe Run? Víctor Gobitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), propone una aprovechar la infraestructura y ubicación estratégica de La Oroya en caso de que la refinería no halle compradores.

¿Cuál es si opinión respecto a la venta de Doe Run?

Allí hay opiniones divergentes y diré por cuál me inclino. El Complejo Metalúrgico de La Oroya (CMLO) era parte de un complejo minero-metalúrgico formado por seis minas. Cuando se toma la decisión de privatizarlas, en los 90, todas tuvieron éxito por separado pero el CMLO no. ¿Y por qué no? Porque es un eslabón clave pero necesita las minas. Lo que pasa es que la metalurgia forma parte de la cadena posterior a la minería. La rentabilidad de una mina es mayor que la de una refinería, y eso rompe el mito de que producir el metal genera más valor agregado.

¿Cuál es la solución?

Más sencillo que conseguir un comprador, es conseguir un operador. Eso significa darle el CMLO a alguien para que lo opere y actualice sus estudios ambientales. Entonces el estado tendrá una situación real de cuánto cuesta la adecuación y verá si el negocio es rentable. La Oroya tiene ubicación logística privilegiada: tiene energía, agua, una red ferroviaria, campamento, talleres. Podría hacerse una reconversión de La Oroya en un ‘hub’ logístico.

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¿Usarla como ‘hub’ en vez de cómo urbe metalúrgica?

Por ejemplo, en esta última crisis de El Niño, Buenaventura se preparó y no sufrió. Pero hubo minas del centro que debieron parar producción. Si La Oroya hubiera sido un ‘hub’ logístico con gran área de almacenamiento de combustibles, repuestos e insumos químicos hubiera permitido operar a las minas y depositar sus concentrados en La Oroya. La ubicación de la Oroya está diseñada para atender a toda la minería del centro, entonces no hay que descartar si el operador-comprador ve que no es un negocio metalúrgico, darle una segunda vida convertida en un ‘hub’ logístico.

¿Hay la posibilidad de que no se venda en la segunda subasta?

Así es. Si no se vende, el mercado está diciendo que no es atractivo. Entonces, ¿Qué hago? ¿Lo liquido, vendo los fierros viejos o lo reconvierto en un hub logístico? Esas son las cosas en las que el Instituto de Ingenieros de Minas (IIMP) puede contribuir al debate.

NUEVAS EXPLORACIONES​

El reinicio de la exploración minera es un indicio de que la economía de las empresas mineras mejora, ¿cómo marcha la exploración?

En términos generales, hay que reconocer que desde el primer trimestre del 2016 hemos tenido un cambio de tendencia de precios en los metales que produce el Perú: cobre, plata, oro, plomo y zinc, han mejorado y, por tanto, la economía de las empresas mineras tiende a ser mejor, y eso ha traído un reinicio de las actividades de exploración de todas las operaciones en marcha.

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¿Y esta mejora augura un mejor Perumin?

Es algo importante destacar respecto a hace dos años, tenemos el 100% de los stands comerciales tomados y el número de participantes y aportantes de trabajos técnicos supera el de hace dos años. Este será un Perumin más grande, lo cual confirma que hay un cambio de tendencia en la industria.

¿Se esperaría que las mineras senior incrementen su inversión en exploración?

Lo están haciendo. Lo estoy viendo en Buenaventura. Todas las empresas mineras, ahora que empiezan a tener más holgura financiera, retoman su plan de exploraciones a full capacidad porque es una necesidad de la industria para perpetuarse en el tiempo: si no exploras, estas condena a parar.

¿Y eso pasará también con los grandes proyectos?

Hablando de los grandes proyectos, cabe mencionar lo que comienza a ser un consenso en la industria, y es que tenemos que estar preparados para compartir proyectos y riesgos. Proyectos de gran dimensión como Quellaveco y Michiquillay se hacen financieramente más eficientes si se comparte costos entre empresas. Es un tema que se va a volver más recurrente.

¿A qué se refiere?

Se pueden compartir áreas de accesos, fuentes de agua, energía, depósitos de relaves y hasta los mismos proyectos, presentándolos como uno solo.

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¿Cómo el caso de Atacocha con El Porvenir?

Así es. Y como puede suceder como Quellaveco, que fue en la década de los 60 un proyecto del portafolio de Southern que el gobierno militar lo expropió y lo entregó a Minero Perú y luego pasó a Anglo América. Si uno lo ve bien, es un proyecto que encaja dentro del complejo de Toquepala-Cuajone-Ilo. Hace mucho sentido la sinergia allí.

PROBLEMÁTICA

¿Y el precio del cobre hace pensar que se desarrollarán?

Si. En el caso del cobre, que es un motor de la economía, los precios han llegado a un nivel de estabilidad que harían pensar en retomar esos proyectos. Pero hay dos escollos: la permisología (que el gobierno se ha comprometido a resolver) y la incertidumbre para llegar a acuerdos con las comunidades por las áreas superficiales. Allí no tenemos un proceso claro y estructurado, y eso hace que las negociaciones con las comunidades campesinas se alarguen. El apetito por invertir crece pero tenemos que alinear todos los astros. Y estos últimos han estado últimamente bien desalineados.

Si a las empresas mineras les va bien este año, ¿eso significa que el canon aumentará?

Así es. Pero hay un tema penoso, que el actual sistema de distribución del canon ha generado un nivel de corrupción muy alto. Allí hay un debate de cómo mejorar los controles para que estos fondos generados por la renta minera (50% del IR) se conviertan en infraestructura permanente y bienestar para la población cercana al proyecto.

Fuente: El Comercio